Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.
Si bien se era ya plenamente consciente de que el planeta, el orden mundial, se encontraba en plena reconfiguración desde el ascenso de China a segunda potencia económica global, la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto que la geopolítica en su máximo esplendor ha regresado.
Y esa reconfiguración de las relaciones internacionales se está produciendo desde una óptica realista, donde las naciones, y especialmente las potencias, pugnan por sus intereses en un entorno internacional sumido en un cierto caos y desorden.
En ese mencionado proceso de reconfiguración, y donde la herramienta militar ha vuelto a hacer su aparición sin ningún tipo de complejo, se puede generar una nueva guerra mundial, una nueva guerra fría… En definitiva y en cualquier caso, un nuevo equilibrio de poder.
Un repaso de esos potenciales ordenes globales, con el telón de fondo de la guerra en Ucrania, y una reflexión final, articulan el presente Documento.
Desde hace más de un año, un conflicto de una magnitud e intensidad no vistas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, tanto por la cifra de bajas y la destrucción producida1 como por el número de naciones directa e indirectamente implicadas en la contienda, asola el este del continente; la invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto no solo que la guerra convencional seguía siendo un hecho —pese a todos los adalides del fin de los conflictos «clásicos» y de los sistemas de armas «cinéticos» (carros de combate, cañones, aviones, etcétera)— sino también que, al menos las potencias, no solo no renunciaban a sus intereses particulares, pese al mundo globalista y globalizado, sino que seguían dispuestas a emplear todas las herramientas a su alcance, incluyendo el uso de la herramienta militar cuando fuera preciso.
Las afirmaciones relativas al devenir de la contienda y sus efectos a medio plazo son muy diversas, y donde los pronósticos, en la mayor parte de las ocasiones y pese al apoyo argumental con el que se los pretenda apuntalar, pueden estar más en el ámbito de las conjeturas que en el de las realidades, y más considerando que la propia magnitud del conflicto y su carácter vivo y dinámico pueden generar unas consecuencias absolutamente impredecibles. Es factible hallarse, ante las fuerzas e intereses puestos en juego —ojalá no sea así—, en la primera etapa de una futura tercera guerra mundial, o que el resultado final, ante los bloques que van surgiendo, sea el de una nueva guerra fría.
Sea como fuere, sea alguno de los citados el resultado final –o sea otro cualquiera-, lo cierto es que las potencias están reconfigurando, una vez más, el «orden» mundial.
Es factible encontrarse con un amplio abanico de opciones, en función de la forma de ser y del planteamiento ante la propia vida, del modelo de sociedad deseable y del paradigma a seguir en las relaciones internacionales, opciones que pueden encuadrarse entre el idealismo y el realismo. Por tanto, es posible encontrar planteamientos vitales —individuales y colectivos— centrados en principios abstractos —en algunos casos universalmente aceptados— y considerar que, sobre esa base, es factible la existencia de sociedades justas y de unas relaciones internacionales fundadas en la equidad y en la razón. Pero también es factible encontrar, en el otro lado de ese amplio intervalo, un planteamiento que dimana de la concepción imperfecta del ser humano, que señala que las sociedades y las relaciones internacionales replican y amplifican esas imperfecciones y que, por consiguiente, es el interés —y no los valores— el motor esencial de las personas, las sociedades y, por ende, de las relaciones internacionales.
Entre estas dos posiciones extremas caben muchas otras intermedias, obviamente, pero, presentado el asunto de manera muy general y simple, estas líneas de pensamiento pueden, con todas las matizaciones que quieran realizarse, identificarse, grosso modo, como idealistas y realistas respectivamente.
En un planeta que se reconfigura, los intereses constituyen el motor esencial de dicho cambio —y más si los «valores universales» son permanente cuestionados en unas sociedades cada vez más «líquidas»2—, por lo que el realismo gana enteros a la hora de explicar dicha dinámica. Y si bien existen matizaciones y ciertas diferencias entre las diversas escuelas realistas, en esencia todas beben de los mismos principios, que de manera muy esquemática3 pueden enunciarse de la siguiente manera: el elemento esencial en las relaciones internacionales es el concepto de interés entendido en clave de poder, y las piezas esenciales de esas relaciones son los Estados, y el intento de consecución de ese interés —que puede sufrir alguna mutación con el tiempo— es el que guiará, en la mayor parte de los casos, la política internacional de las naciones…, lo cual propiciará, también, un cierto componente de predictibilidad, de tal modo que se llega a afirmar4 que el realismo es impopular por su tendencia a acertar en sus predicciones.
Y si el comportamiento de muchas naciones bajo la óptica realista resulta predecible en un cierto grado, si se le añade que el denominado «neorrealismo»5 señala que, de los tres niveles de análisis a considerar –—individuos, Estados y sistema internacional—, el preponderante es, precisamente, el sistema internacional: un sistema conformado por una serie de partes —Estados— que interactúan entre sí movidas por el interés y que generan que el sistema tenga un componente anárquico dado que no existe —pese a los intentos de gobernanza global establecidos, como las Naciones Unidas— una suerte de «gobierno» o «policía» mundial que acabe con ese caos.
