La pandemia de COVID-19 tiene un gran impacto en la ya compleja zona del Sahel, causando una conjunción de crisis sanitaria, económica, alimentaria, social y de seguridad

El Sahel en tiempos de pandemia: ¿Aún peor?

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¡Ya era una tormenta perfecta…

El Sahel1 («orilla» o «borde» es la acepción del término) conforma la franja de tierra, al sur del desierto de Sahara, a la que suele hacerse referencia como una zona bioclimática, pues integra las tierras existentes entre el gran desierto al norte y la sabana al sur.

Al compás de los ritmos de lluvias, incidencias climáticas y del crecimiento constante del Sahara, se mueve el espacio saheliano; y con él, sus gentes, que en la movilidad han encontrado la respuesta secular a la vida en esa dura región. Dependiendo de las zonas, entre la mitad y dos tercios de la población viven de actividades relacionadas con el sector primario (ganadería, agricultura, pesca, etc.), al ritmo que marcan las lluvias y al compás de la existencia de tierra fértil y pastos, rotando las zonas de cultivo y con la existencia de una ganadería primordialmente trashumante; y ello también motiva que, si bien en ocasiones hay tierras y pastos para todos, cada vez sea más habitual la lucha por estos escasos recursos, pues el cambio climático y la creciente población presente en el terreno constituyen dos factores claves en la desestabilización del complejo equilibrio saheliano.

Y a dicha movilidad se suma la generada por las migraciones circulares, de ida y vuelta, hacia las ciudades, como modo de obtener recursos complementarios para poder pasar las malas rachas –en muchos casos asociadas a sequías-. También la materializada por las caravanas, por el comercio que sigue empleando las mismas rutas milenarias que han servido para mallar el continente africano, conectarlo con Europa y que atraviesan necesariamente esta zona, esta gran franja de terreno, caminos plenos de mercaderías y, por tanto, de riqueza… para el que pueda obtener beneficio, de alguna forma, de las mismas. Y, de manera creciente, en la actualidad, otro tipo de movilidad, de mayor radio de acción, la migración, ya sea a otros países de África o a Europa, entre otros destinos, como casi única manera de obtener los recursos de vida necesarios para uno mismo y para los suyos. Por tanto, pese a que pudiera pensarse que se trata de una zona remota y lejana, con desiertos y mares por medio, se encuentra sin embargo plenamente interconectada no solo con todo el continente, sino también con Europa.

Espacios, rutas… pero la estructura política está conformada sobre la base de Estados; esa «orilla» atraviesa los territorios de unos 11 países, aunque en muchas ocasiones, al hablar de Sahel, se haga referencia al denominado Sahel G5 (Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad). Y pese a los esfuerzos y los avances logrados, las estructuras comunitarias y tribales siguen teniendo mucho peso y fuerza, y ante Estados con bajos ingresos, ausentes en grandes áreas de esos amplios espacios, estas constituyen el referente primario. Y si además existen disputas seculares -¿y dónde no existen disputas de larga data?- y las actividades económicas básicas – agricultura y ganadería- están vinculadas normalmente a grupos étnicos distintos, las pugnas por los recursos se leen en clave étnica. Se conforma así una espiral de violencia tal que los Estados, con pocas herramientas de seguridad, sociales, económicas, y en muchas ocasiones cuestionados o acusados de corrupción en función de la adscripción étnica de sus dirigentes, se ven casi incapacitados de atajar.

Y si además el terrorismo se ha asentado con firmeza en la zona, y explota y alienta las disputas y debilidades institucionales, si controla espacios y rutas –por el beneficio económico que suponen- y se convierte casi en la única alternativa de vida posible en un entorno de inseguridad física, alimentaria y social creciente… la «tormenta» existente sobre el Sahel es inmensa. Al añadirse a ello el cambio climático –más desierto- y un crecimiento demográfico casi exponencial –un autentico «tsunami humano» 2- la «tormenta» se convierte en «tormenta perfecta» y con un radio de alcance e influencia creciente…

Por otra parte, las estimaciones3 previas a la pandemia, a veinte años vista, señalaban que para los países de Sahel la mayor parte de la población continuaría centrada en actividades económicas relacionadas con la agricultura y el pastoreo -pese a que será una de las regiones donde el cambio climático tendrá un efecto más significativo-, así como que los Estados sahelianos, especialmente los del G5, mantendrían unos índices de desarrollo humano de entre los más bajos del planeta, con una población que se habría duplicado respecto a la actual y en un entorno de extremismo y violencia que dificultaría la mejora en las condiciones de vida y de seguridad, y donde las remesas de los emigrantes seguirían constituyendo un elemento clave y esencial para la economía de la región.

Con esa realidad, y con ese panorama un tanto sombrío… ¿podría ser aún peor?...

… y llegó la COVID-19!

La pandemia, iniciada en China y que pasó rápidamente a Europa y al resto del mundo, en una secuencia que proporcionó más tiempo a unas zonas que a otras a adoptar medidas, se combate, hasta que exista un tratamiento o vacuna, como se ha hecho a lo largo de la historia, con confinamiento y con restricción a la movilidad, extremando las medidas de higiene y de distancia social, a efectos de minorar los contagios y su ritmo, para disminuir el número de afectados y así también evitar el colapso de los sistemas sanitarios.

Si bien en los momentos iniciales se decretó un rápido confinamiento en África, hecho que sumado a otra serie de hipótesis –población de media más joven, mayores temperaturas y un menor grado de interconexión global, especialmente en ciertas áreas- hizo que el crecimiento de los casos confirmados fuera muy inferior al de Europa o Estados Unidos. Pero, unos meses después, están creciendo exponencialmente los contagios –pese a la escasa proporción de test realizados, lo que dificulta la existencia de datos fiables-, e incluso los fallecidos por la enfermedad. Y de entre las tasas de mortalidad más altas en África (mortalidad entre los positivos confirmados, por lo cual las cifras deben tomarse con muchas reservas), con unos datos similares al 5 % que se estima a escala global, en el continente hay cinco países que la superan, y cuatro de ellos son del Sahel (Chad 8,5 %, Níger 6,2 %, Burkina Faso 5,5 % y Mali 5,3 %)4. Pero además, en África –como en otras partes del planeta- se produce no solo la COVID, sino que sigue habiendo una larga lista de enfermedades, cuya lucha y tratamiento se han visto seriamente perjudicadas.

