Ankara y Moscú estarían trabajando sobre un cese de las hostilidades “inmediato”, que llevaría incluido el reparto permanente de esferas de influencia

Turquía y Rusia, ¿acercan posturas sobre Libia?

AP/PAVEL GOLOVKIN - El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en Moscú, Rusia, el 5 de marzo de 2020

El jefe del Estado Mayor de la Defensa turco, Yasar Guler, y su homólogo ruso, Valery Gerasimov, han abordado este miércoles “los últimos acontecimientos en Libia”, según se ha informado en un comunicado del Ministerio de Defensa ruso. En la misma jornada, el ministro de Relaciones Exteriores del Kremlin, Sergei Lavrov, ha revelado que Rusia y Turquía “están trabajando en un acuerdo inmediato de alto el fuego para la guerra en Libia”, de acuerdo con la agencia de noticias Interfax.

El responsable ruso de la cartera de Exteriores ha asegurado que su aliado en la contienda, el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), comandado por el mariscal Jalifa Haftar, “está listo para firmar un documento que recoja el cese de las hostilidades”, y que espera que Turquía convenza a su socio, el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), liderado por el primer ministro Fayez Sarraj, para que se sume al pacto. Lavrov ha lamentado también que este último bando no piense, por ahora, en alcanzar un alto el fuego, y en cambio aspire a seguir batallando para lograr la victoria militar en la guerra civil, que lleva abierta desde el año 2011 tras la caída de Muammar Gadafi. 

El GNA, gracias al apoyo de la nación euroasiática, anunció a principios del mes de junio que había ganado la batalla sobre Trípoli, la capital, que había sido asediada desde hacía 14 meses por el LNA, el cual había lanzado una ofensiva contra ella para tratar de “liberarla” de los “terroristas” que estaban controlando la localidad. Ahora, el Ejército de Sarraj se ha marcado dos nuevos objetivos: los enclaves geoestratégicos de Sirte, al norte y rico en petróleo, y Al-Jufra, en el centro del país y con la mayor base aérea del territorio. Ambos están actualmente bajo dominio del LNA, que ya ha recibido el apoyo de sus aliados, como Francia, Egipto e, incluso, Rusia, para defenderlos, ante el despliegue de las fuerzas del GNA en las inmediaciones que se ha conocido en la última semana.

Además, cabe destacar que Turquía parece estar presionando a Sarraj para que inicie la ofensiva contra los dos enclaves lo antes posible, sobre todo, tras haber sido obligada a abandonar la base de Al-Watiya, al recibir un ataque contra sus posiciones que destruyó gran parte del arsenal militar que se encontraba en las instalaciones. Ankara aspira a conquistar Sirte, por su riqueza petrolera, y ha centrado su objetivo militar en Al-Jufra; de hecho, la Dirección de Comunicaciones turca publicó una infografía en su perfil de Twitter con varias razones por las que la base aérea es “importante” para los intereses de la nación euroasiática.

Soldados turcos vigilan el paso de vehículos militares de una patrulla conjunta ruso-turca en la autopista M4 de la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, el 7 de mayo de 2020

Por ello, si Rusia y Turquía consiguen avanzar hacia un alto el fuego acercando las posturas entre el GNA y el LNA, hasta el momento radicalmente enfrentadas, significaría que podría producirse una desescalada de la violencia que ha vertebrado el conflicto en los últimos meses. Sin embargo, no es descabellado pensar que tanto Moscú como Ankara tengan una agenda oculta, puesto que el cese de las hostilidades también les resultaría beneficioso para sus intereses nacionales. Como explica el analista Will Pulido, el acuerdo de alto el fuego vendría acompañado probablemente de “un reparto de esferas de influencia de forma permanente”. 