Por tanto, cada una de las partes de ese sistema internacional tendrá mayor o menor influencia en el mismo en función de sus capacidades, de su poder… y, por ello las potencias, especialmente las grandes potencias, constituyen los elementos clave y los referentes de ese sistema, de ese «orden» internacional. Tanto es así que, y en referencia a ese «orden» mundial, se habla y se define el mismo, en múltiples ocasiones, con los términos unipolar, bipolar, multipolar…, en función del número de grandes potencias que sean preponderantes en el sistema.
Si el sistema internacional está regido por el interés, resulta caótico y se dinamiza y disputa esencialmente al compás de las grandes potencias… ¿Cuántas de estas pueden convivir manteniéndose un cierto grado de «orden»?
En ese sistema caótico y sin un orden superior, puede pensarse que el sistema tiende, finalmente, a que solo pueda quedar, como adalid y vencedor del mismo, una gran potencia, una superpotencia, un hegemón. Es el conocido como mundo unipolar.
En un mundo unipolar, donde una gran potencia es la absolutamente hegemónica, esta puede tomar decisiones y emprender acciones a escala planetaria de manera plenamente individual y autónoma, y ninguna otra nación ni coalición podrá hacer frente a dicha superpotencia con garantías de éxito. Esto se produjo —considerando que el mundo conocido acababa en Finisterre— en determinadas etapas del Imperio romano, o, ya a escala realmente planetaria, durante la era de la España imperial en sus momentos de mayor esplendor.
Habitualmente se considera que tras el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética como superpotencia en 1991, el orden mundial puede definirse como «unipolar»6, con una sola superpotencia, los Estados Unidos. Pero esa conceptualización es revisada por varios analistas, y se acuña el término «unimultipolar»7, que se corresponde en mayor medida con el orden existente tras el final de la Guerra Fría: manteniendo el estatus de única superpotencia mundial, los Estados Unidos poseen una capacidad de acción superior a la de cualquier nación del planeta, incluso de varias de las potencias de segundo y tercer orden unidas; pero, y pese a esa poderosísima asimetría de poder, Washington no es capaz de llevar a buen puerto, por sí solo, todas y cada una de sus cuestiones e intereses sin el concurso o, al menos, la inacción de otras potencias menores. Asimismo, tampoco las grandes cuestiones planetarias pueden ser afrontadas por el resto de las naciones y/o potencias del mundo sin el concurso o al menos la inhibición de la actuación en contra de los Estados Unidos. La guerra de Iraq principiada en 2003 o lo acontecido en Afganistán8 durante las dos décadas iniciales de este siglo constituyen una muestra de esta realidad.
Y si bien pueden parecer órdenes internacionales muy similares, ciertamente no lo son, pues en un orden unipolar el hegemón es indiscutible, y modificar ese orden y ese desequilibrio de poder resulta una tarea muy muy compleja, costosa y larga —de nuevo, sobre la base de los ejemplos históricos de Roma y España, y pese al factor tiempo y al menor ritmo de sucesión de acontecimientos en el pasado, es factible llegar a esa conclusión—. Sin embargo, en un mundo unimultipolar, si bien la identificación de la superpotencia también es clara y la diferencia de capacidades redunda ciertamente en su favor, las demás potencias o coaliciones de naciones podrán poner en jaque con mayor facilidad y a menor coste al hegemón, e incluso plantearse, de manera aislada o en coalición, modificar el orden internacional hacia otro más beneficioso para sus intereses. Los propios ejemplos de Iraq y Afganistán presentados dan testimonio de esa realidad.
Por tanto, la superpotencia de ese orden mundial unimultipolar, consciente de esa realidad, intentará por todos los medios a su alcance lograr que el sistema devenga en unipolar, lo cual, indefectiblemente, estimula «los esfuerzos de las [otras] grandes potencias para crear un sistema multipolar»9.
Bajo ciertas premisas, –y siempre moviéndose en el campo de la conjetura- ¿no podría encajar el conflicto de Ucrania como modo y forma, por parte de unas y de otras potencias, en la búsqueda de esa reconfiguración global en todos los órdenes e instancias del poder? Y/o, siguiendo con las conjeturas y la siempre apasionante política- ficción, ¿no podría encajar el conflicto de Ucrania en el intento de seguir manteniendo la situación de unimultipolaridad? Se ha llegado a señalar, a modo de simple ejemplo, que esta guerra podría salvar el orden económico mundial10 (en el sentido de recuperar y mantener las normas y reglas desarrolladas tras la Segunda Guerra Mundial bajo el liderazgo de los Estados Unidos) pese a que a corto plazo los efectos de la contienda sean demoledores para la economía global.
