Juan Alberto Mora Tebas/IEEE
http://www.ieee.es/publicaciones-new/documentos-de-analisis/2016/DIEEEA46-2016.html
Con los actuales conflictos que están teniendo lugar en Siria e Iraq se están planteando diversos problemas políticos mundiales. Uno de ellos de vital importancia es el retorno de los combatientes o muyahidines a sus lugares de origen como expertos de la guerra provocando un gran impacto en las sociedades de acogida y aumentando las posibilidades de atentado.
Los atentados de París del 13 de noviembre de 2015 han marcado una nueva etapa considerada por algunos expertos como la tercera yihad.
Esta nueva etapa del terrorismo yihadista se caracteriza por llevar a cabo ataques múltiples e indiscriminados y de ser espaciados en el tiempo con el objetivo de causar el mayor número de víctimas. Ahora empieza a tener lugar la entrada en acción de los retornados de Siria e Iraq que a pesar de ser conocidos por agencias de inteligencia y fuerzas de seguridad no han evitado que se sucedan los actos terroristas por su parte.
Todos estos ataques introducen nuevas características en esta etapa. El objetivo de los muyahidines empieza a ser la población por lo que cualquier lugar es de interés para los terroristas dejando aparte iconos y símbolos nacionales que antes eran prioritarios.
Las acciones de los terroristas empiezan a ser simultáneas y en varios sitios impidiendo así la prevención de las fuerzas de seguridad que anteriormente centraban sus esfuerzos en reforzar la seguridad de lugares emblemáticos.
Los denominados como lobos solitarios ya no son sólo terroristas que actúan de manera amateur si no que están equipados con todo tipo de armas, munición y bombas.
Los combatientes retornados
Aunque no se pueda establecer un perfil típico de combatiente extranjero sí que existen unos rasgos comunes entre los que destacan que los foreign fighters son por lo general hombres musulmanes de entre 18 y 35 años, recién convertidos al Islam (no fanáticos) y de 2ª o 3ª generación en un país occidental que tras los sucesos del 11-S le ha juzgado provocando así que aparte de vivir entre dos culturas se cree un sentimiento de decepción hacia Occidente por lo que cuando combate su motivación es más personal que política. La mayoría de los combatientes, un 80%, acumula antecedentes personales y el 20% tiene problemas psicológicos.
Una vez un combatiente ha sido reclutado en prisiones o lugares de culto Las mujeres y las familias le acompañan para formar parte del también conocido como Califato Islámico. Una vez all,í el salario que normalmente solían cobrar era de 400 euros al mes, hoy por hoy está cantidad es menor debido a las presiones internacionales sobre su financiación.
El Daesh y el frente Al Nusra (franquicia de Al Qaeda) están modificando su actual estrategia de captación debido a que están perdiendo la capacidad de acoger nuevos voluntarios y por ello tratan de convencer a los partidarios extranjeros para que comentan actos terroristas.
Los prototipos de retornados pueden dividirse en tres principalmente. Los retornados operacionales que vuelven a sus países de origen para atentar allí y reclutar a más personas. Los retornados desunidos que siguen siendo afines al yihadismo y su causa pero que a pesar de ir a Siria con el objetivo de combatir contra Bashar al Assad se han encontrado con la situación de tener que luchar contra yihadistas rivales.
Los motivos por los cuales regresan son varios; trauma por la situación que han tenido que vivir, decepción, sentimiento de engaño y/o arrepentimiento.
Medidas contra los combatientes extranjeros
Para paliar todas las consecuencias que puedan ejercer los retornados en sus países se están tratando de tomar medidas que además de ser represivas y legales sirvan para contrarrestar el mensaje difundido por los terroristas utilizando retornados desilusionados que cuenten sus experiencias en mezquitas, redes sociales, cárceles… etc.
La Estrategia Contraterrorista (EC) de la UE se encuentra basada en cuatro pilares principales (prevenir, proteger, perseguir y responder) y aunque la EC fuera establecida en 2005 no fue hasta 2013 cuando se empezó a responder a la amenaza de los también conocidos como foreign fighters. A partir de agosto de 2014 el Consejo Europeo llegó a la conclusión de que las exportaciones de islamistas extremistas de terrorismo suponen una gran amenaza para los países de la Unión Europea y que por ello se deben tomar acciones concretas para frenar el flujo de combatientes extranjeros. Ese mismo año en respuesta al problema de los foreign fighters se designaron cuatro áreas de acción prioritarias; prevenir la radicalización y el extremismo, compartir información más eficazmente, disuadir y detectar viajes sospechosos y finalmente investigar y perseguir a combatientes extranjeros. Se estima que alrededor de 3000 y 5000 ciudadanos de la Unión Europea podrían haber viajado a Siria o Iraq siendo entre un 20% y un 30% los que retornan a Europa. Entre los países europeos que más combatientes mandan se encuentran Francia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Suecia, Austria, Países Bajos y España.
El Norte de África, a su vez, está tomando también medidas positivas para abordar este problema pues casi un 40% de combatientes extranjeros del Daesh (8000 en total) provienen del Maghreb. Estas altas cifras tienen una explicación fácil: afinidad idiomática y religiosa, vacío y frustración por el fracaso de las revoluciones más conocidas como primaveras árabes y las altísimas tasas de paro, con especial mención, la juvenil.
En el caso de Marruecos y Túnez se están desarrollando estrategias para que sus ciudadanos no se unan a la yihad y, por tanto, haya menos posibilidad de combatientes retornados en el futuro. Países como Argelia y Egipto utilizan medios de represión más suaves con el único objetivo de minimizar los riesgos que conlleva su regreso. Libia, debido a su descentralización política actual, no está pudiendo abordar este problema ya que, además, muchos muyahidines están utilizando su territorio como base alternativa al no soportar los bombardeos de Siria e Iraq. Esto, a su vez, puede representar un futuro problema para los países europeos del sur ya que corren el riesgo de que se empiecen a producir desplazamientos hacia ellos como ya ocurrió anteriormente en Siria.