Por otra parte, el efecto colateral de la restricción de la movilidad, de un grado de confinamiento mayor o menor, ha sido y es el cese, en un alto grado, de la actividad económica a escala global, de tal modo que se llega a señalar que no hay una pandemia, sino dos5, en alusión a la crisis económica generada por la misma. El coste en términos amplios de las medidas de confinamiento y distancia social es grande en todas partes del mundo; pero en los países de bajos ingresos, en aquellos en los que el jornal de cada día se obtiene cada día, estas medidas han tenido efectos especialmente duros. Por ello, hay crisis económica en los países ricos y también crisis económica en los países de bajos ingresos, y no solo por el cese en gran medida de la actividad económica en los mismos, sino también por la minoración de los flujos que llegan a ellos en forma de inversión exterior, ayudas y remesas.

Se hace necesario valorar adecuadamente las dificultades generadas por la adopción de medidas de confinamiento en ciertas áreas del planeta, pues los ciclos y ritmos de vida están sujetos a unos parámetros diferentes a los que se emplean en entornos urbanos y en Occidente. Si en Europa hubo –y sigue habiendo- dificultades para conseguir la recogida de los productos agrícolas durante las diferentes fases de pandemia, por las restricciones a la movilidad existente –Alemania, en pleno confinamiento, llevó a sus campos, en avión, a 40 000 personas para recoger espárragos y otros productos6-, la extrapolación a países y espacios con menos recursos resulta sencilla de realizar. La potencialidad de una hambruna no es descartable en la región saheliana.

Pese al llamamiento a una tregua realizado por el secretario general de las Naciones Unidas para así poder hacer frente en mejores condiciones al enemigo común, la COVID-19, no solo no ha amainado la violencia, sino que los grupos armados –y algunos gobiernos- han empleado la pandemia para intentar alcanzar sus objetivos políticos, pues los primeros han incrementado el territorio en el que desarrollan sus actividades y han intentado consolidar sus posiciones, lo que ha motivado que los choques entre grupos hayan crecido cerca de un 25 %, mientras que algunos gobiernos intentan controlar en mucho mayor grado a sus ciudadanos7. La incapacidad de muchos Estados para proporcionar seguridad, así como un nivel de asistencia social que permita minorar un tanto los efectos de la pandemia, ponen en un brete a las estructuras de gobierno y cuestionan el contrato social existente, incrementando el malestar social. Y en ese entorno, terroristas y grupos de crimen organizado medran y aprovechan la coyuntura.

Crisis sanitaria, económica, alimentaria, social, de seguridad… ¿pero no era esto culpa de un virus, no era un «simple» problema sanitario?

Crisis sanitaria: además de COVID…

…rubeola, difteria, tétanos, fiebre amarilla, neumococos… la lista de enfermedades presentes en el Sahel sigue existiendo, y a ellas se suma el nuevo recién llegado, el virus COVID-19.

Y si estas enfermedades ya mataban a cientos de miles de personas cada año, pese a la existencia de vacunas y tratamientos, basta pensar qué puede ocurrir si las acciones que hasta ahora se han llevado a cabo se interrumpen, como en gran parte ha acontecido, a consecuencia de las medidas adoptadas para contener y afrontar la pandemia de coronavirus.

El confinamiento causó la casi suspensión total de las campañas de vacunación a los niños, que se efectuaba de una manera rutinaria en colegios, centros de salud y hospitales. En este sentido, resulta necesario considerar que la vacunación presenta una ventana de oportunidad en determinadas edades, en los primeros meses de vida, y caso de no poder hacerse así, la situación se complica mucho. Y como efecto de esa menor proporción de personas vacunadas, la inmunidad grupal es muy difícil de adquirir, por lo que la posibilidad de una amplia difusión de enfermedades, que ya se encontraban relativamente controladas, crece de manera exponencial, así como las muertes por dicha causa; se llega a señalar que, por cada muerte por coronavirus que se ha evitado en África por mor del confinamiento, podrían producirse hasta 139 muertes por otras enfermedades8, pues el hecho de no haber vacunado a millones de niños puede ser demoledor para todo el continente en su conjunto.

Debido a la imposibilidad de realización de tratamientos y medidas preventivas –como la fumigación de ciertas áreas donde crecen los vectores de la malaria- a causa de la pandemia, esta enfermedad puede matar en el mundo al doble de personas que en el año pasado9, en un entorno en el que, en el peor escenario, se estima un incremento de más de 350 000 decesos respecto a las cifras previas, volviendo a unas tasas de fallecimientos de hace 20 años.

Respecto al SIDA, al que el año pasado se le atribuyen 690 000 muertes y 1,7 millones de nuevos infectados, se han visto minorados los objetivos de lucha frente al mismo por la pandemia, siendo África el continente con mayor número de contagiados, pues 7 de cada 10 portadores del virus son africanos. La situación generada por la COVID para las economías y el transporte puede provocar que la medicación para el SIDA experimente un crecimiento de precio estimado entre el 10 y el 25 %10... precios que son muy complejos de asumir por unos sistemas sanitarios frágiles y por personas que en la mayor parte de los casos cuentan con muy escasos recursos.

Por otra parte, no solo los afectados por SIDA tiene una mayor tasa de mortalidad frente a la COVID, sino que la interrupción de tratamientos, consecuencia de la disrupción de las cadenas de suministro de medicamentos y de la sobresaturación de las instalaciones y servicios sanitarios ponen en una situación muy compleja a estos enfermos crónicos –como también a los que padecen otras enfermedades que requieren tratamientos continuados- y genera una mayor tasa de mortalidad por la propia patología de base, por el SIDA en este caso: las estimaciones apuntan que una interrupción de los suministros de antivirales durante seis meses podría llevar a la muerte a más de medio millón de personas11 enfermas de SIDA (y sus patologías asociadas) solo en África Subsahariana.

Además de la saturación creciente de los servicios sanitarios existentes, los trabajadores internacionales de agencias de ayuda ven su labor muy dificultada, no solo por la magnitud del problema, sino incluso por la acción directa de diversos actores; en ocasiones, por los propios Estados, que sienten que se cuestiona su actuación frente a la pandemia12, o por grupos terroristas, que secuestran a dicho personal13 o, simplemente, lo expulsan de la zona. Y todo ello sin olvidar que las luchas y conflictos crecientes, incluyendo las disputas intercomunitarias, las peleas entre los diferentes grupos étnicos de los países, conllevan no solo una mayor complejidad de actuación, sino en ocasiones la necesidad del repliegue del personal sanitario de ciertas áreas14, lo que hace extremadamente compleja la atención a los heridos, amén de impedir las campañas de vacunación, la lucha contra la pandemia y contra el resto de enfermedades.

