El primer ministro israelí aplaza sus planes para finales de abril, pero mantiene la medida que socavaría la independencia judicial

Netanyahu congela su reforma judicial para despejar la tormenta política

PHOTO/ARCHIVO - El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu

Netanyahu gana tiempo. El primer ministro israelí compareció en la tarde del lunes para anunciar la paralización de su polémica reforma judicial que ha conducido a Israel hacia una de las mayores crisis políticas de su historia. “Con el fin de evitar una grieta en nuestro pueblo, he decidido suspender la votación de la segunda y tercera lectura de la legislación en la actual sesión de la Knesset, para tratar de llegar a un entendimiento sobre la legislación durante la próxima sesión”, declaró Bibi en un mensaje conciliador, pero de tono desafiante. No habrá reforma, al menos, hasta el próximo 30 de abril, cuando la Cámara vuelva a reunirse tras el receso que comienza este domingo. 

Pero Bibi ratificó su compromiso de implementarla. “Insistimos en la necesidad de introducir las correcciones necesarias en el sistema judicial. Estamos aprovechando una oportunidad para lograrlas con un amplio acuerdo”, subrayó Netanyahu, que dijo contar con el respaldo de sus socios de coalición. El primer ministro mantiene el pulso contra los cientos de miles de manifestantes que han colapsado durante las últimas 12 semanas las calles del país. No archiva la medida, sino que la pospone en búsqueda de consenso con la oposición. Su objetivo, dijo, es “proporcionar una oportunidad real para un diálogo real”. 

“Soy consciente de la enorme tensión que se está creando entre los dos bandos, las dos partes de la nación. Estoy atento al deseo de muchos ciudadanos de aliviar esta tensión”, añadió después de comparar la situación en Israel con la historia bíblica del rey Salomón y las dos mujeres que reclamaban la maternidad del mismo hijo. “También hoy, ambas partes en la disputa nacional reclaman el amor del bebé, el amor del país”. Así, Netanyahu trataba de marcar su perfil de estadista, pero la responsabilidad de que Israel esté “en medio de una crisis que pone en peligro la unidad básica entre nosotros”, como apuntó en su alocución, es suya.

Tel Aviv

El anuncio “llega demasiado tarde, cuando ya se han causado daños inconmensurables al Estado, al Ejército y a la economía”, escribe el columnista Amos Harel en el diario Haaretz. “Resulta más difícil que nunca dar crédito a las promesas del primer ministro. Hay buenas razones para sospechar que Netanyahu solo intenta adormecer al movimiento de protesta y a la oposición mientras espera el siguiente momento oportuno”. La calle recibió la noticia de la misma forma, con escepticismo. Si no va un paso más allá y da carpetazo a la reforma judicial, las protestas multitudinarias contra el Gobierno continuarán. 

La declaración institucional de Netanyahu, grabada desde la oficina del primer ministro en la calle Gaza de Jerusalén, que horas antes habían rodeado centenares de manifestantes, no aplacó los ánimos. De hecho, las protestas alcanzaron el lunes cotas inéditas desde que dieran comienzo en enero en respuesta a la destitución del ministro de Defensa, Yoav Gallant, que pidió aplazar la reforma por motivos de seguridad nacional. Las huelgas afectan ya a hospitales, escuelas y aeropuertos. Mientras, el sindicato mayoritario de Israel, Histadrut, anunció una huelga general a escala nacional hasta que se suspenda definitivamente la medida. 

Gallant, que había aireado en privado sus diferencias con Netanyahu en relación con la reforma, hizo públicos los temores de la cúpula militar. El ministro, en estrecho contacto con los altos mandos de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) intuía que la situación podría conducir al país hacia un punto de no retorno. En una huida hacia delante, Bibi anunció su cese. Sin embargo, el primer ministro todavía no le ha enviado una carta formal de destitución, por lo que su salida del Gobierno no se ha efectuado. Miembros del Likud, el partido del que también forma parte Gallant, presionan ahora al primer ministro para revocar la decisión.

Yaviv Levin Bibi Netanyahu

Netanyahu acabaría cambiando de criterio después de conseguir el apoyo de su ministro de Justicia, Yariv Levin. El principal promotor de la reforma judicial que concedería al Gobierno la capacidad de seleccionar a los jueces del Tribunal Supremo había amenazado con presentar su renuncia en caso de que su jefe de filas se echara atrás. Pero modificó su postura en la tarde del lunes, unos minutos antes de la aparición en escena de Netanyahu. Levin se comprometió a respetar cualquier decisión del primer ministro y a trabajar para estabilizar la coalición con el fin de evitar la caída del Gobierno, el más escorado a la derecha de la historia de Israel. 

Netanyahu también había conseguido granjearse el apoyo del incendiario ministro de Seguridad Pública, Itamar Ben Gvir. El líder del radical Otzma Yehudit (Poder Judío, en español) concedió un plazo de cuatro meses al Gobierno para aprobar la reforma en la Knesset, aunque no haya acuerdo con la oposición. A cambio, Bibi aceptó la creación de una Guardia Nacional bajo el control directo del Ministerio de Ben Gvir, que operaría como una milicia privada. “El líder de extrema derecha, terrorista convicto y racista en el pasado, que fue blanqueado y legitimado por Netanyahu, parece tener ahora a su disposición lo que podría compararse con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán”, escribe el periodista Attila Somfalvi en las páginas de opinión del Yedioth Ahronoth, el periódico de mayor circulación de Israel. 

La oposición, dividida 

El anuncio del primer ministro reveló las diferencias de la oposición. Pero la postura mayoritaria entre las formaciones políticas tiende hacia el diálogo. El ex primer ministro Yair Lapid, cabeza visible de la segunda fuerza del país, el liberal Yesh Atid (Hay Futuro, en español), dijo estar dispuesto a entablar negociaciones con el Gobierno siempre y cuando el presidente Isaac Herzog esté presente. El jefe de Estado, que se pronunció por primera vez a principios de marzo para pedir a Netanyahu que tomara otra vía para reformar la judicatura, repitió el lunes el mismo mensaje

Isaac Herzog

El líder del centrista Partido de la Unidad Nacional, Benny Gantz, también recibió de buen grado la declaración de Netanyahu. “Más vale tarde que nunca”, expresó el que fuera ministro de Defensa y antiguo socio de coalición del actual primer ministro, que crece exponencialmente en las últimas encuestas. Según el sondeo de Canal 12, la plataforma de Gantz ocuparía 23 asientos en la Knesset por los 12 que tiene ahora. Se quedaría a solo un escaño de Yesh Atid gracias a los votos que abandonarían un Likud en horas bajas. 

Pero otras voces de la clase política cierran filas con los manifestantes, que desconfían de los cantos de sirena de Bibi. “Es imposible negociar cuando Netanyahu y sus socios continúan el proceso legislativo”, apuntó Avigdor Lieberman, del derechista Israel Beitenu. En el mismo sentido se expresó la líder del Partido Laborista, Merav Michaeli. “¿Cuántas veces más podemos caer en la trampa de cooperar con Netanyahu?”, se preguntó. 

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