Por lo tanto, parece que caso de la existencia de una sola gran (super)potencia hegemónica, sea un orden unipolar o unimultipolar, realmente no por ello dejan de existir las pugnas… ¿Y si hubiera una simetría de poder?
La bipolaridad exige de dos grandes superpotencias que sean las que rijan los destinos de amplias partes del planeta, y cuyas tensiones son capaces de provocar una conflagración mundial; además, como abanderadas planetarias —en el sentido y ámbito que sea—, cuentan con una constelación de naciones aliadas o satélites, e intentan, por medio del empleo de todas las herramientas a su alcance -y especialmente por medio de proxies, desestabilización, insurgencias, influencia, etcétera—, lograr, cual jugador de ajedrez, una ventaja sustancial en el «tablero mundial», maniobrando especialmente en los países que, a priori, no pertenecen de manera patente a ninguno de los dos bloques.
Y pese a esa constante tensión larvada y que brota en múltiples ocasiones en forma de conflictos en terceros países, la posibilidad de que un enfrentamiento directo entre ambas superpotencias —de resultado siempre incierto y, en cualquier caso, devastador— las agote y degrade de tal manera que permita que un tercero ocupe su espacio y estatus a escala planetaria, ha llevado a que en estas circunstancias la guerra total entre las superpotencias, en un mundo bipolar, normalmente no se haya producido a lo largo de la historia: ni la España imperial decretó una guerra total contra el Imperio otomano —ni tampoco lo hizo Constantinopla frente a Madrid—, ni la Unión Soviética o los Estados Unidos llegaron nunca al enfrentamiento masivo directo durante la Guerra Fría. Basta recordar como en la crisis de los misiles de Cuba en 196211, donde parecía inevitable el enfrentamiento entre Washington y Moscú, finalmente se alcanzó un acuerdo que evitó una guerra nuclear.
Pero esto no es sinónimo de una ausencia de pugnas, —pues las más de cien guerras y los más de 20 millones de muertos habidos en terceros países durante esa «Guerra Fría» lo atestiguan12— ni tampoco y ni mucho menos de la existencia de paz…, ni siquiera de la inevitabilidad absoluta del enfrentamiento entre dos potencias globales. Retomando el ejemplo previo, en la crisis de los misiles de Cuba realmente se estuvo al borde del desastre —guerra nuclear— en varias ocasiones.
Ya en el siglo XXI, en 2011 China se convirtió en la segunda potencia económica mundial; apareció una nueva potencia que desafiaba el «orden» internacional y a la potencia hegemónica, Estados Unidos. Y si bien Pekín, como nueva superpotencia emergente, pretende un nuevo orden global en el cual su presencia, capacidad de acción e influencia sean mucho mayores, no solo nunca antes en la historia una potencia había surgido de manera tan veloz, sino que, además es un país donde existe una narrativa recurrente relativa a la necesidad de superar el que denominan «siglo de la vergüenza» o «siglo de la humillación»13 (que se extiende desde las guerras del Opio frente a los británicos14 a mediados del siglo XIX hasta el nacimiento de la República Popular China de Mao en 1949) por medio de la entrada en una «Nueva Era China» en el 2049 (centenario del nacimiento de la República Popular China), en el que Pekín se convertía15 en el «nuevo» poder hegemónico global. Y esa firme voluntad cuenta con un plan de acción que se va cumpliendo paulatinamente.
Ello motivó el llamado «viraje hacia Asia-Pacífico»16 de Washington, modificando sus zonas de atención preferente y su acción para salvaguardar sus intereses en la región e ir haciendo frente a la nueva superpotencia emergente, replicándose, una vez más, la conocida como «trampa de Tucídides»17, en la que una Atenas floreciente desafió el poder establecido de Esparta, siglos ha, en esa Grecia clásica plena de lecciones habitualmente no aprendidas.
Y ese ascenso como superpotencia no solo se produce en el ámbito de la economía, sino, y progresivamente, en todos los ámbitos de poder y capacidades; el país del dragón intenta blindar su infraestructura y arquitectura cibernética por medio de la denominada «gran muralla digital china»18; ocupa, modifica y fortifica —sin respeto pleno de la legalidad internacional— islotes en el mar del Sur de China para crear una poderosa línea de defensa frente a la Armada de los Estados Unidos, construyendo «una muralla sobre el mar»19; decreta que sus Fuerzas Armadas deben crecer rápidamente hasta alcanzar estándares de nivel mundial20, mientras el avance de las inversiones y créditos chinos en muchos países por todo el planeta comienza a ser considerado como una potencial amenaza21… E incluso en determinados círculos se empieza a señalar que, en caso de una hipotética guerra naval entre Estados Unidos y China —una China que milenariamente había vivido de espaldas al mar—, Washington podría salir derrotado22, dado el creciente tamaño de la flota de Pekín; y se llega a poner fecha y plazos a la potencial conflagración —dos años—23… Si bien todas informaciones —y desinformaciones— han de leerse en varias claves, tanto internas como internacionales, el hecho es que China está ahí, y ha llegado para quedarse como superpotencia global.