Y la ya mencionada falta de medicamentos15, fruto tanto de la disrupción de las cadenas de suministro como de las posibilidades económicas para su adquisición, llevan a personas y centros sanitarios a situaciones complejas y extremas. Por tanto, aunque hubiera medicamentos, sería complicado pagarlos, por la falta de recursos económicos suficientes, pues la pandemia también ha generado una crisis económica… ¿grave para el Sahel?

Crisis económica: ¿También aquí?

Ya constituye un lugar común conocer el efecto devastador de la pandemia en las economías; pero resulta necesario considerar que no todas las economías son iguales, y que los efectos de esta crisis son mucho más intensos en los trabajadores empleados en la economía informal16 -como lo son cerca de las tres cuartas partes de los empleos en el Sahel- pues no solo constituyen el sector más vulnerable del mercado laboral por la ausencia de protección social reconocida, sino que en el caso saheliano los confinamientos impiden la movilidad asociada a la propia dinámica de la vida económica de la mayor parte de la población. Y sin una fuente alternativa de ingresos, estas personas carecen de opciones para poder sobrevivir.

Además de las propias dificultades «locales» para el trabajo, desempeñado esencialmente en el sector primario –entre un 50 % y un 80 % de la población se ocupa en el Sahel en dicho sector- el impacto que la pandemia ha tenido en la economía global, economía de la que también participan estas naciones, ha golpeado, y duramente, a estos espacios aparentemente lejanos.

Así, las remesas, las transferencias de dinero que los emigrantes mandan a sus países de origen y que constituyen una fuente de ingresos capital no solo para las personas y familias receptoras, sino incluso para las propias naciones destinatarias, han sufrido una fuerte reducción. Como muestra de esa importancia, baste señalar que en el año 2019 las remesas hacia África alcanzaron una cantidad de unos 550 000 millones de dólares, y que en Senegal, a modo de ejemplo, el 9,1 %17 del PIB está formado por las remesas de los emigrantes-.

En este año, debido a la pandemia, se estima que se producirá una caída en el monto total de las remesas de aproximadamente un 20 %, tanto por el cierre de las fronteras – lo que limita la movilidad de personas y mercancías- como por la recesión y caída de la actividad económica de los países de acogida de emigrantes lo que, sumado a que los inmigrantes suelen ser uno de los grupos más vulnerables frente al desempleo durante las crisis18, ha dificultado aún más las posibilidades económicas para ellos y, por tanto, para el envío de las ansiadas remesas.

La disminución del monto de las mismas constituye un factor multiplicador de la crisis COVID en los países receptores19, dada la gran dependencia existente de este flujo económico, pues muchos hogares sahelianos necesitan de las remesas para minorar la vulnerabilidad económica y compensar la pérdida de ingresos, lo que normalmente tiene un impacto sustancial en la reducción de la pobreza20. Pero, además, la liquidez que las remesas proporcionan constituye uno de los principales mecanismos por los que la emigración contribuye a mejorar la vida de sus familiares y comunidades, pues este flujo económico no se emplea solo en gastos relacionados con la simple supervivencia (alimentos por ejemplo), sino que en muchos casos constituye el capital, a menudo el único disponible, que se emplea para la inversión21 –como la compra de semillas, tierras, maquinaria, educación, etc.- permitiendo luchar, por ejemplo, contra los efectos del cambio climático y proporcionando una mayor capacidad y esperanza de afrontar el futuro.

Ya antes de la pandemia se señalaba que las remesas de los emigrantes y la ayuda continuarían jugando un papel importante en el futuro22, pues la situación de escaso desarrollo y de gran inseguridad motiva que la inversión internacional contemple este espacio como poco atractivo para acudir. Y la situación, ahora, es mucho más compleja.

Sumado a la pérdida de empleos y al descenso de las remesas, existen otros factores que agravan la situación económica saheliana: la bajada de los precios de las materias primas, una gran fuente de riqueza de muchos de estos países, no solo hace surgir serias dudas sobre la capacidad de generación de ingresos de estos Estados, sino que también influye en la calificación internacional de estos, hecho que puede encarecer préstamos y ayudas. Y esa misma bajada de calificación se puede aplicar a los países dependientes en gran medida del turismo23, cuestión nada baladí, pues en el conjunto de África el 10 % de sus ingresos y más de 24 millones de familias24 viven gracias a este sector.

La enorme deuda exterior de estas naciones genera unos abultados intereses, por lo que se está solicitando aplazamiento de los pagos ante la gran ralentización de la actividad económica y el crecimiento de los gastos asociados a la lucha contra la pandemia de las naciones africanas; y si bien se mandan señales positivas por parte de ciertos países prestatarios, la respuesta de China25, con la que en conjunto existe una deuda muy abultada por mor de las inversiones y préstamos otorgados por el país asiático es, de momento, muy tibia.

Y las inversiones directas extranjeras hacia el continente africano bajan en su conjunto, lo que motiva que dicho flujo monetario se contraiga entre un 20 % y un 40 %26. Y la bajada, si bien en menor medida que en este año, se espera que continúe en el próximo, pues las pérdidas de muchas empresas implican una caída de los beneficios que suelen ser reinvertidos, reinversión que supone un porcentaje elevado de dicha inversión extranjera directa27.

Pero aunque el desarrollo se contraiga un tanto, aunque se ralenticen las inversiones y el crecimiento, en esta zona de agricultores y ganaderos, habrá al menos para comer… ¿o tampoco?

Crisis alimentaria: ¿Hambruna de proporciones bíblicas?

Antes de la pandemia, África en su conjunto precisaba de una mejora de su sistema alimentario28: presenta una perenne escasez de alimentos, cientos de millones de personas padecen una grave inseguridad alimentaria, los ingresos de los agricultores son inferiores a los de cualquier otra parte del paneta y más de un 30 % de los niños sufren retrasos en el crecimiento debido, entre otras cuestiones, a una dieta deficiente.

Y cuando incluso en las estaciones de más abundancia la comida no rebosa en los platos, en años y condiciones normales, las previsiones para los próximos meses pueden resultar complejas; y cuando las reservas se agotan, el secular recurso a la movilidad en la búsqueda de trabajo se ha visto impedido por los confinamientos o restricciones al movimiento, lo que puede llevar a un incremento de la desnutrición, desesperación y malestar social29.

Los fulanis, pastores nómadas en gran parte, tienen grandes problemas para trasladarse a las zonas de mejores pastos y con acceso al agua30, pues las limitaciones debidas al coronavirus han cerrado mercados y movimientos por todo el Sahel, lo que exacerba las tensiones que acaban transformándose en intracomunitarias.

