El asesor principal del presidente Zelenski, Mijailo Podolyak, tiene claro que en Ucrania no se producirá una “afganización” de la guerra, que el conflicto no se encallará y que este no será largo y agotador para Rusia. Lo que sí ha vaticinado el jefe negociador de la delegación ucraniana es que Moscú abandonará todos los territorios excepto los flancos sur y este, y desde allí se atrincherará, estableciendo su defensa aérea para reducir pérdidas y dictar las condiciones.
Podolyak es buen conocedor de la situación. La mano derecha del presidente ucraniano ha estado al frente de las conversaciones con Moscú desde el minuto uno, defendiendo las posiciones de Kiev. En las conversaciones de Estambul, Podolyak y su equipo renunciaron al ingreso de Ucrania en la OTAN a cambio de garantías defensivas, y arrancaron una “reducción” de las operaciones militares rusas en las ciudades de Chernígov y Kiev, la capital.
Pero más que una victoria diplomática para Ucrania quizá sea una concesión estratégica del Kremlin. El Ejército ruso ha registrado miles de bajas desde el inicio de la invasión, las últimas estimaciones rondan las 14.000 muertes, aún sin cuantificar, y apenas ha conseguido avances significativos en el frente norte, donde se ha topado con una resistencia contundente por parte de las fuerzas ucranianas, que han recuperado terreno en la periferia de Kiev.

A pesar de la retirada parcial de las tropas rusas en las inmediaciones de Chernígov y Kiev, tal y como se comprometió el equipo negociador de Moscú, la OTAN ha alertado de una reagrupación de fuerzas en los frente este y sur, áreas donde el Ministerio de Defensa ruso redirigió la operación después de haber asegurado el cumplimiento de “la primera fase” del conflicto. Una fase marcada por los problemas logísticos, la escasa preparación de los soldados y la desmotivación entre sus filas. Sirios y chechenos han tenido que asistir a sus fuerzas.
El Ejecutivo ucraniano ha anunciado este sábado la toma de más de una treintena de poblaciones próximas a la capital, como Bucha o Brovari, previamente ocupadas por las fuerzas rusas, y ha asegurado además que las tropas enemigas han replegado sus posiciones del aeropuerto Antonov de Gostomel, donde habían permanecido guarecidas. Así lo ha anunciado el portavoz presidencial Oleksii Arestovich, quien ha dejado claro que quedan “duras batallas”. “No nos hagamos ilusiones. Sigue habiendo intensos combates en el sur, por Mariúpol, por el este de Ucrania”, ha sentenciado.
Es precisamente el frente sur el más golpeado por la invasión. Ascendiendo desde la anexionada península de Crimea, las fuerzas rusas tomaron la única capital de óblast ocupada hasta la fecha, Jersón, y sitiaron las ciudades de Zaporiyia, Melitópol, Mykolaiv o la mencionada Mariúpol, esta última aún bajo el control de las autoridades locales. Pero la ciudad portuaria, bañada por el mar de Azov, lleva semanas bajo los escombros, asediada por el Ejército ruso.
?? #Ukraine Los combates en Mariupol continúan.
— Atalayar (@Atalayar_) March 29, 2022
?️La lucha urbana ya se inició hace semanas, y deja imágenes como esta.
?Un combatiente ucraniano falla su tiro de misil antitanque que rebota contra la torre de un T-72B. pic.twitter.com/h8UhwBt3ZX
Su captura lleva dilatándose semanas ante la áspera resistencia ucraniana. De caer en manos rusas, podría suponer un punto de inflexión en el conflicto, pues su control le daría a Putin la capacidad de establecer un extenso corredor que conectase Crimea con el Donbass, zonas controladas por Rusia, desde donde podría tomar la parte este del país. Moscú aspira a conseguirlo en los próximos días, lo que fortalecería su posición en la mesa de negociación.
Del borrador de 15 puntos adelantado hace unas semanas por el Financial Times, discutido esta semana en Estambul, falta por resolver la cuestión territorial. El equipo negociador ruso exigió el reconocimiento de la soberanía rusa de la península de Crimea y la “liberación” de los óblast de Lugansk y Donetsk. Para Kiev estas son condiciones inaceptables, y ha mostrado su disposición a defender cada centímetro de su territorio. Un alto el fuego parece una quimera. Las negociaciones están supeditadas a lo que ocurra en el campo de batalla.
Ucrania podría haber atacado incluso en territorio ruso por primera vez desde el inicio de la invasión. El portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, Igor Konashenkov, informó el viernes sobre varios supuestos ataques aéreos ucranianos en la ciudad de Bélgorod, próxima a la zona fronteriza. La ofensiva habría afectado unas instalaciones donde se almacenaban depósitos de combustible, provocando una gran humareda, pero sin dejar víctimas. Kiev se apresuró a negar la autoría de lo que podría ser un ataque de falsa bandera.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski declaró el viernes durante una entrevista en el canal norteamericano FOX News que no admitir a Ucrania en el seno de la OTAN “es un error, porque si nos unimos a la OTAN, la hacemos mucho más fuerte”. El ex actor y cómico convertido en estadista trasladó que Ucrania “no es un Estado débil” y que no propone hacer a su país más fuerte a costa de la Alianza Atlántica, sino ser un “complemento” para reforzar la organización.
“Creo que somos uno de los componentes más importantes del continente europeo”, sostuvo un convencido Zelenski, que aceptó hace tan solo dos semanas que la puerta de la OTAN está cerrada para Ucrania, renunciando a ingresar en la organización durante las negociaciones. La imagen mostrada por las fuerzas ucranianas ha motivado al presidente para sacar músculo, pero aprovechó la oportunidad para pedir misiles y aviones. “Dadme algo con lo que defender mi país”, insistió.
El presidente ucraniano recibió en Kiev a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola. “Coraje, fuerza y determinación. Con Zelenski en Kiev. Viva Ucrania”, trasladó la conservadora a través de Twitter. La italiana, primera líder de una institución europea en desplazarse hasta Ucrania, mantuvo una reunión con Zelenski y su primer ministro, Denis Shmigal, a los que trasladó su compromiso de impulsar la candidatura del país para formar parte de la Unión Europea, una hipotética adhesión que Moscú no vetaría.