De hecho, Estados Unidos reconoce esta situación y realidad y señala24 que China «es el único competidor tanto con la intención de reconfigurar el orden internacional como, y de manera creciente, con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para lograr dicho objetivo».
Y si el planeta se encamina hacia esa nueva bipolaridad, hacia una guerra fría 2.0… ¿no podría encajar la guerra de Ucrania en uno de esos conflictos «típicos» que se desarrollan en un tercer país?
Y si China se encamina no solo a ser la primera potencia económica mundial en el 2049, sino a ser el hegemón por excelencia… ¿no podría encajar la guerra de Ucrania en uno de esos conflictos en los que se desgastan las superpotencias y acaban dejando paso a un recién llegado?
Por lo tanto, parece que la existencia de dos grandes (super)potencias, en un orden mundial bipolar, tampoco es garantía de que dejen de existir las pugnas… ¿Y si hubiera un equilibrio múltiple de poder?
Esta visión, la de un mundo multicéntrico, —policéntrico según la terminología rusa— cuenta con muchas voces a favor, pues el argumento central es que ante un equilibrio de poder entre varios actores, entre varias potencias, sería muy complejo que alguna intentara superar a las demás, obligándose por tanto a convivir sobre la base de pactos y acuerdos, limitándose de esta manera las pugnas… ¿Se podría señalar que multipolaridad es sinónimo o se aproxima mucho a la paz?
Ese es, en gran medida, el mensaje reiterado repetidamente por Moscú desde hace décadas… el mundo no ha de ser unipolar (ni unimultipolar), ni tampoco bipolar, ha de ser policéntrico, multicéntrico, pues así es más fácil que se respeten los intereses de las potencias y de las naciones. De hecho, y en fecha tan aparentemente remota como 1997, en una conferencia en la Universidad de Harvard en la que participaron representantes de múltiples naciones, el representante ruso señalo que Moscú se opone «a un mundo basado en un liderazgo dominante de los Estados Unidos muy próximo a la hegemonía»25, palabras —y concepto— muy similares a las recientemente pronunciadas por Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores ruso, en una visita a Turquía principios de abril del año 2023, relativas a que cualquier negociación debería tratar los principios sobre los que debe establecerse el nuevo orden mundial, debiendo tenerse en cuenta los intereses rusos y que Rusia «rechaza un mundo unipolar liderado por un hegemón»26.
No sería la primera vez en la historia —casi nada es nuevo bajo el sol— que el mundo, o sus parcelas aisladas del pasado, han sido multipolares. La propia China, durante su dilatada historia, ha pasado por etapas y momentos diversos, durante los cuales sus amplios espacios (sus fronteras actuales encierran una superficie que es casi 19 veces mayor que la de España) no siempre han estado regidos desde una capital, pues ha sido un «espacio multipolar» en varios momentos. Además de la etapa quizás más conocida de los Cinco Reinos Combatientes —cuando se supone que Sun Tzu escribió El arte de la guerra—, es factible encontrar el Período de los Tres Augustos y los Cinco Emperadores, el Período de los Tres Reinos, el de los Dieciséis Reinos, el de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos… etapas todas ellas —de décadas o siglos de recorrido—de lucha entre unos y otros, de intentos de alcanzar la supremacía por medio de la pugna y derrota de los demás reinos o dinastías.
Y si bien se puede polemizar27 sobre si la fragmentación o la unificación de China es, o era, su «destino natural», el hecho es que en el mundo actual solo es factible competir si se poseen el suficiente volumen, una economía de escala y el tamaño adecuado. China, si estuviera fragmentada, no solo no aspiraría al estatus de superpotencia, sino que incluso podría no existir tal y como se la conoce en la actualidad.
Más cerca en el tiempo y en el espacio, Europa, continente que durante siglos rigió el mundo, contempló, en el marco de esa multipolaridad de potencias, tanto la sucesión casi constante de guerras dinásticas en el siglo XVIII —baste recordar, entre otras muchas, la guerra de sucesión española de 1700-1714— para intentar mantener un equilibrio europeo, y cada vez en mayor medida global, como las sucesivas «reordenaciones» de Europa y del planeta que realizaba el llamado «Directorio de Potencias» –también basta traer a colación las sucesivas «reordenaciones» realizadas en los Balcanes –y muchos de los lodos actuales en la región proceden de aquellos polvos- o el reparto de África que se realizó en la Conferencia de Berlín de 188428… todo lo cual no evitaría el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) —una guerra civil europea en toda regla— unas décadas después.
