La decisión, tomada en la víspera del mes sagrado de Ramadán, pretende favorecer el proceso de paz en Riad

La coalición internacional anuncia un alto el fuego unilateral en Yemen

photo_camera REUTERS/AHMED YOSRI - El portavoz de la coalición liderada por Arabia Saudí, el coronel Turki al-Malki

Siete años después del inicio de la guerra civil en Yemen, la coalición internacional ha puesto en marcha por segunda vez un alto el fuego temporal para facilitar las negociaciones de paz auspiciadas por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). El primero, aprobado de forma unilateral en abril de 2020 por la amenaza de la COVID-19, se enmarcó en los esfuerzos para hacer frente al virus en un país ya de por sí golpeado por una de las mayores crisis humanitaria del planeta, pero este ha coincidido con otra tregua transitoria implementada por los hutíes.

La coalición internacional liderada por Arabia Saudí anunció el martes el inicio de un alto el fuego de carácter unilateral en Yemen que entraría en vigor a partir de las 6.00 hora local de este miércoles. El portavoz de la coalición, Turki Al-Maliki, explicó que los motivos principales que han llevado al grupo a suspender sus operaciones militares contra los insurgentes yemeníes han sido los de “crear las condiciones propicias necesarias para el éxito de las consultas y un entorno favorable para el mes sagrado de Ramadán para hacer la paz, y lograr la seguridad y la estabilidad en Yemen”.

Consejo de Cooperación del Golfo

En vísperas del mes sagrado para los musulmanes, que comienza el próximo sábado, el Reino wahabí y sus socios han decidido detener las hostilidades de forma temporal para dar credibilidad a la cumbre organizada por el CCG en Riad, una cita a la que no han acudido las milicias chiíes, quien se negaron a pisar el territorio de su principal adversario en la contienda desde 2014. En la capital saudí se han citado funcionarios procedentes de todo el Golfo Pérsico, representantes del Gobierno yemení en el exilio y de sus facciones aliadas.

El secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo, Nayef al-Hajraf, recibió el martes a sus seis miembros en una cumbre que se prolongará hasta el próximo 7 de abril y que tiene el objetivo de sellar la paz definitiva en Yemen. El horizonte se antoja demasiado ambicioso, más aún teniendo en cuenta la ausencia de una de las facciones que combate desde el inicio de la guerra, pero el enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, recibió de buen grado la decisión.

El alto el fuego decretado por la coalición internacional se ha solapado hasta este miércoles con el aprobado por los hutíes durante el fin de semana. A partir de la noche del miércoles sigue vigente la tregua, pero finalizará entonces si la coalición no satisfacía las demandas de los insurgentes, que pasan por levantar el bloqueo del territorio bajo su control y liberar a todos los prisioneros rebeldes. Es poco probable que Riad dé luz verde a las exigencias, por lo que reiniciarán las hostilidades.

Además, los hutíes tampoco reconocen el alto el fuego rival. “El bloqueo impuesto a Yemen es considerado una acción militar porque es impuesto por la fuerza de las armas”, trasladó Mohamed al Bukaiti, un alto cargo insurgente. “Si el bloqueo no es retirado, la declaración de la coalición agresora sobre la suspensión de sus operaciones militares no tendrá significado, dado que el sufrimiento de los yemeníes como resultado del bloqueo es mayor que el causado por la guerra en sí misma, lo que implica la continuación de nuestras operaciones militares para romper el bloqueo”, sentenció.

Hutíes

Los rebeldes hutíes atacaron el viernes con drones una instalación petrolera de la compañía estatal Saudi Aramco en la ciudad de Yeda. La ofensiva aérea, que incendió dos tanques de almacenamiento de crudo, provocó una enorme bola de fuego y después dejó una columna de humo que hizo saltar las alarmas en los entrenamientos libres del circuito de Fórmula 1. Un vistoso ataque que perjudicó la imagen internacional del Reino wahabí y que afectó los mercados petroleros.

Yemen es un país fracturado, presa de una guerra ‘proxy’ entre Irán y Arabia Saudí por ganar peso e influencia en la región. Desde Teherán se respalda con armas y fondos a los insurgentes, al que les une la profesión del chiísmo. Desde Riad se buscó sofocar unas revueltas en su patio trasero que amenazaban la estabilidad del régimen en el marco de las Primaveras Árabes, tejiendo una coalición con otras monarquías del Golfo que ha recibido apoyo desde Estados Unidos.

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