El camino que seguirá el juicio del impeachment se va perfilando. Se han conocido ya las normas definitivas del juicio político sobre Donald Trump que se desarrollará a lo largo de los próximos días en el Senado. El punto más relevante se relaciona con la admisión de nuevas pruebas, reclamada por los demócratas para apuntalar definitivamente el caso contra el presidente, pero que ha sido rechazada por los republicanos.
Este lunes, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta, el senador por Kentucky Mitch McConnell, había hecho pública su propuesta para fijar el reglamento que debía ordenar la fase definitiva del impeachment. A lo largo del martes, se discutieron las enmiendas propuestas por los demócratas. La sesión parlamentaria se dilató hasta tal punto de que terminó en la madrugada del martes.
El punto más controvertido giraba en torno a la admisión o el rechazo de pruebas adicionales. Como era de esperar, los republicanos han bloqueado las cuatro enmiendas presentadas por los demócratas que, sobre el papel, podrían haber empeorado la situación de Trump. Aunque algunos senadores conservadores, como Susan Collins y Mitt Romney, se habían abierto a escuchar más testimonios, a la hora de la verdad no ha habido sorpresas.
El líder de la minoría demócrata, el neoyorquino Chuck Schumer, había solicitado el acceso a documentos y grabaciones de la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y la Oficina de Gestión y Presupuestos. Según venía argumentando el partido de la oposición, el requerimiento estaba motivado por la salida a la luz de nuevas evidencias que vinculan directamente a Trump y su abogado personal, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, con la trama ucraniana.

A pesar de que la decisión del senado era previsible, ha generado bastante malestar entre algunos pesos pesados demócratas. “Las reglas de McConnell parecen diseñadas por el presidente Trump y para el presidente Trump. Resultarán en un proceso precipitado, con pocas evidencias y envuelto en oscuridad”, se ha lamentado Schumer. “Las pruebas contra Trump son ya abrumadoras, pero estos testimonios eran necesarios para mostrar la escala real del comportamiento inadecuado del presidente y de aquellos que lo rodean”, ha manifestado Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes y uno de los elegidos para representar a su partido en el Senado.
Su compañero Jerrold Nadler, a cargo del Comité Judicial, ha afeado el obstruccionismo de los republicanos: “Insisten en que el presidente no ha hecho nada malo, pero se niegan a admitir más pruebas y a escuchar a los testigos”. No es la primera vez que algunas comparecencias son impedidas. El propio Trump ya vetó la comparecencia de testigos clave durante la fase de investigación en la Cámara Baja; un poder que seguirá manteniendo hasta el final del juicio.

Precisamente, la obstrucción al Congreso en el ejercicio de sus funciones es uno de los dos delitos de los que está acusado el actual inquilino del 1600 de la avenida de Pensilvania. El otro es abuso de poder, que Trump, presuntamente, ejerció sobre su homólogo ucraniano Volodimir Zelenskiy. Según las conclusiones de la Cámara de Representantes, el presidente de Estados Unidos se valió del programa de ayudas a Kiev para forzar al dirigente europeo a que investigase los trapos sucios del demócrata Joe Biden, uno de los favoritos en las primarias para los próximos comicios presidenciales, y de su hijo Hunter con la empresa de gas Burisma.
Está previsto que los denominados “gestores del impeachment” expliquen estos cargos en la Cámara Alta a partir de la tarde de este miércoles. En total, dispondrán de 24 horas distribuidas a lo largo de tres días. Una vez expuesta la acusación, el equipo de abogados de la Casa Blanca, liderado por Pat Cipollone, dispondrá del mismo tiempo, igualmente distribuido a lo largo de tres jornadas, para trasladar los argumentos de la defensa. Es incierto qué líneas explotará Trump para refutar los cargos. Hasta la fecha, su estrategia principal ha consistido en negar que haya cometido ningún acto ilícito, y ha defendido la limpieza de sus conversaciones con Zelenskiy.

Según el reglamento estipulado, existe la posibilidad de que la Presidencia introduzca una moción para desestimar todas las acusaciones. Sin embargo, no parece que Trump vaya a optar por ese camino, entre otras razones, por el perjuicio que tal decisión podría causar a su imagen pública en año electoral. En caso de que, finalmente, la propuesta fuese formulada, se precisaría una mayoría simple que los republicanos tienen asegurada para aprobarlo.
Lo más probable, sin embargo, es que el presidente permita que el juicio continúe su curso, puesto que todas las apuestas están a su favor. Para forzar su destitución, se necesitaría una mayoría cualificada de dos tercios, lo que se traduciría en 67 de 100 votos favorables. Según el reparto de escaños actual, el Partido Demócrata cuenta con 45 senadores, más dos independientes afines que, si se cumplen las previsiones, apoyarán el cese de Trump. Aún necesitarían, por tanto, el respaldo de veinte senadores republicanos.