M.B.M./lainformacion.com
Pie de foto: Hermanos terroristas
Abundan las repeticiones de un mismo apellido en dos, tres o cuatro ocasiones, en las listas de investigaciones judiciales abiertas en Francia y Bélgica. Inventan una identidad de un islam agredido, de niños muertos en bombardeos. Se radicalizan y se reconfortan los unos a los otros", explica el psiquiatra y ex agente de la CIA Marc Sageman.
Muchos expertos encuentran motivos psicológicos y tácticos al hecho de que muchos hermanos decidan radicalizarse y formar parte de células yihadistas.
Los hermanos Khalid e Ibrahim El Bakraoui en Bruselas el pasado martes, los hermanos Merah en 2012 en Toulouse (sur de Francia), los Kouachi en el atentado contra Charlie Hebdo en París hace un año, los Abdeslam y los Abaaoud en noviembre, en París, así como los Tsarnaev que cometieron el atentado contra el maratón de Boston en 2013.
Pie de foto: Los hermanos Tsarnaev que cometieron el atentado en el maratón de Boston en 2013.
En los últimos años, numerosos hermanos de sangre se convirtieron en hermanos de armas contra quienes consideran "enemigos del islam".
Abundan las repeticiones del mismo apellido, llegado a aparecer el mismo en dos, tres o cuatro ocasiones, en las listas de investigaciones judiciales abiertas en Francia y Bélgica de viajes a zonas controladas por el Daesh en Siria e Irak.
Se radicalizan tras construir una identidad basada en el rencor
"Es un fenómeno natural", afirma el psiquiatra y ex agente de la CIA Marc Sageman, que fue uno de los primeros en señalar, en un libro aparecido en 2003, ese fenómeno. "Se desarrolla la identidad social hablando primeramente a los familiares. Y por supuesto los familiares son ante todo los hermanos y los amigos de infancia", señala.
"Es lo que yo llamo la activación de la identidad social. Se trata de una cuestión de proximidad. Es por ello que hay en los grupos yihadistas tantos hermanos, a veces hermanas, y amigos de barrio. Crecieron juntos, se inventan una identidad de un islam agredido, de mujeres y niños muertos en bombardeos. Se radicalizan, se reconfortan los unos a los otros", explica Sageman.
Pie de foto: Los hermanos Kouachi participaron en el atentado contra Charlie Hebdo en París hace un año
Ni lavado de cerebro ni adoctrinamiento
Frente a la rigurosa vigilancia organizada después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en las mezquitas y lugares de culto, esos pequeños grupos familiares, en los que es imposible infiltrarse, s e cierran en sí mismos y aprenden en la red las técnicas de simulación.
"Es una cuestión de confianza", agrega Marc Sageman. "Naturalmente te fías de un pariente. Y cuando se trata de arrastrar a alguien contigo, el blanco más lógico es tu hermano menor o tu hermano mayor. Es el mismo fenómeno que las bandas callejeras. No se necesita ni lavado de cerebro ni adoctrinamiento".
El hermano más joven es el que más tiene que demostrar
Patrick Amoyel, psicoanalista y profesor de psicopatía en Niza (sudeste de Francia), trabaja, en el marco de una asociación denominada Entr'Autres, en la desradicalización de jóvenes seducidos por las tesis yihadistas. En contacto con las familias, notó la presencia de muchos hermanos.
"Dentro de ellos, la influencia funciona en las dos direcciones", declara Amoyel. "Se encierran rápidamente en una suerte de confusión psíquica. Hay algo de un poco loco, un poco irracional en ese proceso", sostiene.
La psicóloga de la asociación Entr'Autres, Amélie Boukhobza acota que "es a menudo el más joven el que tiene más cosas que demostrar, un lugar que encontrar, el que influencia al mayor".
Cuando la radicalización adquiere 'coherencia'
Una vez que esa burbuja de radicalización se ha instalado, a menudo sin que se den cuenta los otros parientes, adquiere una 'coherencia' y una resistencia a toda prueba.
" Puede ampliarse a los círculos de amigos cercanos, con, por ejemplo, el mejor amigo que se casa religiosamente con la hermana, y eso crea células muy homogéneas desde el punto de vista psicológico y afectivo", agrega Amoyel.
Un círculo de influencia entre los hermanos
"A ese nivel se produce una consolidación afectiva mutua que es sumamente sólida, difícil de romper. Lo hemos visto a menudo. Y esto no remite en absoluto a la enfermedad mental, no es del campo de lo psicótico ni de lo psicopatológico", explica el psicoanalista.
" Es un círculo permanente de influencia de uno hacia el otro y viceversa, y puede desembocar en cualquier cosa", declara Amoyel, citando las "ganas de sobrepasar el límite, de ir hacia la rebelión absoluta", lo cual puede concluir en acción terrorista.