Y para los agricultores la situación también es muy compleja; no solo se ha labrado una menor cantidad de tierras, debido al confinamiento y a la restricción a la movilidad, sino que la interrupción de las cadenas de suministro también ha afectado a la llegada de semillas, amenazando, más si cabe, la seguridad alimentaria31; el cierre de fronteras ha motivado que las semillas certificadas, que ofrecen entre un 20 % y un 25 % más de producción, no lleguen a sus destinatarios finales, que han tenido que recurrir, en la medida que ha sido posible, a semillas ofrecidas por empresas locales, si bien en menor cuantía y con una productividad menor. A efectos de valorar el impacto real de estos hechos, se estima que son necesarias unas 150 000 toneladas de semillas certificadas de frijoles en el Sahel y en el Golfo de Guinea, y solo se han podido conseguir para la siembra de este año unas 2 800 toneladas; así mismo, en el Sahel se precisan 250 000 toneladas de semillas certificadas de cacahuete, y se han conseguido 5 000… y la situación es similar respecto al sorgo, el maíz y el mijo, entre otros cultivos.

No solo se produce, por efecto de la pandemia, una minoración de las cosechas o de los productos agrícolas y ganaderos que se recojan –incluso en la cosecha del año próximo-, debido a la menor presencia y actividades en campos y rebaños, sino que también la imposibilidad de emigrar a las ciudades para completar los ingresos o solventar las etapas de carestía, incrementa la espiral de pobreza. Además, la crisis económica asociada a la pandemia puede tener una influencia directa en un menor empleo de recursos económicos en la compra de fertilizantes y de los elementos agrícolas necesarios, lo que se puede traducir en una próxima cosecha aún de menor cuantía.

Además de que no llegan semillas y recursos económicos, también, fruto de las medidas de contención de la pandemia, se han quebrado en gran parte las cadenas de suministro de alimentos, en ese entorno de frágil seguridad alimentaria; y de manera inmediata ello ha llevado al incremento de precios en los productos básicos, en ocasiones llegando a duplicarse32. Esa situación, sobre un sistema productivo que ya estaba sometido a un poderoso stress, agravado por el cambio climático y el crecimiento poblacional, conduce rápidamente a un incremento de la malnutrición e incluso a las hambrunas, lo que guarda relación tanto con la menor resistencia a las epidemias33, como con la búsqueda de opciones de supervivencia allí donde se encuentren, dentro o fuera de la región, en el sector formal, en el informal o incluso, llegado el caso, como única opción, en el ilícito.

Y en esta región, una de las de mayor inseguridad alimentaria del planeta, el cambio climático está agudizando dicha situación, pues esta es una zona especialmente vulnerable a la modificación de las condiciones ambientales, ya que la mayor parte de la población depende de la agricultura pluvial, ganadería no estabulada y pesca, y está la casi mitad de la misma por debajo de la línea de pobreza34. Por tanto, cada cambio en el ritmo y las condiciones climáticas, o cada desastre meteorológico –sequias, inundaciones, etc.- tiene un impacto inmenso en esta zona, y provoca el incremento de la escasez y el precio de los alimentos.

Pero la lucha contra el cambio climático y el consiguiente incremento de las opciones vitales de las poblaciones requiere de ingentes recursos lo cual, si en condiciones normales escapa en gran medida de las posibilidad económicas de unos Estados de escasos recursos, el sobreesfuerzo que estos han de realizar en tiempos de pandemia reduce aún más las posibilidades de intervención para luchar contra dicho cambio35. Incluso a escala local, la ya mencionada reducción de las cantidades de dinero proporcionada por las remesas de los emigrantes, que además de contribuir a posibilitar el desarrollo de otras actividades económicas tienen un impacto directo en la adopción de medidas para minorar la degradación del suelo por medio del desarrollo de técnicas e investigación e inversiones para combatir el mismo36, ha limitado esa opción.

Como simple muestra, más de dos millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria en Burkina Faso37, lo cual implica que más de un 20 % de la población del país está en dicha situación. Y se teme la llegada de una gran crisis alimentaria en el Sahel y en toda África tras la pandemia, pues la producción de alimentos este año puede no ser la suficiente38, por lo que se indica que podría surgir una «hambruna de proporciones bíblicas»39.

La situación es de extrema tensión y complejidad, en una espiral de desesperación creciente.

Y ante eso… ¿Qué hace el Estado?

Crisis social: ¿Y el Estado y el contrato social?

La COVID ha impactado en las vulnerabilidades existentes40 magnificándolas. Y así, países frágiles y con ingresos débiles han de afrontan no solo una emergencia sanitaria, sino también otra económica y alimentaria, y con una previsión de necesidades crecientes en los próximos meses y años.

De hecho, las estimaciones apuntan a la reversión del incremento de la mejora de los niveles de vida, por primera vez en tres décadas, señalan un incremento del grado de pobreza e incluso del número de personas en situación de hambre aguda, por lo que la percepción creciente no es solo que está comprometido el presente, sino también el futuro.

En un momento de crisis económica, los gobiernos se han visto obligados a intentar desarrollar programas de ayuda social, especialmente entre los millones de personas que cuentan con bajos ingresos o que trabajan en la economía informal y que se han visto privados de sus ingresos por la pandemia; la extensión de los programas es tal que, aunque varía por países, en el caso de Malí alcanza al 45 % de la población, a unos 9 millones de personas41. Pero la economía, que ya de salida es frágil, se recuperará más lentamente de lo previsto, y puede llevarse por delante diez años en los esfuerzos en pro de la reducción de la pobreza42. Las perspectivas no son halagüeñas para la gobernanza y para la capacidad de proporcionar ayudas y asistencias.

Así mismo, el Estado, ausente en grandes zonas de la región ya antes de la pandemia, ve sometidas a grandes tensiones a sus instituciones y a sus capacidades, tanto por los efectos directos e indirectos del coronavirus como por la acción de los grupos terroristas y grupos armados que buscan socavar constantemente su autoridad, presencia y prestigio; en el Sahel central 3,1 millones de personas han tenido que marchar de sus hogares lo que, sumado a la pérdida de trabajos por la pandemia, se traduce en un incremento de la recluta para los grupos armados43; las zonas que antes podían ser consideradas relativamente seguras, ya son áreas en las que se combate,  y, en ese entorno de caos, las fuerzas de orden y seguridad de las naciones se ven implicadas en casos crecientes de abusos de derechos humanos. La conflictividad armada ha alcanzado la zona centro y sur de Malí, y se extiende al golfo de Guinea, a Togo, Benín y Costa de Marfil. La «tormenta» crece y se expande.

