La alianza conformada por Egipto, Grecia Chipre, Emiratos Árabes Unidos y Francia trata de frenar el expansionismo turco en la zona

Turquía encuentra oposición en el Mediterráneo

PHOTO/Servicio de Prensa Presidencial vía AP - El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan

Varios países se alinean de manera clara contra las ansias de Turquía sobre el arco mediterráneo. Desde hace un par de semanas se viene reforzando la alianza formada por Grecia, Chipre, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Francia y Egipto encaminada a detener el avance de la alargada sombra del país presidido por Recep Tayyip Erdogan sobre el mar Mediterráneo, proyectado actualmente sobre Libia, Siria y las aguas próximas a Chipre y Grecia principalmente. 

La gran voz de alarma se dio, sobre todo, a raíz del pacto sellado en noviembre del año pasado entre el ‘sultán’ Erdogan y el Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia (GNA, por sus siglas en inglés), por el cual Turquía entraba en la guerra civil del país norteafricano en favor del Ejecutivo liderado por el primer ministro Fayez Sarraj, al tiempo que se repartían zonas de influencia económica en aguas del mar Mediterráneo, destinadas principalmente a la perseguida prospección de gas y petróleo. Esta maniobra otomana fue denunciada ante la comunidad internacional principalmente por Chipre y Grecia, más aún cuando el país heleno entendía que se violaban fronteras marítimas circunscritas a las islas griegas. 

El primer ministro del GNA libio, Fayez Sarraj

Turquía ha estado llevando a cabo perforaciones también en aguas jurisdiccionales de Chipre, tildadas como “ilegales” por el país europeo. Un área ya de por sí muy caliente también por el ya consabido conflicto reinante en la isla entre la República Turca del Norte de Chipre y el sur grecochipriota. El territorio quedó dividido en dos en 1974, cuando Turquía intervino en respuesta al golpe de Estado que pretendía la anexión de la isla a Grecia y el conflicto se mantiene. La República de Chipre controla el sur y es la única entidad reconocida internacionalmente, siendo miembro además de la Unión Europea (UE) desde 2004; mientras que en la región norte se proclamó la República Turca del Norte de Chipre, solamente reconocida por Turquía, país del que depende para su subsistencia. 

En este punto, el Gobierno grecochipriota rubricó durante los últimos años acuerdos con Egipto, Israel y Líbano para delimitar su zona económica exclusiva, en el marco de la cual ya dio diversas licencias de exploración y perforación. Mientras, desde el lado turcochipriota se considera que se violan sus derechos al no ser tenidos en cuenta a la hora de sellar pactos internacionales de tanta relevancia. El Ejecutivo pro-griego señaló que los beneficios de estos acuerdos gasistas repercutirán en los turcochipriotas una vez llegue el acuerdo de reunificación, algo que parece estar muy lejos ya que todos los intentos para ello han fracasado hasta el momento. En este escenario, la UE condenó el 16 de mayo las operaciones del buque de perforación turco Yavuz que ha estado actuando en Chipre desde abril.

La alianza anti-Turquía condenó la guerra civil en curso en Libia, que se lleva desarrollando desde 2014, y el apoyo militar turco al GNA, y pidió a Turquía que detenga el flujo de combatientes extranjeros de Siria a Libia. Un trasvase de mercenarios a sueldo que luchan en favor del país euroasiático en el que se incluyen elementos de ex filiales de grupos terroristas como Al-Qaeda, a los que se ubica en el reducto de Trípoli, último bastión importante resistente de las fuerzas de Fayez Sarraj que sufre la última ofensiva para su conquista lanzada el 4 de abril de 2019 por parte del Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés) del mariscal Jalifa Haftar, quien justificó esta operación con el pretexto de acabar con los elementos terroristas refugiados en la capital tripolitana y de llevar a cabo un posterior proceso democrático. Mientras, desde el bando del GNA se denuncia esta acción como un auténtico golpe de Estado rebelde. 

El mariscal del LNA libio, Jalifa Haftar

Los movimientos militares turcos en Libia han cambiado el curso del conflicto bélico en torno a Trípoli entre las fuerzas de Sarraj y el LNA, patrocinado por el otro Ejecutivo de la ciudad oriental de Tobruk. De hecho, la presencia turca ha ayudado al GNA a recuperar cierto terreno con la reconquista de enclaves como los de Sabratha y Sorman.  

Libia se ha convertido desde hace tiempo ya en un tablero de juego en el que participan diversas potencias extranjeras, que tomaron partido por las partes enfrentadas según los intereses propios, que vienen a resumirse en que Libia es un país valioso por sus reservas petroleras y por su localización en el Mediterráneo. Así, por un lado, el GNA recibe el sustento de Turquía, Qatar e Italia, además del reconocimiento internacional de la Organización de Naciones Unidas (ONU) desde 2016; mientras, por otro, el LNA de Haftar cuenta con el apoyo de Rusia, Arabia Saudí, EAU, Egipto y Francia. Precisamente, El Cairo y Abu Dhabi siempre han mostrado su apoyo abierto al Ejército del mariscal Haftar. "Apoyamos al LNA y no lo abandonaremos ", llegó a decir en diciembre pasado el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi. En abril, Emiratos también elogió los esfuerzos del LNA para enfrentar a las milicias extremistas en Libia. 