Con estos referentes históricos en mente —entre otros muchos que podrían ponerse sobre el tapete— es necesario valorar la declaración conjunta29 formulada por Moscú y Pekín el 4 de febrero de 2022, unos días antes de la invasión rusa de Ucrania. En la misma, se señala, entre otras cuestiones, que el mundo está entrando en una nueva era; que fenómenos tales como la multipolaridad y la transformación de la arquitectura de la gobernanza mundial y del orden global son patentes y que ha surgido una tendencia a la redistribución del poder en el planeta mientras la comunidad internacional busca un mayor liderazgo para un desarrollo pacífico y gradual. El texto también recoge que algunos actores que representan una minoría a escala internacional siguen manteniendo enfoques unilaterales para abordar cuestiones internacionales —incluyendo el recurso a la fuerza—, interfieren en los asuntos internos de otros Estados vulnerando sus derechos e intereses legítimos e incitan a la confrontación, las diferencias y las contradicciones, ante la oposición de la comunidad internacional. Todo un canto frente a un mundo unipolar (o unimultipolar) liderado por los Estados Unidos y al planteamiento, como el mejor orden posible, de un mundo multipolar. Pero… ¿no pretendía China ser la potencia hegemónica global?... ¿No se había retornado al mudo bipolar y a la guerra fría por la asociación de Rusia y China?30
Además, Rusia vincula la paz en Ucrania a la construcción de un nuevo orden mundial31… ¿Podría ser la guerra de Ucrania uno de esos conflictos de la construcción de un planeta (real o supuestamente) multipolar?
Pero en el mundo no solo existen hegemones, superpotencias, potencias… Por muy chovinista que se pueda ser, y aceptando que pueden realizarse diferentes clasificaciones sobre el concepto potencia y llegar a apellidarlas «continentales», «regionales», etcétera—, lo cierto es que sólo unas pocas de las algo menos de dos centenares de naciones del planeta pueden ser consideradas de tal manera, incluso llegando a un tercer nivel.
¿Y qué ocurre entonces, en ese orden internacional caótico, dinámico y cambiante, con esas naciones que no son potencias?
En el marco de la llamada Guerra Fría no solo se podía encontrar a las dos superpotencias —Estados Unidos y la Unión Soviética— liderando un grupo de países aliados y satélites respectivamente, sino que existía una pléyade de naciones que no comulgaban, por diferentes razones e intereses, ni con uno ni con otro bando, en ese mundo bipolar.
Y, de hecho, veintinueve naciones africanas y asiáticas fundaron en la Conferencia de Bandung de 1955 el llamado Movimiento de los No Alineados”, en el que propusieron e intentaron una tercera vía, distinta a la marcada por cada una de las grandes potencias. A esas veintinueve naciones se les fueron añadiendo varias más, mostrando que, pese a esa bipolaridad, no era imprescindible, aparentemente, «ser parte del juego».
Incluso esa dualidad de poderes planetarios permitía a las naciones no alienadas tener capacidad de elección y, en caso de saber jugar bien sus bazas, obtener beneficios de ambos bandos, en un complejo y muy delicado equilibrio donde la valoración del riesgo asumido debía tenerse muy en cuenta; la Yugoslavia de Tito (1945-1980) no solo abanderó esta tercera vía, sino que supo obtener buenos réditos de esa situación de no alienado con ninguna de las dos superpotencias, pero dejándose desear por ambas.
Pero, y ciertamente, no resulta sencillo «permanecer al margen» cuando los grandes poderes disputan; y considerando que el planeta se encontraba inmerso en esa compleja partida de ajedrez global, ser parte del Movimiento de los No Alineados no hacía a esas naciones «inmunes», ni las «blindaba», ni mucho menos, frente a las acciones de atracción o desestabilización de las grandes potencias32. Declararse al margen no garantizaba, en absoluto, no sufrir, en mayor o menor grado de intensidad, las acciones lícitas o ilícitas de las grandes potencias en su lucha global. Y muchas de ese centenar de guerras durante este periodo se libraron en algunas de esos países no alineados.
Con el reciente conflicto de Ucrania, con la aparente parcelación del planeta entre prorrusos y proucranianos, y con las sanciones y mecanismos punitivos puestos en liza frente a Rusia y los apoyos de todo tipo a Ucrania por parte de cerca de medio centenar de naciones del planeta, se ha generado una situación similar —con las matizaciones que quieran hacerse—: la existencia del llamado Sur Global, compuesto mayoritariamente por naciones de África, Asia e Iberoamérica.
Como recogía una canción, «El sur también existe», y la focalización de la atención y de la ayuda internacional sobre Ucrania —la parte agredida—, además de las presiones ejercidas para que estos países secunden —o no— las sanciones impuestas a Rusia, está haciendo que otras cuestiones y problemas de impacto regional y global, y en muchos casos de auténtica primera instancia para muchas naciones de ese Sur Global, pasen a segundo plano, lo cual motiva un paulatino desapego33 frente a lo que se considera, esencialmente, un problema entre naciones de Occidente, lejos de África, Iberoamérica o Asia.
