Se incrementa el balance de mercenarios sirios muertos en Libia

Se recrudecen los combates en Libia. A pesar de que diversos líderes mundiales han llamado a las dos partes a establecer una tregua duradera a causa de la pandemia del coronavirus, tanto las milicias afines al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) como las tropas del Ejército Nacional Libio (LNA) continúan intercambiando fuego intenso en los alrededores de Trípoli, la capital.
Según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR), un total de hasta 129 mercenarios sirios que luchan a las órdenes de Turquía han muerto en combates en el país norteafricano. Según esta fuente, los fallecidos se encontraban desplegados en distintas localizaciones: Salah al-Din, al sur de Trípoli; el aeropuerto de la capital, la ciudad costera de Misrata…
El SOHR relata que estaban integrados en cinco facciones: las divisiones Al-Muta’sim y Sultán Muray y las brigadas Suqur al-Shamal, Al-Hamzat y Suleiman Shah.
Además, este medio cuenta cómo los mercenarios han visto mermadas sus condiciones una vez su despliegue en Libia se ha ido prolongando en el tiempo. Ankara ha decidido rebajarles los salarios, pues las condiciones fijadas hasta la fecha se habían vuelto imposibles de asumir. La cifra milicianos sirios en el país norteafricano ha superado ya los 6.000, el límite ideal que se había planteado financiar el presidente Recep Tayyip Erdogan.

Con la exigencia de un alto el fuego permanente resonando desde las altas esferas internacionales, lo cierto es que la pandemia global no ha hecho variar la tónica de la guerra. A lo largo de los últimos cuatro días decenas han muerto en los combates alrededor de Ain Zara y otras localidades al sur de Trípoli, entre ellos muchos civiles, según ha desvelado una fuente del GNA a la agencia EFE. “Como es habitual, las fuerzas de Haftar cuando son derrotadas atacan a los civiles y sus propiedades con misiles y cohetes”, apunta la fuente.
Abdelmalek al-Madani, portavoz de la operación ‘Volcán de la Ira’ que coordina la intervención turca en Libia, ha informado de que el LNA ha lanzado más de 300 proyectiles Haun y Howzer que han tenido efectos devastadores también entre las fuerzas del GNA, que han perdido una decena de efectivos.
Por su parte, Mohammed Guenunu, portavoz del GNA, acusa a Haftar en un comunicado oficial de aprovecharse de la delicada situación sanitaria a nivel global para minar sus defensas: “En un momento en el que el mundo se une para salvar vidas humanas de la amenaza del coronavirus, estas bandas rebeldes intentan aprovechar la oportunidad para matar, destruir y arruinar. Estos mercenarios vienen de áreas infectadas”.

Las bajas, no obstante, también llegan entre las filas del mariscal rebelde Jalifa Haftar. En las últimas horas, veinte de sus milicianos, además de cinco mercenarios rusos, han perdido la vida en los combates que están teniendo lugar en la localidad de Ain Zara. Guenunu ha afirmado que los veinte milicianos eran guerrilleros ‘janjawid’ de nacionalidad sudanesa.
Según se van precipitando los acontecimientos, parece que la guerra en Libia entra en una fase decisiva, a pesar del embargo impuesto por Naciones Unidas y las llamadas a resolver el conflicto por medios no bélicos formuladas por múltiples actores.
A punto de cumplirse un año desde que los rebeldes del LNA intensificaran su ofensiva, Haftar, con el apoyo de Rusia, Arabia Saudí, Egipto y otros países, ha logrado hacerse con el control de extensiones de terreno muy amplias. El este del país, cuyo litoral es el más rico en recursos naturales, le pertenece. Desde allí, ha lanzado un asalto final sobre Misrata y Trípoli, los dos mayores núcleos de resistencia del GNA y las tropas turcas.
Hace unos días, el portavoz del LNA Ahmed al-Mismari afirmó que el desenlace de la contienda era una cuestión de tiempo, pues sus unidades de combate se encontraban nada más que a unos pocos kilómetros de la sede del poder en Trípoli.