Lavrov proyecta una nueva gira por África para principios de 2023

El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, realizará dos visitas oficiales a África en los meses de enero y febrero del próximo año, según ha adelantado su número dos, el viceministro de Exteriores Mijaíl Bogdánov, en declaraciones recogidas por la agencia Sputnik. Será su segunda gira continental en menos de un año, destinada a recabar apoyos diplomáticos para el Kremlin y reforzar la creciente influencia rusa en África.
Está previsto que el veterano ministro de Asuntos Exteriores visite ocho países del continente. Marruecos es por el momento el único país confirmado en el itinerario por el Ministerio que encabeza Lavrov. Existe, además, “una comunicación bilateral con los ministros de Exteriores de los países árabes, incluidos, por supuesto, los países árabes del Norte de África”, avanzó Bogdánov, por lo que la gira podría extenderse por Oriente Próximo.
Lavrov ya visitó en julio cuatro países africanos con el objetivo de sumar apoyos diplomáticos para Rusia en plena invasión de Ucrania. El diplomático ruso aterrizó en Egipto, Congo-Brazaville, Uganda y Etiopía, y para el analista del Instituto para los Estudios de Seguridad de África (ISS) Peter Fabricius, pareció tener “una buena acogida”. “No solo con los dirigentes de los cuatro países de destino, cuidadosamente elegidos, sino también en Adís Abeba, donde se reunió con los embajadores de varios otros países”.

El Kremlin dedicará los desplazamientos de enero y febrero a la organización de la segunda cumbre Rusia-África en San Petersburgo, prevista para julio de 2023.
La ciudad balneario de Sochi acogió la primera cumbre en octubre de 2019, a la que acudieron 43 jefes de Estado y de Gobierno. Aquel encuentro multilateral, copresidido por los presidentes ruso y egipcio, Vladímir Putin y Abdel Fattah El Sisi, sirvió para acercar posturas y reforzar la cooperación a varios niveles entre las partes. Putin pretende repetir la gesta tres años después con el objetivo de mandar un mensaje de fuerza y reparar su imagen global, fuertemente dañada por la agresión sobre Ucrania.
“Hemos enviado invitaciones a todos los participantes [de la última cumbre], pero la tarea principal es lograr un encuentro productivo. Por supuesto, contamos con la participación representativa de las delegaciones africanas de más alto nivel”, detalló el embajador Oleg Ozerov, al frente de la secretaría del Foro de Asociación Rusia-África. El diplomático añadió que, en esta segunda edición, el programa incluirá en la agenda cuestiones relacionadas con la cooperación política, comercial, económica, de inversión, científica, técnica y humanitaria.

Pero el Kremlin quiere enfocar las jornadas en los temas de seguridad alimentaria y energética. “Rusia tiene algo que ofrecer: tanto cereales como fertilizantes... Además de la energía, hay otros sectores en los que Rusia puede ofrecer su experiencia: petróleo y gas, infraestructuras de transporte, aviación y automoción, tecnología informática y agricultura”, explicó Ozerov.
El diplomático ruso al cargo de las relaciones con África aseguró que la mayoría de los países del continente perciben a Moscú como “un aliado que lucha contra la dominación neocolonial de Occidente”, además de un “mercado alternativo” al de Estados Unidos y la Unión Europea.
Después de varias décadas de ausencia, Rusia reapareció con fuerza en África hace poco más de tres años, coincidiendo precisamente con la primera cumbre de Sochi. En este periodo, el Kremlin ha conseguido infiltrarse con éxito en el continente a través de tres herramientas principales: la herencia colonial, la fortaleza militar y los canales de información alternativos.
El respaldo de la extinta Unión Soviética a los movimientos poscoloniales africanos en plena Guerra Fría influye en la actualidad. Como recuerda el analista del Centro para el Desarrollo Global (CGD) W. Gyude Moore, los sujetos políticos que ascendieron al poder durante el periodo de descolonización en países como Sudáfrica, Namibia o Zimbabue siguen gobernando y, además, consideran a Rusia como la heredera natural de la URSS.

“El segundo motivo es que un número considerable de países africanos compran armas a Rusia, dependen de estos suministros, y, por lo tanto, no quieren molestar a Moscú. La situación en muchos de ellos es inestable, es extremadamente importante para ellos tener un acceso confiable no solo a las armas, sino que pueden necesitar asesores militares extranjeros que Rusia está dispuesta a proporcionar”, explica W. Gyude Moore en una entrevista para Radio Free Europe.
Destaca en este punto la influencia del Grupo Wagner. La compañía militar privada, en manos del polémico oligarca Yevgueni Prigozhin, ha desplegado decenas de miles de mercenarios en más de una decena de países africanos con la connivencia de las autoridades. Desde Libia hasta Mozambique, pasando por Sudán y la República Centroafricana. Mali fue el último en sumarse a esta lista.
Pero Rusia terminó de afianzar su presencia en el continente a través de los medios de difusión y canales de información alternativos. También mediante redes sociales, en las que ha sido capaz de instalar una narrativa corrosiva con Occidente que ha ido calando a medida que avanzaba la guerra en Ucrania. El Kremlin ha sabido aprovechar el fuerte aumento en los precios de los combustibles y los alimentos para promover la falsa narrativa que acusa a las sanciones occidentales de la crisis alimentaria.
Rusia ni siquiera ofrece ayuda humanitaria como contraprestación a los Estados africanos. El interés del Kremlin radica en la explotación de los recursos naturales, un objetivo para el que utiliza a los mercenarios rusos de Wagner.

Washington se ha adelantado a Rusia y acogerá a mediados de diciembre la cumbre Estados Unidos-África. La diplomacia estadounidense ha expedido invitaciones para casi todos los países africanos, con la excepción de Mali, Burkina Faso, Sudán y Guinea, cuatro países que han experimentado recientemente golpes de Estado militares contra regímenes democráticos. Así, la Administración Biden quiere subrayar su condena contra este tipo de acciones y mandar un mensaje al resto del continente.
La cumbre fue anunciada hace un año, sin embargo, la invasión rusa de Ucrania ha empujado a la diplomacia estadounidense a hacer algunos ajustes en el guion. Han sido muchos los países africanos que han evitado condenar la agresión de Rusia. 28 de los 54 Estados africanos firmaron la resolución condenatoria contra Moscú en el marco de la Asamblea General de la ONU, el resto decidió abstenerse o no votar. Solo Eritrea, la Corea del Norte africana, fue el único en votar en contra. Por ponerlo en términos globales, más de la mitad del grupo de 50 países que no condenaron la invasión rusa de Ucrania eran africanos. Estos números dan buena muestra de la influencia rusa en el continente.
Pero el movimiento de Estados Unidos no responde a la estrategia del Kremlin, cuya representación en África es incluso menor a la de Turquía. Washington centra sus esfuerzos en contrarrestar el avance de China. El gigante asiático ha enfocado sus inversiones en África en la construcción de infraestructuras para facilitar el abastecimiento de materias primas. Estados Unidos deberá ahora hacerse un hueco.