Así, mientras los países aliados de Estados Unidos en la pugna en Ucrania realizan declaraciones de apoyo a Kiev y condenan formalmente a Moscú, el resto de las naciones, especialmente las del Sur Global, se decantan por la búsqueda del fin de la contienda por medio de la negociación, incluso mostrando un cierto grado de desazón por el alineamiento sin paliativos de «Occidente» frente a Moscú34. Basten como ejemplo las palabras pronunciadas por el líder carioca Lula da Silva, a principios de abril de 2023, sobre la conveniencia de la cesión de Crimea a Moscú por parte de Kiev, pues «Zelenski no puede quererlo todo»35, palabras que inmediatamente fueron contestadas por el Gobierno ucraniano.
E incluso existe una cierta sensibilización ante determinado tipo de declaraciones. Así, cuando el presidente ucraniano Zelenski realiza afirmaciones reiteradas relativas a que Ucrania es un país con firmes valores europeos, que Rusia, con la invasión del país, ha mostrado su lado «más asiático» o que Rusia constituye una grave amenaza para el modo de vida europeo36 —como señaló en un discurso en el Parlamento Europeo el 9 de febrero de 2023—, es necesario considerar que estas no sientan del todo bien en muchas de las naciones del Sur Global, pues estos países afirman37 que situaciones, hechos y valores se juzgan con diferentes raseros según qué bando y quién sea el que habla. Como simple muestra, mientras la embajadora de Canadá, en conversaciones con el primer ministro de Burkina Faso, señalaba la preocupación sentida relativa a que los voluntarios civiles que luchaban junto a los militares burkineses frente a los terroristas yihadistas no respetasen los derechos humanos, el Primer Ministro solicitaba armas para poder defenderse de los terroristas, con la sentencia: «Si Canadá entrega armas a Ucrania, también puede hacerlo para Burkina Faso. Queremos armas. Es una cuestión de voluntad»38.
Y, en cualquier caso, lo que sí llega, y de manera poderosa, son las consecuencias de la guerra, pues el alza de los precios de la energía y los alimentos sí impacta, y mucho, en todo el planeta; y lo hace en mayor medida en esas naciones y poblaciones con menor poder adquisitivo, muchas de ellas de ese Sur Global. Como simple ejemplo, se señala que la falta de trigo no solo incide en las posibilidades de alimentación de una población en muchos casos ya depauperada, sino que tiene un impacto directo en la paz social39. Y esa paz social, siempre importante, descansa sobre unos pilares un tanto endebles en muchos de estos países.
¿Podría ser la que guerra de Ucrania esté contribuyendo a consolidar una tercera vía, un resurgir de ese no alineamiento frente a la o las (super)potencias?
Estados Unidos, China, Rusia, el Sur Global… ¿Y de Europa como actor «capaz», de peso global, solo se ha hablado en los ejemplos del pasado?
Si bien el futuro no está escrito —se escribe cada día sobre la base de acciones y omisiones—, desde el estallido de la guerra en Ucrania se ha puesto de manifiesto, y de manera muy patente, que el planeta y el orden mundial se encuentran en plena fase de reconfiguración. Y el resultado final puede ser —ojalá no— una tercera guerra mundial, una segunda guerra fría (¿tras la tercera guerra mundial o en sustitución o como prolegómeno de esta?)… O ninguna de las opciones anteriores. Pero las pugnas están presentes, serán constantes y presumiblemente crecientes hasta que no quede, al menos esbozado, un nuevo «orden» mundial.
Puede que el planeta esté en una «era realista» —eso concede una ventaja, que es la de poder saber, con una cierta aproximación, los intereses de los demás— y que, por tanto, para evitar las pugnas constantes, sería necesario realizar un reajuste de intereses de potencias, de coaliciones y de naciones, para no sólo escapar a una serie potencialmente interminable de trampas de Tucídides, sino, y simplemente, para lograr —o al menos intentar— en ese entorno planetario caótico la consecución de un nuevo equilibrio que permita una cierta estabilidad global.
Y quizás entonces sea factible que el planeta se aproxime, un tanto más, a una «era idealista», y volver a actuar dando un peso significativo a los valores —propios y ajenos— para así trascender, en cierta medida, y superar las imperfecciones de los seres humanos, replicadas y amplificadas en sus obras y en sus políticas.
Mientras tanto, sin renunciar en absoluto a valores e idealismos, es necesario ser capaz de, al menos, mantenerse en la arena global, pues si se desaparece como actor capaz, como “potencia” –aunque no se sea de primer orden y aunque se sea en formato coalición de naciones- también pueden hacerlo los valores en los que se cree y que se abanderan, creándose un vacío en un ámbito esencial, al menos, para los seres humanos.