La alianza a cinco opositora a Turquía tiene previstas diferentes reuniones y consultas, lo que da muestra del gran interés que existe en frenar las acometidas mediterráneas de la nación euroasiática; un país muy presente en Siria también, donde instaló puestos de control y destacamentos militares en la frontera turco-siria con el fin de perseguir a los kurdos, a los que hostiga bajo la acusación de que perpetran acciones terroristas en el sur de Turquía y a los que pretendía echar de la zona de seguridad establecida en el norte de Siria y acordada con Estados Unidos cuando el gigante norteamericano abandonó sus posiciones para dejar el camino libre a las fuerzas otomanas y a las rusas (que apoyan en la guerra al régimen oficialista de Bachar al-Asad), abandonando a su suerte a las milicias kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en turco), encuadradas en las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), que fueron de gran ayuda para el Gobierno de Donald Trump en la derrota infligida al grupo terrorista Daesh, escenificada con la caída de Al-Baghouz hace un año. Precisamente, el Gobierno de Al-Asad y su socio ruso tratan de acabar con el último reducto rebelde de la provincia de Idlib, donde todavía aguantan elementos de la insurgencia opositora al poder establecido, con la presencia también de elementos yihadistas. 

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, observa un desfile aéreo en el Día de la Victoria

En este sentido, Tariq Fahmy, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo, explicó al medio Al-Monitor que “la alianza de cinco partidos logró alcanzar su primer objetivo que es plantear las preocupaciones de Turquía, lo que fue evidente en la declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores turco que atacó a cada uno de los países parte de la alianza". Destacando, además, la presencia de Francia: “La participación de Francia en la alianza es de suma importancia, ya que es vista como una potencia de la Unión Europea, que podría contribuir a imponer las sanciones esperadas a Turquía para proteger a Chipre de las violaciones turcas". "Francia desempeñará un papel importante en la alianza porque es un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, por lo tanto, puede vetar cualquier decisión a favor de los movimientos turcos en Libia", indicó Fahmy. 

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo señaló también que Francia da un nuevo impulso a la nueva unión, ya que es parte de la misión naval de la UE, denominada Irini, lanzada en abril para “imponer un embargo de armas a Libia y evitar que Turquía envíe armamento al GNA en su lucha contra el LNA".

El presidente de Francia, Emmanuel Macron

Cabe recordar que, a pesar de que la ONU instó a decretar el cese de hostilidades en todas las guerras abiertas, incluida la libia y la siria, con motivo de la actual crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19, se siguen violando todo tipo de altos el fuego que han podido llegar a plantearse en estos meses; incluido el que se alcanzó de cara a la guerra civil de Libia en la pasada conferencia de Berlín de enero de este año, en la que se vieron las caras Jalifa Haftar y Fayez Sarraj después de mucho tiempo y en la que se acordó el citado alto el fuego, que posteriormente no ha sido respetado. 

A principios de mayo, el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, había pedido a las partes de la misión naval de Irini que reconsideraran su apoyo al LNA . Mientras tanto, la agencia estatal de noticias turca Anadolu publicó una información el 10 de mayo en la que señalaba a Francia por evitar el apoyo militar turco para el GNA. En julio de 2019, el ministro del Interior del GNA, Fathi Bashagha, acusó a Francia de enviar tropas a Libia para apoyar a la LNA de Haftar en su ofensiva sobre Trípoli.

Mientras tanto, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó su apoyo a la lucha del LNA contra el terrorismo yihadista durante una reunión del 9 de marzo con Haftar en la capital gala de París. "Las continuas violaciones turcas en Libia y el Mediterráneo probablemente harán que la alianza se militarice y forme una fuerza militar conjunta para proteger los intereses de los países involucrados e intensificar la coordinación de seguridad, estrategia e información contra Turquía", explicó Tariq Fahmy.

El buque de perforación turco Fatih navega por el Bósforo cuando parte hacia el mar Negro en Estambul (Turquía), el 29 de mayo de 2020

Por su parte, el analista Hassan al-Hassi dijo a Al-Monitor que habrá más asociaciones en contra de Turquía y reseñó que “Egipto es el garante de la cohesión continua de la actual alianza para preservar su seguridad nacional en la frontera con Libia contra los movimientos turcos, especialmente después de las recientes derrotas del LNA".

Hay que recordar también que Abdel Fattah al-Sisi, presidente de Egipto, ya reiteró este sábado pasado, junto con su homólogo francés Emmanuel Macron, su rechazo a las “injerencias externas” en el conflicto libio, que tachó de “ilegales”.

La Presidencia egipcia informó sobre la conversación telefónica que mantuvieron ambos dirigentes y en la que Al-Sisi subrayó que la postura de Egipto en el conflicto del país norteafricano es “poner un límite a las injerencias externas ilegales que amenazan a la seguridad y estabilidad en Oriente Medio y el Mediterráneo”. Asimismo, remarcó que Egipto está trabajando para “recuperar los pilares institucionales del Estado libio y poner fin al caos y a la expansión de grupos criminales y milicias terroristas” en Libia.

El presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi

Hay que resaltar también que Estados Unidos está poniendo cada vez más interés en la zona. Está volviendo a retomar presencia en Siria, atraído por el atractivo de su petróleo, y estudia emplazar elementos militares en Túnez para disuadir a Rusia, muy presente en la vecina Libia, país con fuerte atractivo también por su crudo. Así, el Mando Central del Ejército de EEUU en África (US AFRICOM) denunció un nuevo despliegue de aviones rusos MiG-29 en territorio libio en apoyo del LNA. Desde que en abril de 2019 Haftar pusiera cerco a la capital para intentar arrebatársela al GNA, la guerra se ha tornado en un conflicto multinacional con la participación de compañías militares privadas (como la del Grupo Wagner que actúa para Rusia), con escasa presencia de Ejércitos y librada en muchos momentos por milicias locales y mercenarios extranjeros contratados por ambas partes.

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato