Suzanne Zaura
Durante décadas hemos asistido de manera impasible a la masacre silenciada de los rohingya en Myanmar, Birmania. Los rohingya son una minoría musulmana que habita mayoritariamente en la zona occidental del país, en Rakhinees, pero, al no ser reconocidos como ciudadanos por el gobierno, han sido, y son, criminalizados por la mayoría budista convirtiéndose así en una de las comunidades más perseguidas del mundo.
Miles de rohingya huyen cada año de Birmania y de su país vecino Bangladesh para poder salvaguardar sus vidas buscando destinos como Malasia o Indonesia entre otros. Pero incluso en ese intento de huida arriesgan también sus vidas. Es la eterna condena del refugiado.
La crisis humanitaria se ha recrudecido en estos últimos meses convirtiéndose claramente en una limpieza étnica a manos de las milicias budistas y fuerzas gubernamentales. Concretamente cerca de 500.000 personas se han tenido que refugiar en Bangladesh, pese a todas las dificultades por entrar al país, y más de mil han sido vilmente asesinados.
El Alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Raad al Hussein, ha exigido al Gobierno birmano el cese de la "cruel operación militar" y depure responsabilidades de "todas las violaciones que se hayan cometido", ya que podríamos estar hablando perfectamente de crímenes contra la humanidad.
Y, como de costumbre, entre los más damnificados sobre este escenario se encuentran los niños. Más del 60 % de los rohingya que han huido de esta escalada de violencia no llegan a tan sólo 18 años. Niños desnutridos, desatendidos, con falta de educación, en shock, desnudos, traumatizados tras haber sido testigo de fuertes masacres como la quema de personas vivas y cadáveres esparcidos por las calles. Una infancia perdida a esperas de un presente y porvenir incierto.
Según datos de UNICEF, de los casi 500.000 rohingya que han huido de Birmania, cerca de 230.000 son menores de 18 años y calculan que para finales de año podría llegar a incrementarse hasta 600.000. Cabe destacar que las agencias humanitarias se encuentran totalmente al borde del colapso, instando al gobierno al cese de hostilidades y buscando recursos a nivel mundial. "La situación en Bangladesh nos está sobrepasando, ya que hemos pasado de gestionar unos 100.000 refugiados a casi medio millón en cuestión de días” apunta la responsable de UNICEF.
Human Appeal es otra de las organizaciones que ha conseguido introducir ayuda humanitaria tanto en Birmania como en Bangladesh, tratando de socorrer en la medida de lo posible a estos pequeños desamparados olvidados, por ahora, por la comunidad internacional.