Y ese vacío, como todos los vacíos en geopolítica, se llena siempre. Lo llenarán otros, sin duda. ¿Y entonces, qué?
Pedro Sánchez Herráez*
COL. ET. INF. DEM.
Doctor en Paz y Seguridad Internacional
Analista del IEEE
Referencias:
1 En este sentido, RELIEFWEB. Ukranian crisis – Situational Analysis. 24 de febrero de 2023. Disponible en: https://reliefweb.int/report/ukraine/ukrainian-crisis-situational-analysis-24-feb-2023. NOTA: Todos los vínculos de internet del presente Documento activos a fecha de cierre del mismo, 12 de abril de 2023.
2 BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2004.
3 Un desarrollo amplio de los principios del realismo «clásico» puede encontrarse en la obra de Hans Morgenthau Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz, publicada en 1948.
4 WALT, Stephen M. «Why do people hate realism so much», Foreign Policy, 13 de junio de 2022. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2022/06/13/why-do-people-hate-realism-so- much/?utm_source=PostUp&utm_medium=email&utm_campaign=Editors
5 Su punto de arranque se considera 1979, con la publicación de la obra Theory of International Politics, de Kenneth N. Waltz.
6 TASS. «Unipolar world order is gone: US Russia back to Cold War». 6 de diciembre de 2022. Disponible en: https://tass.com/politics/1546541?utm_source=google.es&utm_medium=organic&utm_campaign=google. es&utm_referrer=google.es
7 HUNTINGTON, Samuel P. «The lonely superpower», Foreign Affairs, vol. 78, n.o 2. Marzo-abril de 1999.
8 Más allá de otras consideraciones del tipo que quieran realizarse, cuando marcha Estados Unidos a Afganistán en el 2001, tras los atentados del 11-S, marchan otras naciones con y tras él; cuando decide de manera unilateral replegarse —acción finalizada el 30 de agosto de 2021— realmente se acaba la operación militar, independientemente de las decisiones que pudieran tomar el resto de las naciones participantes.
9 HUNTINGTON, Samuel P. Op. cit., p. 37.
10 ALDEN, Edward. «Putin’s war could save the global economic order», Foreign Policy. 10 de marzo de 2022. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2022/03/10/putin-war-russia-ukraine-economy-trade- effects-sanctions/?utm_source=PostUp&utm_medium=email&utm_%E2%80%A6
11 Una sucinta explicación puede consultarse en BBC. «Crisis de los misiles en Cuba: cómo fue el evento que casi lleva a una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética». 17 de octubre de 2022. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-62982023
12 PAINTER, David S. The Cold War: An International History, Routledge, Londres, 1999, p. 1.
13 KAUFMAN, Alison A. «The “Century of Humilliation” and China’s national narratives». 10 de marzo de 2011. Disponible en: https://www.uscc.gov/sites/default/files/3.10.11Kaufman.pdf
14 Un resumen puede consultarse en ENCICLOPEDIA DE LA HISTORIA. «Guerras del Opio». Disponible en: https://enciclopediadehistoria.com/guerras-del-opio/
15 EUROPEAN STUDENT THINK TANK. «Will China rule the world by 2049?». 18 de abril de 2018. Disponible en: https://esthinktank.com/2018/04/18/will-china-rule-the-world-by-2049/
16 LIEBERTHAL, Kenneth G. «The American “Pivot to Asia”». Brookings, 21 de diciembre de 2011. Disponible en: https://www.brookings.edu/articles/the-american-pivot-to-asia/
17 BBC. «Qué es la “trampa de Tucídides” por la que se teme que estalle una guerra entre EE.UU. y China». 20 de agosto de 2017. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-40974871
18 CARNAP, Kay V. «Fragmentando Internet: más allá (y más acá) de la Gran Muralla Digital China», Política Exterior. 14 de marzo de 2023. Disponible en: https://www.politicaexterior.com/fragmentando- internet-mas-alla-y-mas-aca-de-la-gran-muralla-digital-china/
19 SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro. «Los mares de Extremo Oriente: ¿un nuevo paradigma en la reconfiguración del orden mundial?» (capítulo decimoquinto), en Panorama Geopolítico de los Conflictos, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Madrid, 2017, pp. 369-402. Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/Panorama_Geopolitico_Conflictos_2017.pdf
20 Financial Times, A new chinese era: security and control, 10 de marzo de 2023. Disponible en https://www.ft.com/content/9dca05fb-cfe5-4f48-86f7-fb08b321e719
21 CASTILLO, Santiago. «La invasión del crédito chino en los países emergentes pone en alerta a Occidente», ASIAnortheast.com. 21 de febrero de 2023. Disponible en: https://asianortheast.com/invasion-credito-chino-paises-emergentes-pone-alerta-occidente/
22 TANGREDI, Sam J. «Bigger fleets win», US Naval Institute, Proceedings, vol. 149, n.o 1. Enero de 2023. Disponible en: https://www.usni.org/magazines/proceedings/2023/january/bigger-fleets-win
23 ANSORENA, Javier. «Un General de EE. UU. alerta de que habrá guerra con China en dos años», ABC. 28 de enero de 2023. Disponible en: https://www.abc.es/internacional/general-eeuu-alerta-guerra- china-anos-20230128100144- nt.html#:~:text=ha%20advertido%20en%20una%20circular,Ej%C3%A9rcito%20del%20Aire%20de%20E E
24 THE WHITE HOUSE. National Security Strategy. Octubre de 2022, p. 8. Disponible en: https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/10/Biden-Harris-Administrations-National-Security- Strategy-10.2022.pdf
