El domingo por la mañana, el presidente francés Emmanuel Macron llamó a su homólogo argelino, Abdelmadjid Tebboune, “para presentarle sus felicitaciones con motivo del Eid El-Fitr (fin del Ramadán)”, según un comunicado de la Presidencia argelina. Pero, sobre todo, para hablar “de las relaciones bilaterales y de los medios para reforzarlas, en particular de la visita de Estado del presidente de la República a Francia”, añadió la misma fuente.
Una semana después de la llamada telefónica del ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, a su homóloga francesa Catherine Colonna, anunciando la sorprendente decisión argelina de anular la visita de Tebboune a París prevista para los días 2 y 3 de mayo, Emmanuel Macron descuelga el teléfono y llama al inquilino de El-Mouradia con el pretexto de felicitarle por la fiesta del Eid El-Fitr para relanzar la idea de esta visita de Estado que está adquiriendo proporciones de serial mexicano.
Cabe señalar que nunca antes un jefe de Estado francés había felicitado a un rey o a un presidente de un Estado musulmán con motivo de una fiesta religiosa musulmana. Macron, como sus predecesores, nunca lo había hecho ni con Bouteflika ni con Tebboune. Si lo hace ahora es sólo para justificar su llamada telefónica, que tiene por único objetivo la renovación de la invitación a una visita de Estado anulada unilateralmente por la parte argelina, como recordó una vez más una fuente francesa al diario Le Monde, hace poco.

En el cerco de Marruecos, que retiró a su embajador en París el 19 de enero, y distanciada de Túnez desde que este último se empantanó en una crisis política que ha desembocado en una grave crisis económica, Francia ha perdido mucho terreno en la estratégica región norteafricana. Incluso Libia, donde desempeñó un papel importante en la caída del régimen de Gadafi, está ahora fuera de su influencia. ¿Qué le queda a Francia en una zona que antaño estuvo bajo su dominio?
Macron tiene mucho que ver con el aislamiento de Francia en una región considerada, hasta hace muy poco, como su dominio privado. Es por ello por lo que ahora se aferra desesperadamente a una Argelia cuyas torpezas le han hecho ver todos los colores. La retirada del embajador argelino en París dos veces en menos de 18 meses dice mucho de la fragilidad de las relaciones entre ambos países, especialmente por parte argelina.
Francia sabe que siempre puede mantener a Argelia como tabla de salvación por varias razones, la más importante de las cuales es el aislamiento de Argelia en la escena internacional. Un aislamiento que París aprovecha para mantener el control sobre su antigua colonia, cuyos dirigentes son tan impopulares en el interior como en el exterior.
El régimen político-militar de Argel, como lo calificó Macron en octubre de 2021, necesita el apoyo francés, después de haber sufrido una vergonzosa afrenta por parte de Arabia Saudí, que apartó a Argel del proceso de retorno de Siria a la Liga Árabe, a lo que siguió otro revés en la escena africana con el nombramiento de la diplomática marroquí Amina Selmane como representante permanente de la UMA ante la Unión Africana y el estrepitoso fracaso de la cumbre árabe de Argel del pasado noviembre, boicoteada por todos los gobernantes del Golfo Árabe.

París y Argel constituyen, en cierto modo, una pareja que se ha dejado caer por todos lados y cuyos miembros se ven obligados a componer juntos a pesar de sus diferencias.
Y para que la visita oficial se lleve a cabo como desea Macron, habría que considerar la posibilidad de invitar al líder de los verdaderos responsables de Argel, el general del Ejército Saïd Chengriha, según habría susurrado Tebboune a Macron durante su conversación telefónica. Así, ya no se hablará de la insuficiencia de los expedientes y acuerdos, ni de la descontaminación de las zonas de pruebas nucleares durante los años 50, ni de los archivos.
En cuanto a la protesta social esgrimida como pretexto por los medios de comunicación argelinos para justificar la anulación de la visita del 2 de mayo, nada dice que haya encontrado una solución de aquí al próximo mes de junio. Pero, si el general Chengriha participa en el viaje, nadie en Argel.