Al menos 17 migrantes que estaban detenidos en Chipre bajo sospecha de estar vinculados con grupos extremistas o involucrados en actos de terrorismo serán deportados a sus países de origen, según ha asegurado el Ministerio del Interior chipriota, en unas declaraciones recogidas por Associated Press.
De acuerdo con la agencia, fuentes de inteligencia, incluidas de Europol e Interpol, han podido constatar la participación de estos individuos en actividades terroristas o su pertenencia a organizaciones extremistas. Sin embargo, no se han revelado hasta el momento de forma oficial ni sus nombres ni sus nacionalidades, aunque el ministro del Interior chipriota, Nikos Nouris, desveló en una entrevista concedida este martes a un medio local que los arrestados eran “hombres buscados confirmados por participar en organizaciones terroristas y tener vínculos con Daesh”.
“Que las autoridades hayan confirmado que les deportarán significa que existe un país o varios países a donde deportarlos y que son medianamente decentes, como Egipto, aunque incluso podríamos considerar a Siria y a Libia… Esto nos da una pista de que podrían ser originarios de Oriente Medio”, expone en este sentido el experto en migraciones Óscar Ruiz Pérez en declaraciones a Atalayar.

La agencia ha informado de que los 17 arrestados se encuentran actualmente en el centro de detención de migrantes de Kofinou en Larnaca, a la espera de poder iniciarse la operación de deportación una vez se reestablezca el tráfico entre las fronteras -suspendido debido a la pandemia del coronavirus-, lo que está previsto que suceda el próximo 8 de junio.
No obstante, el medio local Kathimerini advierte de que podría haber otros obstáculos legales para llevar a cabo el retorno de los individuos a sus países de origen. En febrero de este año, la Corte Suprema de Chipre ordenó la liberación de un solicitante de asilo de origen marroquí después de que el Estado se negara a remitir la evidencia en la que se le acusaba de atentar contra la seguridad nacional y por sospechas de terrorismo. También se ha levantado la polémica en el país con la política migratoria de arrestar a los solicitantes de asilo que tienen casos pendientes o están en proceso de presentación, puesto que son transferidos al campamento de Pournara en Kokkinotrimithia, de dudosas condiciones de salubridad.
Otro caso que se hizo público durante el año pasado fue el relativo a un ciudadano sirio de 32 años, cuyo nombre apareció en una base de datos asociada al terrorismo de otros países que combaten conjuntamente en la lucha contra este fenómeno, aunque no estaba fichado en ninguna lista de vigilancia. El individuo fue detenido bajo una orden judicial y se encontraba a la espera de ser deportado, aunque después no han trascendido más detalles.

Antes de que se cerrara el territorio chipriota a finales del mes de marzo por el estallido de la crisis del coronavirus, consiguieron entrar hasta 3.000 solicitantes de asilo desde principios de 2020, una cifra que convierte a Chipre en uno de los países de la Unión Europea con mayores tasas de solicitudes de asilo per cápita. De hecho, en 2019, según cifras del Gobierno, se recibieron 34.000 peticiones, que supuso el 3,8% de la población del país.
La razón de que Chipre reciba tantos migrantes es, fundamentalmente, la facilidad física de alcanzar su territorio. “Está muy cerca geográficamente de Turquía, que tiene una amplia costa desde donde salen muchísimos migrantes”, explica Pérez, quien considera que también contribuyen a su atractividad “los vacíos legales y geográficos [por la disputa interna entre la zona pro-griega del sur y la zona pro-turca del norte]” del país.

En cuanto a las rutas de acceso a la isla comunitaria, destacan la marítima, con 468 llegadas este año, y la aérea, a través de Turquía y a través del norte de Chipre -administrado por la nación euroasiática-, paso previo a intentar cruzar la porosa “línea verde” entre el norte de Chipre y la República de Chipre de habla griega en el sur de la isla, según explica Info Migrants. Preguntado al respecto sobre el papel que juega Turquía, el experto en migraciones sostiene que “no se podría afirmar que Ankara facilite la entrada de migrantes -incluidos terroristas- en territorio comunitario, porque ejerce un control férreo de sus fronteras”. “Sin embargo, al igual que sucede en otros países como Marruecos o Libia, el control absoluto no existe, y los migrantes aprovechan cualquier oportunidad para alcanzar su objetivo”, expone Pérez. “En el caso de los extremistas, además, que quieren llegar a Europa bajo dos motivaciones, o atentar directamente o escapar -aunque luego se radicalicen ya en territorio comunitario y lleven a cabo acciones violentas- intentan siempre explotar el descontrol”, asegura.
“Chipre se considera un país de destino de bajo riesgo para los terroristas, pero los funcionarios siguen en alerta máxima por los sospechosos que transitan a Europa y que pueden pasar por la isla”, concluyen desde el diario local Knews.