El mundo antes de la crisis de la COVID-19 ya era muy complejo, pero con esta pandemia se han multiplicado los desafíos y, si antes la principal preocupación en torno a la seguridad ciudadana era el terrorismo y las crisis migratorias, ahora lo es un virus que comenzó en la remota provincia china de Hubei y ha afectado a casi la totalidad del globo.
España se ha visto especialmente afectada, rondado los 230.000 contagiados y con más de 26.000 personas fallecidas, convirtiéndose en el mayor reto para el país en el presente siglo. Además, la crisis sanitaria ha derivado en una crisis económica y social que ya ha dejado ver las primeras consecuencias.
Sobre la seguridad y la defensa del país y bajo la dirección del Teniente General D. Francisco de P. Bisbal Pons, se ha celebrado una mesa redonda virtual con invitados de primera línea y organizada por el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN).

Entre los participantes que han aportado su visión de la situación y una proyección sobre el futuro próximo en materia de seguridad y defensa para el país, se encontraban el Teniente General D. Fernando López del Pozo, comandante del Mando de Operaciones; Don Eduardo Olier, presidente del Instituto Choiseul España; el General de Brigada D. José Antonio Herrera Llamas, jefe del Centro Conjunto de Desarrollo de Conceptos, y el General de Brigada D. Francisco J. Dacoba Cerviño, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).
Los nuevos retos a los que tendrá que hacer frente España se pueden dividir en diferentes aspectos temáticos: economía, estrategia de seguridad nacional y la labor de las Fuerzas Armadas en el nuevo escenario.
Es muy difícil hacer pronósticos, pero hay tres hechos indudables: los tremendos efectos sanitarios, el desplome de la economía global y la crisis en la microeconomía, señala Olier.
El experto considera que el principal problema en la actividad económica es la crisis de demanda, promovida por el cese de la actividad empresarial y comercial: “La actividad se para ya que los compradores no salen”, indica. Esto se ha traducido en datos pésimos como la caída de un 5% del PIB en Estados Unidos, o la huida de capitales en países de Asia, lo que puede producir una importante recesión mundial. “En un futuro, el Fondo Monetario Internacional sufrirá una caída en vertical, pero vendrá una recuperación, aunque no será similar en China, Estados Unidos o Europa”, advierte.

Una de las preguntas que surgen es si el panorama geoestratégico se verá reconfigurado. “Las dinamias de transformación del mundo ya estaban ahí antes de la pandemia, pero esta crisis lo que va a hacer es acelerar alguna de ellas y ralentizar otras”, afirma Dacoba.
El terrorismo y las tendencias migratorias siguen ahí y continuarán siendo uno de los principales desafíos, ahora acrecentados por la debilitación del multilateralismo. La acción de liderazgo global a la que ha renunciado Estados Unidos, y al que China puede quitar el protagonismo -pero bajo la sombrea del totalitarismo-, junto con el aumento del nacionalismo y el unilateralismo, está derivando en un mundo multipolar con grandes asimetrías entre los diferentes actores.

Pese a la imprevisibilidad de la COVID-19, una pandemia ya estaba entre los riesgos a los que se podía enfrentar España, y así lo recogió en sus planes prospectivos sobre los peligros el IEEE, que estableció una pandemia como una amenaza para la seguridad nacional. “El coronavirus ya era un riesgo conocido. Es necesario afrontar esta situación de manera integral y las fuerzas armas han contribuido a proteger al Estado”, apunta Herrera Llamas.
Aunque la crisis sanitaria es donde se centran los esfuerzos, “no debemos desatender otras misiones como las permanentes o las del exterior por la pandemia, ya que hay que seguir con la defensa internacional”, añade.
Otra de las cuestiones sobre la seguridad y la defensa es cómo cambiarán las dinámicas de los países aliados en lo relativo a la defensa en el seno de organizaciones como la OTAN y la Unión Europea (UE).
Sobre esto, la propia ministra de Defensa, Margarita Robles, declaró que era necesario lograr una acción global, especialmente en el ámbito de la UE. “Pero sí es verdad que por las circunstancias de las dificultades simultaneas ha beneficiado la prevalencia del estado, por encima de la cooperación y ha habido algún suceso de egoísmo”, señala Herrera Llamas.

Otro de los temas recogidos en la mesa redonda ha sido la llamada Operación Balmis, en honor al médico militar alicantino, Francisco Javier Balmis (1753-1819), quien consiguió llevar la vacuna de la viruela a Filipinas y la América española. Esta operación llevada a cabo por el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas, a través de la Unidad Militar de Emergencia (UME), realizó una función esencial en la lucha contra la COVID-19 proveyendo de material sanitario, transporte logístico terrestre, aerotransporte general y medicalizado, control de tráfico aéreo, así como navegación y alojamientos logísticos.
Al mando de esta operación se colocó al General López del Pozo, quien asegura que los hombres y mujeres que han trabajado en esta misión “han conseguido desplegarse rápidamente, justo después de que la ministra de Defensa dijera que había que actuar”, lo que ha dado un muy buen resultado. Si bien López del Pozo ha explicado que deberían haber aportado más ayuda al personal sanitario, ha reconocido que carecían de los suministros necesarios para ello.
Cabe recordar, en este punto, que la operación continua hasta que acabe el estado de alarma, manteniendo algunas actuaciones para la prevención de nuevos brotes.