Además, al tratarse de Estados en muchos casos débiles y con una no adecuada implantación –de hecho, en la reciente cumbre del G5, se señaló este aspecto como un punto clave44 a hacer frente-, en determinadas ocasiones pueden intentar emplear la pandemia para modificar leyes y normas y entrar en derivas autoritarias. Así, se cuestiona la celebración de elecciones por diferentes motivos, desde la inseguridad física a la inseguridad sanitaria, si bien la celebración de comicios es vista como un elemento clave en el mantenimiento de la estabilidad de las naciones45 -entre otras, tienen elecciones previstas Burkina Faso y Níger en los próximos meses-, mientras las protestas arrecian en Malí46 frente al gobierno existente. Y las acusaciones de excesos por parte de las fuerzas de seguridad47 de algunas naciones crecen, en un entorno político y social cada vez más enrarecido, tanto que incluso se llega a afirmar que «el coronavirus puede matar la democracia»48.

En África en su conjunto, los jóvenes son los más afectados por las consecuencias socioeconómicas de la pandemia, en mayor medida que el resto de la población; el cierre de las escuelas limita las posibilidades de formación, de educación, y por tanto, de un futuro mejor y de unas condiciones más adecuadas para acceder al mercado laboral, así como también la población joven ha sufrido la pérdida de una gran cantidad de empleos y afronta mayores y crecientes dificultades para encontrar otro49. Y todo ello lleva a muchos jóvenes, que conforman un amplio sector poblacional en una región como el Sahel, cuya media de edad es baja, a un sentimiento de frustración y desesperación, de pérdida de confianza en las instituciones y que perciben que casi su única opción de supervivencia se encuentra ligada a la unión a un grupo criminal armado… en ese entorno, la ruptura del contrato social50 es casi completa.

Enfermedad, miseria, hambre, ruptura del contrato social… ¿pero este caos puede beneficiar a alguien?

Crisis de seguridad: ¿¡Cuanto peor, mejor!?

Las crisis y conflictos se han agudizado en este año, así como se ha incrementado el número de personas que se encuentran bajo sus efectos; y, de entre todo el planeta,  en este año la región del Sahel ha escalado muchos enteros en esa fatídica lista51, debido a la violencia extrema que se extiende por la zona y por la falta de una financiación suficiente para hacer frente a las necesidades y proyectos adecuados para minorarla. De hecho, en el Sahel los conflictos casi se han duplicado durante estos meses52, dificultando, como ya se ha comentado, las posibilidades de vida de las personas y forzándolas a éxodos masivos ¡en tiempos de pandemia!, tanto para salvar la vida como para poder tener opciones de subsistencia… en cualquier otra parte.

La violencia no solo suele tener como consecuencia indirecta un «desastre humanitario», especialmente en zonas con bajos recursos, sino que, en este caso, se emplea de manera orquestada y organizada, como un modo de desestabilizar la región y crear un gigantesco caos y desorden, incluyendo la generación de hambrunas. Para ello, los terroristas y grupos armados evitan que las personas puedan cultivar sus campos y se vean obligadas a huir53, disminuyendo de esta manera sus posibilidades de obtener un sustento así como la cantidad de alimentos disponibles en la región. Y si las condiciones son difíciles para todos, cuánto más para los desplazados y refugiados, cuya situación se ha vuelto dramática54, presentándose un incremento alarmante de los casos de desnutrición y anemias ante la imposibilidad de cubrir ni sus necesidades alimentarias básicas, lo que además hace a las personas más susceptibles de sufrir enfermedades.

Como pequeñas muestras de esa acción conscientemente realizada para generar el mayor grado de caos y desorden, basta recordar que los terroristas cuentan con un largo historial de ataques sobre los trabajadores de salud, especialmente en las áreas remotas55, y que los intentos por retornar la actividad económica en otros sectores, como el turismo, clave en muchos países, como en Burkina Faso56, son deliberadamente bloqueados por la acción terrorista.

Ante la situación de violencia y conflictividad, se acelera la huida de poblaciones enteras hacia las ciudades57, intentando buscar refugio en las mismas pero engrosando, finalmente y en la mayor parte de los casos, las masas de desposeídos que acaban habitando en zonas de infraviviendas y donde las opciones de poder obtener un trabajo y una calidad de vida razonable son escasas, y más en tiempos de pandemia. Por tanto, se desestabiliza el campo y se desestabilizan las ciudades58, generando una sensación de inseguridad tan elevada que lleva a la percepción –o realidad- de que la única opción es estar del lado del más fuerte, del lado de los grupos armados y terroristas. Y no olvidemos que estos grupos radicales yihadistas tienen una misión que consiste en extender su ideario por todo el planeta, amplificando las crisis existentes como el mejor modo de lograr dicho fin.

Frente a ello, el virus y la caída de la economía complican la acción de los gobiernos, lo que impide mantener, cuanto menos aumentar, la presión sobre los grupos terroristas. La falta de recursos, siempre escasos, derivados en parte hacia el sistema de salud, el empleo de parte de las Fuerzas Armadas en labores de apoyo a la población y el crecimiento de los conflictos, motiva que la situación empeore a toda velocidad59. Así, si en el Sahel existían hace un mes más de tres millones de refugiados y desplazados60, la cantidad va creciendo, lo que crea unas necesidades en aumento para poder atender a esos grandes grupos humanos. Solo en el mes de junio, unas  900 000 personas se han desplazado en Burkina Faso, casi un 10 % de la población.

Si, previo a la pandemia, ya el problema precisaba –y contaba- con ayuda exterior, existen varias incógnitas en este aspecto: la comunidad internacional, las naciones que la componen, se han plegado un tanto sobre sí mismas frente a esta pandemia que azota a todos, por lo que los esfuerzos frente al terrorismo podrían sufrir recortes, dado que la crisis económica puede motivar que los despliegues en el exterior sean cuestionados por la opinión pública o por las propias naciones, con el afán de reducir gastos.

Para evitar su expansión han tenido un fuerte impacto en las acciones realizadas por la comunidad internacional relativas a la seguridad y a la consolidación de la paz; la construcción de la paz y la resolución de conflictos requiere, en muchos casos, de presencia y de contacto entre personas, de asistencia de expertos y asesores, de movilidad y reuniones61… y todas estas acciones se han visto afectadas por la COVID. Nada sustituye a pisar el terreno.

