Al menos 29 personas murieron en el atentado, mientras el país esperaba los resultados de la tregua de tres días

Un ataque de Daesh enturbia el alto el fuego entre talibanes y el Gobierno afgano

photo_camera PHOTO/AP - Representantes talibanes

La tregua de tres días entre el Gobierno afgano y los talibanes se ha visto empañada por el ataque con coche bomba del grupo yihadista Daesh este lunes al este del país, dejando, al menos, 29 víctimas mortales, incluidos civiles y prisioneros, así como diez miembros del grupo terrorista, según AP.

El ataque comenzó el domingo por la noche y no finalizó hasta la tarde del día siguiente. Tuvo como escenario la prisión de Jalalabab, que alberga a unos 1.700 prisioneros, en su mayoría combatientes de Daesh y los talibanes. 

En un comunicado publicado el mismo domingo por la noche por la agencia del grupo terroristas, Amaq, Daesh se atribuyó la responsabilidad del asalto, donde, según las autoridades, unos 700 prisioneros lograron escapar antes de ser recapturados. Según recoge la agencia de noticias AFP, el portavoz de las autoridades de la provincia de Nangarhar, cuya capital es Jalalabab, aseguró que “los combates continúan” y algunos de los atacantes “tomaron posiciones en un mercado cerca de la prisión y se confrontaron a las fuerzas de seguridad”.

Vuelta a la violencia

Este ataque puso fin a la calma vivida durante los tres días de tregua que se habían decretado entre el Gobierno afgano y los talibanes. Hasta esta ofensiva, el alto el fuego anunciado por los talibanes para conmemorar la fiesta musulmana de Eid al-Adha había sofocado en gran medida la violencia en Afganistán. La tregua pretendía ser una medida de aumento de la confianza entre las partes para ayudar en el impulso de las conversaciones de paz directas y el Ejecutivo afgano había pedido alargar la tregua.

Zabihullah Mujahid, uno de los portavoces de los talibanes, con el objetivo de separarse de estos ataques y mantener la tregua consensuada con Ashraf Ghani, ha negado cualquier implicación con el asalto. Pero estas declaraciones no se corresponden con las dadas por el portavoz del Ministerio del Interior, Tareq Arian, que ha acusado a los talibanes de “romper sus promesas” y de matar a 20 civiles, hiriendo a otros 40, durante la tregua. El Gobierno afgano ha acusado a los talibanes de violar el alto el fuego 38 veces, siendo este el tercero en 19 años de guerra.

Ashraf Ghani, presidente de Afganistán

Según recoge el Washington Post, funcionarios de la seguridad afgana dijeron que el ataque podría haber sido llevado a cabo por un grupo de disidentes talibanes para, de esta forma, alterar el impulso de las conversaciones directas. Daesh no formó parte del alto el fuego, y el ataque del domingo, no ha significado una violación de la tregua, pero la redada en la prisión puso de manifiesto el tipo de violencia que podría continuar en Afganistán a pesar de un acuerdo de paz entre el Gobierno y los talibanes. La rama de Daesh en Afganistán se ha atribuido la responsabilidad de varios ataques en Kabul. Según datos de Naciones Unidas, en Afganistán habría unos 2.200 miembros de Daesh en activo y, si bien el grupo ha ido perdiendo territorio, su liderazgo no se ha agotado y sigue siendo capaz de llevar a cabo este tipo de ataques.

Demora en las conversaciones

Las negociaciones se han retrasado durante meses tras la firma del histórico acuerdo de paz entre Estados Unidos y los talibanes por un aumento de la violencia y un controvertido intercambio de prisioneros. Según las autoridades afganas, el domingo unos 300 talibanes fueron liberados, lo que eleva la cifra total a 4.900, pero sin liberar a aquellos que están acusado de graves crímenes. Antes del Eid, el Gobierno afgano anunció que liberaría a 5.000 prisioneros como así exigían los talibanes antes de que pudieran comenzar las conversaciones. Este acuerdo fue alcanzado para permitir que Estados Unidos pusiera fin a su presencia en el país después de 19 años de guerra y asegurarse de que, después de la retirada de las tropas, el territorio no se convirtiera en un ‘paraíso’ para los grupos terroristas.

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