La indignación de la sociedad iraní no cesa a pesar de la represión. Un día más, el pueblo de Irán se ha echado a las calles para mostrar su descontento con el régimen presidido por Ebrahim Raisí. Y lo hacen a pesar de la brutal represión que, también en una nueva jornada, se ha cobrado vidas. La Red de Derechos Humanos de Kurdistán ha emitido un comunicado en el que se asegura que “al menos tres ciudadanos en las ciudades de Sanandaj y Kermanshah fueron asesinados durante las protestas contra el Gobierno el miércoles por la noche, por fuego directo de las fuerzas de seguridad iraníes”.
Las dos provincias situadas en el oeste de Irán han sido testigos de unas manifestaciones que han dejado las muertes de Armen Siyadi y Sina Naderi, en la ciudad de Dardrej, Kermanshah, y Aziz Moradi en Sanandaj. Los tres manifestantes fueron abatidos por las fuerzas de seguridad iraníes durante las manifestaciones, según han informado Kurdistan Network y el canal de Telegram Ain TV, elevando el número de víctimas mortales hasta las 204 – 23 de ellos niños – desde el estallido de las protestas.

Teherán puso anoche toda la maquinaria a funcionar para evitar precisamente lo que acabó sucediendo. El intenso despliegue de seguridad fue insuficiente para frenar las manifestaciones que bloquearon y prendieron fuego a diversos caminos para impedir el paso de las fuerzas iraníes. Incluso los medios oficiales de Irán han informado de que “a pesar de la fuerte presencia de las fuerzas de seguridad, las calles de algunas ciudades, incluida Teherán, fueron testigos de protestas”. La capital también albergó protestas en diversas partes de la ciudad como Sattar Khan, Nazaziabad, Shariati Street y Tehran Pars.
No obstante, las protestas no quedan ahí. Saqez, ciudad natal de la fallecida Mahsa Amini a manos de la policía iraní por llevar mal colocado el velo, también ha visto cómo los ciudadanos de la región salían en apoyo de sus vecinos de Sanandaj al grito de “Sanandaj no está sola, Saqez la apoya”, y “Mujer, vida, libertad”. Boukan, al noroeste del país, también ha vivido algunos de los momentos de mayor tensión cuando decenas de jóvenes bloquearon las calles e hicieron hogueras alrededor de las que bailaron mientras cantaban “Muerte al dictador”.

Las manifestaciones de este pasado miércoles se producen el mismo día que se confirma la sentencia de ocho años de prisión para Mostafa Tajzadeh, líder reformista de Irán, que fue arrestado en el mes de julio y cuya sentencia ha sido confirmada por su abogado, Houshang Pourbabai, a través de su cuenta de Twitter: “Mi cliente Mostafa Tajzadeh fue sentenciado a cinco años por conspirar contra la seguridad del Estado, dos años por publicar mentiras y un año por propaganda contra el sistema”. El exministro y exasesor de Mohammad Jatamaní durante los últimos años de su presidencia ha decidido no apelar y cumplir íntegramente con su condena.
El momento de inestabilidad que atraviesa Irán ha llevado a algunos de los hombres fuertes del líder supremo Ali Jamenei, como Gholamhossein Mohseni Ejei, presidente de la Corte Suprema de Irán, a reconocer que el sistema político de su país puede tener “debilidades y fallas”. E incluso ha asegurado que la sociedad iraní “debe saber que tenemos oído para escuchar protestas y críticas, y estamos listos para el diálogo”. De esta forma, se abre una nueva posibilidad, demostrando que la lucha librada en las calles, aunque dura y costosa para centenares de víctimas, está abriendo un nuevo contexto de optimismo en Irán.