Y las operaciones de paz internacionales también se han visto afectadas62, no solo por el menor personal desplegado en muchas de ellas, por la repatriación de parte de los contingentes y por la necesidad de salvaguardar a los efectivos en zona y evitar que se conviertan también en difusiones de la enfermedad –lo que reduce, inevitablemente, su capacidad de acción y efectividad-, sino también por las difamaciones y falsas acusaciones lanzadas por los grupos terroristas sobre las fuerzas internacionales como
«importadoras» de la pandemia.

Por lo tanto, en el Sahel ya había una tormenta perfecta, y en la que medraba el mal. Y con la pandemia, con la suma de efectos directos e indirectos, causales y orquestados, la tormenta ha crecido en extensión y fuerza. ¿Y entonces?

«A nave rota, todo tiempo es contrario»...

… que es una forma náutica de decir, como señala el refranero, «a perro flaco todo son pulgas». En efecto, las crisis y los males se ceban siempre, en mayor medida, con los más débiles; y mientras la tormenta sea más poderosa, más la sufrirán todos, pero sufren mucho más los barcos más débiles, padecen mucho más los seres más indefensos, pues todo se pone en contra y además, los oportunistas, a modo de parásitos, acuden a saciarse a costa de la debilidad de otros.

La seguridad, en sentido pleno, en sentido amplio, abarca multitud de componentes y variables; y cuando la seguridad física, la posibilidad de vivir o morir es patente, todo o casi todo lo demás queda de lado. Y no es factible combatir esa posibilidad, esa realidad, solo con palabras, hacen falta hechos, hechos en todo el espectro de esa seguridad en sentido pleno, en sentido amplio. Ante un problema multidimensional y muy complejo, agravado extraordinariamente por un virus, la respuesta ha de ser igual de multidimensional… pues por cualquier vía que quede sin cerrar, siguiendo con nuestro ejemplo náutico, entrará el agua y hundirá el barco. O los parásitos matarán al huésped, y entonces… saltarán a buscar a otro. Sin duda.

La inseguridad, en un mundo global, es como el virus; si no se contiene en origen, si no se actúa de raíz, se disemina y acaba afectando a todos, sin remisión, pese a la lejanía y a la seguridad de la que uno creía disfrutar. ¿Cuánta gente sabía dónde estaba o siquiera que era Wuhan hace unos meses?

Por eso, quizás haya que mirar y actuar en mayor medida hacia el sur. Por ellos, y también, por nosotros, pues la tormenta perfecta se ha acelerado y ampliado.

Siguiendo con el refranero, sabemos, y repetimos en múltiples ocasiones, que vale más prevenir que curar.

¿Se está dispuesto a ello?

Pedro Sánchez Herráez*

COL.ET.INF.DEM

Doctor en Paz y Seguridad Internacional

Analista del IEEE


Bibliografía y notas al pie:

1-En este sentido VVAA.,”El Sahel y G5: desafíos y oportunidades”, Cuaderno de Estrategia 202, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Madrid, 2019. Disponible en http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_202_El_sahel_y_g5_desafios_y_oportunidades.pdf NOTA: Todos los vínculos de internet del presente documento se encuentran activos a fecha 12 de julio de 2020.

2-En este sentido MORA TEBAS, Juan A., Sahel: Un tsunami demográfico… ¿reversible?, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Documento de Análisis 03/2018, 17 de enero de 2018. Disponible en http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2018/DIEEEA03-2018_Sahel- Tsunami_demografico_reversible_JAMT.pdf

3-VVAA, “Prospects for the G5 Sahel countries to 2040”, Institute for Security Studies, West Africa Report número 25, noviembre de 2019. https://media.africaportal.org/documents/Prospects_for_the_G5_Sahel_countries.pdf

4-BBC NEWS, “Coronavirus: How fast is it spreading in Africa?” 08 de julio de 2020. Disponible en https://www.bbc.com/news/world-africa-53181555

5-BBC NEWS, “Crisis económica por el coronavirus. Robert Shiller, Nobel de Economía: no existe una pandemia, sino dos”, 25 de mayo de 2020. Disponible en https://www.bbc.com/mundo/noticias-52748371 

6-DW, “Germany eases borders to allow in harvest workers amid coronavirus crisis”, 02 de abril de 2020. Disponible en https://www.dw.com/en/germany-eases-border-rules-to-allow-in-harvest-workers-amid- coronavirus-crisis/a-53000322

7-MAIL&GUARDIAN, “The pandemic has shifted patterns of conflict in Africa”, 22 de junio de 2020. Disponible en https://mg.co.za/africa/2020-06-22-the-pandemic-has-shifted-patterns-of-conflict-in-africa/

8-LE MONDE, “Coronavirus : le ralentissement de la vaccination en Afrique menace la vie de dizaines de milliers d´enfants“, 16 de junio de 2020. Disponible en https://www.lemonde.fr/afrique/article/2020/06/16/coronavirus-le-ralentissement-de-la-vaccination-en- afrique-menace-la-vie-de-dizaines-de-milliers-d-enfants_6043076_3212.html

9-WORLD HEALTH ORGANIZATION, “WHO urges countries to move quickly to save lives from malaria in sub–Saharan Africa”, 23 de abril de 2020. Disponible en https://www.who.int/news-room/detail/23-04- 2020-who-urges-countries-to-move-quickly-to-save-lives-from-malaria-in-sub-saharan-africa

10-EL PAÍS, “El mundo suspende este año en la lucha contra el SIDA”, 07 de julio de 2020. Disponible en https://elpais.com/elpais/2020/07/07/planeta_futuro/1594109338_815034.html

11-UNAIDS, “2020 Global AIDS update”, 06 de Julio de 2020. Disponible en https://aids2020.unaids.org/chapter/chapter-3-synergies-between-pandemic-responses/

12-THE NEW HUMANITARIAN, “Coronavirus and aid: what we are watching”, 11 de junio de 2020. Disponible en https://www.thenewhumanitarian.org/news/2020/06/11/coronavirus-humanitarian-aid- response?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=social#Africa

13-AFRICA RADIO, “Niger: dix humanitaires nigériens enlevés par des jihadistes”, 25 de junio de 2020. Disponible en https://www.africaradio.com/news/niger-dix-humanitaires-nigeriens-enleves-par-des- jihadistes-169502

14-BARRONS, “Thousand flee “intense fighting” in eastern South Sudan. MSF”, 25 de junio de 2020. Disponible en https://www.barrons.com/news/thousands-flee-intense-fighting-in-eastern-south-sudan- msf-01593089704

15-FRANCE24, “Sudan reels from drug storages as virus spreads”, 25 de junio de 2020. Disponible en https://www.france24.com/en/20200625-sudan-reels-from-drug-shortages-as-virus-spreads

