María Senovilla: “Combatientes europeos en Ucrania afirman que no luchan por dinero”

La reportera y periodista María Senovilla, colaboradora de Atalayar, analizó en el programa “De cara al mundo” de Onda Madrid el llamamiento de combatientes extranjeros a una de las brigadas más prestigiosas de Ucrania. Además, consideró la identificación de cientos de menores ucranianos dados en adopción ilegalmente a familias rusas.
María, has hablado con soldados extranjeros que combaten con Ucrania en esa tercera brigada. ¿Hablan español?
Efectivamente, es un batallón de hispanohablantes. La nacionalidad predominante de combatientes voluntarios en toda Ucrania es la colombiana, prácticamente desde el principio de la guerra, pero también encontré chilenos, peruanos, mexicanos y algún español.
“Venía a Ucrania, siempre por la población civil, que es la que está sufriendo, y por todos mis compañeros. Yo tengo decidido ser sanitario de combate y ayudar a mis compañeros, pero principalmente yo no vengo por dinero. En España vivo muy bien. Vengo por la población civil de Ucrania, que es la que sufre, y, como he dicho antes, por mis compañeros, simplemente”.
Estábamos escuchando a un combatiente de la región de Murcia. Su apodo de combate era “España”. Me decía que él no venía por ese incentivo económico, aunque los combatientes que van a primera línea y los que se unen a la tercera brigada de asalto pueden cobrar sueldos que están ahora entre más de 3.000 y hasta casi 5.000 dólares, por estar en esos puestos de primera línea de combate.
Pero, él insistía que, para los combatientes de origen europeo, el dinero no era el principal reclamo, y si lo era un poco, solidarizar. Él hacía mucha alusión a sus compañeros, a la camaradería militar y a ese estilo de vida, y por supuesto, al sufrimiento de la población civil, que, como venimos contando a lo largo de todo este año, se ha intensificado, a la vez que se intensifican esos bombardeos contra las ciudades y contra los objetivos civiles que Rusia no para de enviar.
También les preguntaba a estos combatientes por qué habían decidido venir en este punto, que es uno de los peores, porque ahora mismo el conflicto de Ucrania, aunque ya no sale tanto en prensa, está en un momento muy tensionado con esa carrera que los dos combatientes están llevando a cabo, para, antes de que Trump acceda a la Casa Blanca, intentar ganar terreno. España, nuestro combatiente, nos decía lo siguiente.

“Sabemos que la cosa es dura, que el trabajo que tenemos es duro, pero a nosotros aquí nadie nos ha obligado a venir. Venimos porque queremos, venimos porque queremos ayudar. Es difícil, es duro. Yo tengo compañeros ya en primera línea que lo están sufriendo, pero para eso me he venido. El que no quiera venir, que no venga”.
Otro de los temas que he tenido ocasión de hablar con estos combatientes voluntarios fue el concepto de mercenario. En España tenemos un poquito más claro cuándo un combatiente es mercenario, porque ingresa en un Ejército privado y va a cumplir diferentes misiones, y cuándo es un combatiente voluntario integrado en un Ejército regular. Pero en Latinoamérica esa línea está más desdibujada y una de las cosas que les afean a los combatientes voluntarios latinoamericanos es que les tildan de mercenarios.
Todos dicen que aquí se viene con un contrato de trabajo. Los que firman con el Ejército ucraniano, combatientes, extranjeros me refiero, tienen los mismos derechos y casi las mismas obligaciones que los ucranianos. La única que no tienen es no poder salir del país, porque solo se aplica a los ucranianos. Pero a nivel contrato laboral, el que firmas con el Ministerio de Defensa para trabajar en el Ejército, tiene las mismas prestaciones. Y de hecho España así nos lo confirmaba.
“La tercera brigada de asalto a mí me da garantía de tener un contrato laboral, una seguridad social, un sueldo, unas garantías que otras comunidades no dan, simplemente”.
Junto con estos combatientes, a “España” lo encontré en el campo de entrenamiento con ellos a lo largo de la mañana, pero luego por la noche conseguí que me llevara a las posiciones de combate, donde ya la primera hornada de este batallón de hispanohablantes ya está servida. Ahí había, por cierto, otro español y me decían que ya al menos 50 efectivos estaban desplegados en primera línea, defendiendo trincheras en el frente de Kupiansk, que es ahora mismo uno de los más tensionados del este del país, y que probablemente hubiera más de 300 o 400 personas que han acudido a esa llamada de la tercera brigada de asalto.