25 Citado en HUNTINGTON, Samuel P. Op. cit., p. 43.
26 AFP. «Any Ukraine peace talks should be about “new world order” — Lavrov», The Moscow Times. 7 de abril de 2023. Disponible en: https://www.themoscowtimes.com/2023/04/07/any-ukraine-peace- talks-should-be-about-new-world-order-lavrov-a80750
27 En este sentido, cfr. TIN-BOR HUI, Victoria. «War and historical China: problematizing unification and division in Chinese History», Working Paper Series, n.o 7. East Asia Institute, marzo de 2007. Disponible en: https://www.files.ethz.ch/isn/137321/20090521128690.pdf
28 JIMENEZ FRAILE, Ramón. «Berlín: la conferencia que despedazó África», Boletín 69 - Sociedad Geográfica Española. Mayo-agosto de 2021. Disponible en: https://sge.org/publicaciones/numero-de- boletin/boletin-69/berlin-la-conferencia-que-despedazo-africa/
29 «Joint Statement of the Russian Federation and the People’s Republic of China on the international relations entering a new era and the Global Sustainable Development». 4 de febrero de 2022. Disponible en: https://www.airuniversity.af.edu/Portals/10/CASI/documents/Translations/2022-02- 04%20China%20Russia%20joint%20statement%20International%20Relations%20Entering%20a%20Ne w%20Era.pdf; PRESIDENT OF RUSSIA, 4 de febrero de 2022. Disponible en: http://en.kremlin.ru/supplement/5770
30 TASS. Op. cit.
31 EURONEWS. «Russian Foreign Minister Lavrov links peace in Ukraine to a “new world order”». 8 de abril de 2023. Disponible en: https://www.euronews.com/2023/04/07/russian-foreign-minister-lavrov-links- peace-in-ukraine-to-a-new-world-order
32 En ese sentido, y a modo de simple ejemplo, cfr. BILLINGTON, Michael O., «The Cold Wars vs. the Non Aligned Movement», Executive Intelligence Review, vol. 25, n.o 30. 31 de julio de 1998. Disponible en: https://larouchepub.com/eiw/public/1998/eirv25n30-19980731/eirv25n30-19980731_060- the_cold_war_vs_the_non_aligned.pdf
33 RAZA, Werner. «Winning in Ukraine, losing the Global South?», Social Europe. 30 de marzo de 2023. Disponible en: https://www.socialeurope.eu/winning-in-ukraine-losing-the-global-south
34 GOWAN, Richard. «The Global South and the Ukraine war at the UN». International Crisis Group, 9 de marzo de 2023. Disponible en: https://www.crisisgroup.org/global-ukraine/global-south-and-ukraine-war- un
35 FEST, Sebastián. «Lula, frenado por Ucrania ante su propuesta de que ceda Crimea: “Zelenski no puede quererlo todo”», El Mundo. 7 de abril de 2023. Disponible en https://www.elmundo.es/internacional/2023/04/07/64303c9fe4d4d86c278b456f.html
36 EUROPEAN PARLIAMENT. «President Zelensky says Russia is a grave threat to the European way of life», 9 de febrero de 2022. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/news/en/press- room/20230208IPR72901/president-zelenskyy-says-russia-is-a-grave-threat-to-the-european-way-of-life
37 MINH NGUYEN, Chelsea N. «The problems with Ukraine’s wartime diplomacy in the Global South», Open Democracy. 3 de abril de 2023. Disponible en: https://www.opendemocracy.net/en/odr/ukraine- diplomacy-global-south-us-vietnam-indonesia/
38 SWISSINFO. «Burkina Faso pide armas a Canadá para la lucha contra el yihadismo». 30 de enero de 2023. Disponible en: https://www.swissinfo.ch/spa/burkina-faso-canad%C3%A1_burkina-faso-pide- armas-a-canad%C3%A1-para-la-lucha-contra-el-yihadismo/48245010
39 LE JOURNAL DE L’AFRIQUE. «Escasez de trigo: un síntoma africano». 7 de abril de 2023. Disponible en: https://lejournaldelafrique.com/es/La-escasez-de-trigo-es-un-s%C3%ADntoma-africano/