16-INTERNATIONAL LABOUR ORGANIZATION, “ILO: As job losses escalate, nearly half of global workforce at risk of losing livelihoods”, 29 de abril de 2020. Disponible en https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_743036/lang--en/index.htm

17-LE MONDE, “Après le Covid-19, deux amendements pour faciliter les transferts d´argent vers  l´Afrique”, 16 de junio de 2020. Disponible en https://www.lemonde.fr/afrique/article/2020/06/16/apres-le- covid-19-deux-amendements-pour-faciliter-les-transferts-d-argent-vers-l-afrique_6043074_3212.html

18-BROOKINGS, “Figure of the week: Remittance flows to sub-Saharan Africa expected to slow after years of growth”, 25 de junio de 2020. Disponible en https://www.brookings.edu/blog/africa-in- focus/2020/06/25/figure-of-the-week-remittance-flows-to-sub-saharan-africa-expected-to-slow-after-years-of-growth/

19-IFRI, “Migrations et COVID-19: un quitte ou double pour Europe”, 05 de mayo de 2020. Disponible en https://www.ifri.org/publications/editoriaux-de-lifri/migrations-covid-19-un-quitte-double-leurope

20-UNCTAD, “Economic Development in Africa”, United Nations Conference on Trade And Development, Report 2018, página 90. Disponible en http://www.ired.org/modules/infodoc/assets/doc/Document_N06527.pdf

21-UNCTAD, “Economic Development in Africa”, United Nations Conference on Trade And Development, Report 2018, páginas 133-138. Disponible en http://www.ired.org/modules/infodoc/assets/doc/Document_N06527.pdf

22-VVAA, “Prospects for the G5 Sahel countries to 2040”, Institute for Security Studies, West Africa Report número 25, página 18, noviembre de 2019. https://media.africaportal.org/documents/Prospects_for_the_G5_Sahel_countries.pdf

23-FINALCIALAFRIK, “Afrique subsaharienne: la note souveraine des Etats pourrait encore se dégrader (FITCH)”, 02 de julio de 2020. Disponible en https://www.financialafrik.com/2020/07/02/afrique- subsaharienne-la-note-souveraine-des-etats-pourrait-encore-se-degrader-fitch/

24-HINDUSTIMES, “Covid-19 pandemic cost Africa travel, tourism almost 55$ billion”, 02 de Julio de  2020. Disponible en https://www.hindustantimes.com/travel/covid-19-pandemic-costs-africa-travel- tourism-almost-55-billion/story-HKVhNBxPEinOS3iLcjFEBM.html

25-THE TELEGRAPH, “Amid Covid economic crisis, questions swirl around Africa´s giant debt to China”, 18 de junio de 2020. Disponible en https://www.telegraph.co.uk/global-health/science-and-disease/amid- covid-economic-crisis-questions-swirl-around-africas-giant/

26-JEUNE AFRIQUE, “Cnuced: “la concurrence en Afrique sera plus forte pour attirer les investisseurs””, 22 de junio de 2020. Disponible en https://www.jeuneafrique.com/1004439/economie/cnuced-la- concurrence-en-afrique-sera-plus-forte-pour-attirer-les-investisseurs/

27-LE POINT AFRIQUE, “Investissements étrangers: une année en bémol pour l´Afrique”, 25 de junio de 2020. Disponible en https://www.lepoint.fr/afrique/investissements-etrangers-une-annee-en-bemol-pour-l- afrique-25-06-2020-2381744_3826.php

28-THE CONVERSATION, “COVID-19 recovery is a chance to improve the African food system”, 10 de junio de 2020. Disponible en https://theconversation.com/covid-19-recovery-is-a-chance-to-improve-the- african-food-system-139134

29-MUSHFIQ MOBARAK, Ahmed, “For the rural poor, the coronavirus crash isn´t here yet”, Foreign  Policy, 08 de junio de 2020. Disponible en https://foreignpolicy.com/2020/06/08/rural-poor-coronavirus- pandemic-crash-prolonged-lockdown-food-insecurity-seasonal-labor/?utm_source=PostUp&utm_medium=email&utm_campaign=22039&utm_term=Editors%20Picks%2 0OC&?tpcc=22039

30-EL PAÍS, “Los fulanis de Senegal, acosados además por el coronavirus”, 17 de junio de 2020. Disponible en https://elpais.com/elpais/2020/06/09/album/1591721258_123875.html#foto_gal_1

31-CORNELL, “COVID-19 disrupts Africa´s seeds supply threatening food security”, 23 de junio de 2020. Disponible en https://allianceforscience.cornell.edu/blog/2020/06/covid-19-disrupts-africas-seed-supply- threatening-food-security/

32-REUTERS, “With climate change, conflict and COVID, stresses grow for Malian villagers”, 17 de junio de 2020. Disponible en https://www.reuters.com/article/us-climate-change-mali-migration-trfn/with- climate-change-conflict-and-covid-stresses-grow-for-malian-villagers-idUSKBN23O3DH

33-THE CONVERSATION, “Malnutrition and epidemics are intertwined. That makes fixing food system crucial”, 20 de abril de 2020. Disponible en https://theconversation.com/malnutrition-and-epidemics-are- intertwined-that-makes-fixing-food-systems-crucial-135333

34-IMF Blog, “Safeguarding Africa´s food security in the age of Covid-19”, 04 de junio de 2020. Disponible en https://blogs.imf.org/2020/06/04/safeguarding-africas-food-security-in-the-age-of-covid-19/

35-JOURNAL DE MONTREAL, “La Covid 19 complique la lutte contre le changement climatique en Afrique subsaharienne”, 04 de junio de 2020. Disponible en https://www.journaldemontreal.com/2020/06/04/la-covid-19-complique-la-lutte-contre-le-changement- climatique-en-afrique-subsaharienne

36-UNCTAD, “Economic Development in Africa”, United Nations Conference on Trade And Development, Report 2018, página 12. Disponible en http://www.ired.org/modules/infodoc/assets/doc/Document_N06527.pdf

37-AFRICARADIO, “Burkina: plus de deux millions de personnes en insécurité alimentaire”, 04 de junio de 2020. Disponible en https://www.africaradio.com/news/burkina-plus-de-deux-millions-de-personnes-en- insecurite-alimentaire-168610

38-LEGIT, “Post Covid-19: Obasanjo warns against food crisis”, 08 de junio de 2020. Disponible en https://www.legit.ng/1336849-post-covid-19-obasanjo-warns-food-crisis.html

