Los últimos días de Unasur y la gestación de Prosur

Alex Erquicia

Pie de foto: Vista de la sede del parlamento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en San Benito, Bolivia, el 12 de septiembre de 2018, el día de su inauguración. - La sede vacía del parlamento de UNASUR refleja la crisis por la que atraviesa el bloque sudamericano debido a las diferencias políticas entre sus miembros.Photo:AFP PHOTO / BOLIVIAN PRESIDENCY / FREDDY ZARCO

El histórico proyecto de integración regional de América del Sur atraviesa un momento de mutación.  La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), bloque político, económico y cultural, está en su lecho de muerte. Mientras tanto, algunos líderes están gestando lanzar el Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina (Prosur), un nuevo bloque interregional presentado como la alternativa para una mayor alianza política regional.  Está previsto que los presidentes de los países suramericanos se reúnan en Santiago de Chile el 22 de marzo en el que se espera que avancen en dicha nueva plataforma de integración con el que buscan desplazar a Unasur, marcar distancia con Venezuela (y la difamada revolución bolivariana) y trazar ejes de la nueva ola ideológica de la región. 

Los tiempos políticos en la región han cambiado sustancialmente desde mayo de 2008 cuando, en un contexto  crisis financiera global, se firmaba en Brasilia la fundación de Unasur. Integrada por 12 países de Suramérica el bloque no ha conseguido grandes logros ni fortalecer su presencia institucional pese a estrenar su millonaria sede del parlamento en una zona rural de Bolivia en septiembre pasado. Las diferencias políticas e ideológicas, la lentitud burocrática, y la incapacidad de influencia del bloque en la crisis política y económica que atraviesa Venezuela desde hace años, han llevado a Unasur a un estado burocrático que está terminado con su existencia (el bloque lleva sin secretario general desde finales de 2017). La deriva del bloque, además, está ligada a la desaparición de Hugo Chávez, la caída de Lula da Silva que llevó a un abismo brasileño, la caída internacional de los precios del petróleo y el cambio del color político de la región del rojo al azul (del progresismo al conservadorismo) en los últimos diez años. 

Por esos motivos, hace menos de un año Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú suspendieron su participación en la Unasur, una herida de la que no se ha podido recuperar. El abandono del bloque por parte de Colombia lo hacía oficial el presidente Iván Duque coincidiendo con su nombramiento en agosto del año pasado. Ecuador se ha sumado a la lista esta misma semana. Por ello permanecen en Unasur Uruguay, Bolivia, Surinam y Venezuela.  

Colombia y Chile, con una cercana relación con los otros cuatro países, son los principales impulsores de la creación de Prosur de la misma manera que en su momento durante el proceso de formación de Unasur lo fueran Brasil y Venezuela (en especial dado que Chávez veía la energía como el elemento dinamizador de la región). Esos seis países liman ahora una posición común de rechazo al tratado del organismo de integración regional. 

"Unasur ha fracasado. La mejor prueba de ello es que, por su exceso de ideologismo, por su exceso de burocracia, Unasur está prácticamente inactiva hace ya casi tres años y no ha logrado ningún resultado", ha afirmado el presidente chileno Sebastián Piñera.  Venezuela no está invitada a la cumbre en Santiago de Chile, y por ende no formará parte de Prosur en un principio, dado que no cumple los requisitos de vigencia de la democracia y del estado de derecho y, además, respeto pleno a las libertades y a los derechos humanos de sus habitantes. Juan Guaidó ha confirmado que no estará en la reunión.  En la cumbre de este viernes está confirmada la participación de los presidentes de Argentina, Mauricio Macri; Colombia, Iván Duque; Ecuador, Lenín Moreno; Paraguay, Mario Abdo Benítez, y Perú, Martín Vizcarra.  

Con la creación del ente internacional de Unasur hace más de diez años se abría un nuevo periodo en la región que estaba en búsqueda de un mayor protagonismo internacional y de una nueva forma de cooperación regional. "En realidad, se jugaba el deseo venezolano de liderar la región, gracias a su gran disponibilidad de efectivo, frente al mayor pragmatismo brasileño",escribíael analista político Carlos Malamud el año de la firma del texto fundacional. 

Pie de foto: El presidente boliviano, Evo Morales, pronuncia un discurso durante la inauguración de la sede del parlamento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), sin la asistencia de presidentes de los otros países del bloque, en San Benito, Bolivia, el 12 de septiembre de 2018. - Photo: Photo by Freddy ZARCO / Bolivian Presidency / AFP

Los motivos de creación de Prosur, similares a las esbozadas hace más de diez años con Unasur, tiene que ver con el deseo de lograr una mayor  coordinación política suramericana, establecerse como ente para una mayor capacidad de decisión, y representación, de los países del sur del continente americano, y distanciarse de Estados Unidos y de la Organización de Estados Americanos (OEA). En los tiempos de ruptura del orden internacional, la región suramericana abraza el multilateralismo como el camino a seguir. 

 Dados esos objetivos similares, la desaparición de Unasur supondrá, por ahora, una pérdida para América Latina tanto como las ganancias que traerá la promoción del nuevo bloque Prosur. La única diferencia son los cambios en los tintes ideológicos de los países firmantes (pese a que los impulsores de la nueva organización aseguren que no exista un componente ideológico en el lanzamiento del nuevo organismo). En la cuestión venezolana, Prosur deberá medirse con el Grupo de Lima, compuesto por catorce países, y que se constituyó en agosto de 2017 con el fin de buscar salidas a la crisis del país. 

El proceso de búsqueda de una mayor integración en la región de América del Sur ha sido un sueño desde hace décadas. La desaparición de un bloque, o reconfiguración en una nueva alianza entre algunos países, no invita al optimismo. Queda por ver hacia donde se encamina la unidad y la cooperación sudamericana que busca una vez más, definir su voz en el nuevo mundo multipolar y con Venezuela siendo un claro reflejo del escenario de rivalidad geopolítica actual. En su momento, la firma del tratado de Unasur logró poner de acuerdo, aunque fuera temporalmente, al entonces mandatario de Colombia, Álvaro Uribe, y al presidente venezolano Chávez, dos figuras ideológicamente contrarias. En 2008 el proyecto de alianza tenía un carácter progresista ya que regímenes de izquierda dominaban en Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia.

La superabundancia de proyectos de integración regional y los proyectos fallidos van sumándose haciendo que cada vez se ponga en mayor duda este tipo de iniciativas. "A veces parece que la integración regional es más un proceso de afirmación identitaria que de puesta en valor de intereses convergentes", decía el informe de 2005 de el Real Instituto Elcano Integración y cooperación regional en América Latina: diagnóstico y propuestas. Por ahí parecen ir los tiros con la nueva fuerza que encabezan Piñera, de Chile, y Duque, de Colombia. 

Prosur corre el riesgo de que le suceda lo mismo si el único motivo de su existencia es actuar como contraparte a Unasur y como una expresión ideológica definida, arriesgando caer en la irrelevancia. Para fortalecer institucionalmente los vínculos entre países, más allá del comercio y la economía, se necesitará más que buenas intenciones e ideologías.

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