La tercera brigada de asalto venía de miembros que habían pertenecido a la brigada Azov, y cuando el Ministerio de Defensa ucraniano decidió oficializarlos, porque eran paramilitares, se crearon dos brigadas, porque había bastantes efectivos. Una fue la brigada número 12 de la Guardia Nacional, que es la que heredó el nombre de Azov, pero la tercera brigada de asalto también estaba conformada por muchos de esos combatientes. El poder de convocatoria que ha tenido, cuando a principios de septiembre anunciaron que se abrían a combatientes extranjeros, que hasta septiembre no los aceptaban, ha sido muy grande.
Los que se incorporan al batallón de extranjeros de la tercera brigada de asalto se entrevistan en línea desde sus países de origen, envían los currículums con su experiencia militar y demás, y cuando los aceptan, vienen directamente a incorporarse. No son como en otras brigadas, que tú primero vienes a Ucrania y luego te buscas la vida a ver dónde te incorporas. Estos están bastante más profesionalizados. Fue bastante interesante ver que aún tienen ese poder de convocatoria, de traer extranjeros, cuando la situación, sobre todo en primera línea, está muy complicada, y el reclamo tan brutal que ha tenido esta brigada tan popular a la hora de traer gente.

María, hay más incorporaciones y la necesidad aprieta. Las autoridades ucranianas aceptan el regreso de los desertores sin consecuencias penales. ¿Cuántos han vuelto ya?
El Parlamento ucraniano ha aprobado una ley el 29 de noviembre, que permite que los desertores se reincorporen sin consecuencias penales, y, en 72 horas, 3.000 personas dijeron que volvían a la brigada.
O sea, esto nos puede hacer una idea del número de desertores que ha habido aquí dentro del territorio nacional, sobre todo, en este último año, de movilizaciones forzosas. Es un problema que se venía hablando de fondo, pero nadie daba cifras concretas, nadie te decía cuánta gente había abandonado su brigada, y el saber que, en 72 horas, desde que se ha aprobado esta ley, 3.000 han vuelto a sus puestos, nos hace una idea un poquito clara de la dimensión del problema.
Los que vuelven no se pueden incorporar a la brigada en la que estaba. Esto ha sido una decisión que han tomado para evitar represalias, de que otros compañeros los miren como desertores. Ellos se incorporan a un puesto similar al que tenía, pero en alguna de las otras 17 brigadas restantes que tiene Ucrania. Esta ley despenaliza cualquier consecuencia penal que pudieran tener por abandonar su puesto, y eso sí pone un mes en vigor para que la gente se reincorpore, es decir, los que no se hayan reincorporado antes del 1 de enero no podrán beneficiarse de esta despenalización por cometer deserción. Ucrania necesita hombres en este momento.
Y daños colaterales absolutamente execrables, inaceptables, de esta guerra. Han identificado a casi 400 niños ucranianos dados en adopción ilegalmente a familias rusas.
Dados en adopción forzosa, esa es la palabra.
A finales de 2022 salió a la luz una investigación del Consorcio Internacional de Periodismo, muy bien fundamentada, en la que hablaban de miles de niños deportados ilegalmente a suelo ruso. Se habló en aquel momento de más de 13.000 menores, a quienes primero hay que encontrar e identificarlos y es un proceso que está siendo muy lento. Ya han vuelto, me parece que han sido algo más de 1.000 menores. En muchos casos han tenido que ir las madres a suelo ruso a buscarlos y a traerlos. Pero en el caso de esta investigación de la que hablamos ahora, en la que se han identificado más de 300 niños, esto ha emanado de una investigación del Departamento de Derechos Humanos de la prestigiosa Universidad de Yale.

Durante casi tres años han estado investigando el tema, buscando conexiones y han identificado a los menores que han sido dados a tutores en concepto de familia de acogida o directamente en adopción forzosa, niños que tienen padres en Ucrania y que les han dado en adopción a otras familias rusas.
Yale hace esa asociación del intento de rusificar a estos menores y de esa especie de lavado de cerebro que se les hace diciéndoles que Ucrania no existe, que ellos no pertenecen a Ucrania y que ellos en realidad son rusos. El crimen de guerra “va ganando puntos” cada vez que tiramos un poquito de hilo y vemos hasta dónde llegan los matices. Ha sido una de las historias terribles que nos han llegado esta semana.