39-WORLD FOOD PROGRAMME INSIGHT, “WFP Chief warns of “hunger pandemic” as Global Food Crises Report launched”, 22 de abril de 2020. Disponible en https://insight.wfp.org/wfp-chief-warns-of- hunger-pandemic-as-global-food-crises-report-launched-3ee3edb38e47

40-ONYEKWENA, Chukwuka, “The impact of Covid-19 on Africa´s pre-existing vulnerabilities”, ISPI, 12 de junio de 2020. Disponible en https://www.ispionline.it/it/pubblicazione/impact-covid-19-africas-pre- existing-vulnerabilities-26480

41-QUARTZ AFRICA, “African governments are being forced to develop social welfare programs in an economic crisis”, 23 de junio de 2020. Disponible en https://qz.com/africa/1872046/african-countries- offer-cash-relief-covid-19-welfare-programs/

42-QUARTZ AFRICA, “Africa´s pathway to economic recovery post-Covid is looking much more murky”,  05 de Julio de 2020. Disponible en https://qz.com/africa/1877373/africas-economy-will-recover-slower- than-expected-imf/

43-EL PAÍS, “La población del Sahel huye ahora tanto de los grupos armados como de los ejércitos”, 21 de junio de 2020. Disponible en https://elpais.com/internacional/2020-06-20/la-poblacion-del-sahel-ahora- huye-tanto-de-los-conflictos-armados-como-de-los-ejercitos.html

44-G5 SAHEL, ”Communiqué final du sommet de Nouakchott pour le suivi de la feuille de route  du sommet de Pau”, 30 de junio de 2020. Disponible en https://www.g5sahel.org/article/communique-final- du-sommet-de-nouakchott-pour-le-suivi-de-la-feuille-de-route-du-sommet-de-pau

45-ONU INFO, “Afrique de l´Ouest : les cinq élections présidentielles sont l´occasion de consolider la démocratie”, 09 de julio de 2020. Disponible en https://news.un.org/fr/story/2020/07/1072701

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47-REUTERS, “U.S. warns aid at risk unless alleged abuses in W. Africa´s Sahel region addressed”, 09 de Julio de 2020. Disponible en https://af.reuters.com/article/topNews/idAFKBN24A297-OZATP

48-THE ECONOMIST, “Alan Doss and Mo Ibrahim on preventing covid from killing democracy in Africa”, 17 de junio de 2020. Disponible en https://www.economist.com/by-invitation/2020/06/17/alan-doss-and- mo-ibrahim-on-preventing-covid-from-killing-democracy-in-africa

49-FINANCIALAFRIK, “COVID-19: le chômage des jeunes fait des ravages en Afrique (OIT)”, 04 de junio de 2020. Disponible en https://www.financialafrik.com/2020/06/04/covid-19-le-chomage-des-jeunes-fait- des-ravages-en-afrique-oit/

50-EL PAÍS, “La población del Sahel huye ahora tanto de los grupos armados como de los ejércitos”, 21 de junio de 2020. Disponible en https://elpais.com/internacional/2020-06-20/la-poblacion-del-sahel-ahora- huye-tanto-de-los-conflictos-armados-como-de-los-ejercitos.html

51-NORWEGIAN REFUGEE COUNCIL, “Africa is home to nine of ten of the world´s most neglected crises”, 09 de junio de 2020. Disponible en https://www.nrc.no/news/2020/june/africa-is-home-to-nine-of- ten-of-the-most-neglected-crises/

52-AA, “Fighting in Africa´s Sahel continues amid COVID-19”, 08 de Julio de 2020. Disponible en https://www.aa.com.tr/en/africa/fighting-in-africas-sahel-continues-amid-covid-19/1903877

53-NOTIAMERICA, “AI alerta de un nuevo “desastre humanitario” si continúan los ataques contra civiles en Malí”, 09 de julio de 2020. Disponible en https://www.notimerica.com/politica/noticia-mali-ai-alerta- nuevo-desastre-humanitario-si-continuan-ataques-contra-civiles-mali-20200709054158.html

54-EUROPA PRESS, “La ONU alerta de que la pandemia agudiza las carencias alimentarias de los refugiados en África”, 09 de julio de 2020. Disponible en https://www.europapress.es/internacional/noticia-onu-alerta-pandemia-agudiza-carencias-alimentarias- refugiados-africa-20200709142415.html

55-BUKARTI, Bulama, “A deadly alliance: coronavirus makes Boko Haram more dangerous than ever”, The Telegraph, 07 de junio de 2020. Disponible en https://www.telegraph.co.uk/global-health/science- and-disease/deadly-alliance-coronavirus-makes-boko-haram-dangerous-ever/#_blank

56-YAHOO NEWS, “Jihadist bloodshed brings Burkina Faso to its knees”, 27 de junio de 2020. Disponible en https://news.yahoo.com/jihadist-bloodshed-brings-burkina-faso-knees-024025485.html#_blank

57-VOA AFRIQUE, “L´insécurité engendre un afflux de déplacés internes maliens vers les centres urbains”, 05 de julio de 2020. Disponible en https://www.voaafrique.com/a/l-ins%C3%A9curit%C3%A9- engendre-un-afflux-de-d%C3%A9plac%C3%A9s-vers-les-centres-urbains-maliens/5492210.html

58-En este sentido SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro, “África en la “era” urbana: ¿Hacia el desarrollo o al desorden?”, Documento de Análisis 14/2019, Instituto Español de Estudios Estratégicos, 24 de abril de 2019. Disponible en http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2019/DIEEEA14_2019PEDSAN- ciudadesAfrica.pdf

59-MUSTASILTA, Katariina, “From bad to worse? The impact(s) of Covid-19 in conflict dynamics”. ISS, Brief número 13, junio 2020. Disponible en https://www.iss.europa.eu/sites/default/files/EUISSFiles/Brief%2013%20Covid%20and%20conflict.pdf

60-UNHCR, “UNHCR appeals for US$186 million for refugee and displacement crisis in Sahel”, 12 de  junio de 2020. Disponible en https://www.unhcr.org/uk/news/press/2020/6/5ee35c0c4/unhcr-appeals-186- million-refugee-displacement-crisis-sahel.html#_blank

61-ACCORD, “Covid-19 and peacebuiliding: disruption, adaptation and transformation”, 08 de julio de 2020. Disponible en https://www.accord.org.za/analysis/covid-19-and-peacebuilding-disruption- adaptation-and-transformation/

62-DANISH INSTITUTE FOR INTERNATIONAL STUDIES, “Peacekeeping in the shadow of  Covid-19 era”, DIIS Policy Brief, 12 de junio de 2020. Disponible en https://www.diis.dk/en/research/peacekeeping- in-the-shadow-of-covid-19-era

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