Además, según este experto, incluso Egipto, que hasta ahora ha sido el país que más se ha “enfrentado” con Turquía, incluso llegándole a amenazar con una intervención militar directa si no dejaba de avanzar sobre los dos enclaves geoestratégicos, “firmaría tal reparto de poder y esferas, ya que impediría que el GNA y Turquía sobrepasen las líneas rojas de Sirte y Al-Jufra”. De esto, se podría deducir que en el acuerdo que están trabajando las administraciones de Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin, Moscú conseguiría retener los dos emplazamientos mencionados para el LNA, a cambio de que Ankara lograrse otras posiciones en el país, que todavía se desconocen.

Italia, el único aliado europeo del GNA, también podría aceptar este acuerdo, ya que Roma ha acercado posturas con Ankara en las últimas semanas, por lo que es previsible que si Turquía firmarse el acuerdo, Italia no pondría objeciones, aunque pediría mantener sus proyectos en Libia -cabe recordar que la empresa italiana Eni es el mayor productor extranjero de petróleo en Libia-. Este 7 de julio, el ministro de Defensa italiano, Lorenzo Guerini, viajó hasta la capital turca para reunirse con su homólogo, Hulusi Akar. Ambos acordaron “la necesidad de una solución política al conflicto de Libia”, según informó el Ministerio de Defensa turco. Además, Akar declaró que compartía con su homólogo italiano “puntos de vista comunes y similares sobre varios temas”, lo que abre la puerta a que Roma se sume al posible entendimiento. 

El ministro de Defensa de Turquía, Hulusi Akar, y el ministro de Defensa de Italia, Lorenzo Guerini, en Ankara, Turquía, el 7 de julio de 2020

Además, este encuentro que se produjo en Ankara este martes “es importante de cara a la reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE del 13 de julio sobre Turquía”, asegura el analista Michael Tanchum, puesto que Italia podría convencer a los países miembros a tolerar el entendimiento entre Rusia y Turquía, justificándolo como la solución más “viable” sobre el terreno, del mismo modo que sucede en Siria, donde la UE lo ha aceptado y no juega ningún papel. El único escollo sería Francia, cuya relación con la nación euroasiática se ha tensionado significativamente en las últimas semanas provocando una brecha en el seno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Asimismo, la fragmentación de Europa -con Italia y Francia apoyando cada uno a un bando y el resto de países mostrando su indiferencia más allá de la crisis humanitaria- hace imposible que el Viejo Continente pueda desempeñar un papel crucial en la resolución al rompecabezas libio, por lo que no vería con malos ojos que otros actores involucrados en la guerra, como son Turquía y Rusia, solucionaran el conflicto por él, teniendo en cuenta, además, los innumerables frentes internos que tiene abiertos Bruselas en estos momentos, con el plan de reconstrucción de la economía o el Brexit.

En este punto, cabe mencionar que China también se ha sumado a la petición de un cese de las hostilidades inmediato. En la última reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, el consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores del gigante asiático, Wang Yi, destacó que “la principal prioridad es promover un alto el fuego integral y detener la violencia” y exhortó a todas las partes a “regresar al diálogo”. El canciller también mostró el apoyo de China a los esfuerzos por la paz promovidos por la ONU que, cabe recordar, es la vía defendida por el GNA, pues fue Naciones Unidas quien auspició la formación del gobierno con sede en Trípoli.

Patrulla militar conjunta turco-rusa en la provincia nororiental de Hasakah, el 22 de abril de 2020

También hay que recordar que de conseguirse el alto el fuego inmediato en el que están trabajando Moscú y Ankara, las otras propuestas que se habían presentado para poner fin a la guerra se descartarían. Son la iniciativa de paz presentada por Egipto, que fue apoyada por la esfera árabe encabezada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos; y el plan de Argelia para formar una alianza con Túnez y Egipto.

En cualquier caso, los acontecimientos que se produzcan en los próximos días dictaminarán las posibilidades de éxito o de fracaso del acuerdo en el que están trabajando Moscú y Ankara. Si Turquía finalmente se decide a conquistar Sirte y Al-Jufra, provocando la intervención de Egipto, cualquier opción para la paz en el país norteafricano quedaría reducida a cenizas.

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