Las medidas adoptadas en materia de política migratoria, por países como Malta e Italia, no han evitado que el Mediterráneo se haya convertido en la última década en una enorme tumba para más de 28.000 personas.
Diez años después del gran naufragio de Lampedusa, que acabó con 368 migrantes ahogados a sólo una milla de las costas de la isla italiana, la dramática historia se repite una y otra vez: cada tarde, cada madrugada, en diferentes coordenadas del Mediterráneo Central, desde Libia o Túnez hacia Europa. Sólo este año, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), han muerto ahogadas más de 2.300 personas en esta peligrosa ruta migratoria.
Aquella oscura madrugada del 2 al 3 de octubre de 2013, una enorme barcaza repleta de personas -en su mayoría procedentes de Eritrea- naufragó cuando estaban a punto de llegar a la isla de Lampedusa.
El héroe de Lampedusa denuncia que se podían haber salvado muchas más vidas
A una milla de la costa de Lampedusa estaba navegando Vito Fiorino, un heladero que esa tarde noche cerró su local y salió al mar con unos amigos a pescar. Él fue el primero en darse cuenta de la tragedia y, sin dudarlo, se tiró al mar y salvó a 47 de los 155 supervivientes. Esa fatídica mañana, que jamás podrá olvidar, marcó su vida para siempre y ahora todos sus vecinos le conocen como el héroe de Lampedusa.
Así sucedió todo. Cuando Fiorino y sus amigos se despertaron aquella mañana con los primeros rayos de luz, empezaron a escuchar gritos, caminaron y desde la proa asistieron a “una escena aterradora”. Describe cómo vieron a “unas 200 personas pidiendo ayuda y gritando con los brazos levantados”. “Nos invadió el miedo, pero empezamos a salvarlos. Estaban desnudos, resbalaban porque estaban manchados de carburante”. Pero la cosa no acaba ahí. Según el hombre, de 73 años, se acercaron dos barcos grises sin afán de prestar ayuda, les alumbraron con unas luces azules que Fiorino atribuye a la policía, y asegura que les hicieron varias fotografías y se dieron media vuelta. “Pretendían salvarlos a la mañana siguiente”, es lo que lleva años denunciando Vito Fiorino.
Entonces las cosas empeoraron. El conductor de la patera, al ver que entraba agua, embadurnó una camiseta de carburante para lanzar una desesperada señal de emergencia. Y se desató un incendio. “Vi cómo mujeres y niños se convirtieron en antorchas humanas. Todos se agolparon a un lado y la barcaza volcó”. Reconoce Fiorino que ese momento le dejó una “marca imborrable”. En la panza de aquella barcaza viajaban unas 520 personas.

Salvó a decenas de migrantes de una muerte segura en el mar
Ahora, diez años después, Vito Fiorino pide justicia. “Siento mucha rabia. Aquellas personas podían haber sido rescatadas, pero la indiferencia de dos embarcaciones probablemente militares hizo que 368 personas no llegasen al alba”, se lamenta el heladero. “No teníamos nada que hacer. Si las autoridades se hubieran comportado como nos comportamos nosotros, probablemente la tragedia hubiera sido mucho menor”.
Pocas lecciones aprendidas
Las imágenes de cientos de féretros apilados en Lampedusa que aquel 2013 dieron la vuelta al mundo, estuvieron cerca de dar un giro a las políticas migratorias europeas. Sin embargo, todos los esfuerzos por evitar nuevos naufragios han sido en vano porque -según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)- en la última década han perdido la vida más de 28.000 personas en el Mediterráneo, 24.000 de ellas en el Mediterráneo Central. Sólo en 2023 hay más de 2.300 muertos o desaparecidos en esta ruta, y advierte UNICEF de que desde junio hasta septiembre fallecieron ahogados al menos 289 menores.

“Salvar vidas es la prioridad”, es el mantra que desde la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) se ven obligados a recordar. La OIM, ACNUR y UNICEF han pedido reiteradamente más recursos a la UE para llevar a cabo operaciones de búsqueda y rescate proactivas y coordinadas. Y aseguran que para ello es fundamental que los gobiernos se apoyen en las organizaciones no gubernamentales que operan en el Mediterráneo, en algunos casos perseguidas y sancionadas por salvar vidas.
El problema sigue sin resolverse porque “Europa no ha dado pasos adelante” advierte el que fuera primer ministro italiano en 2013, Enrico Letta, que lamenta también que en materia migratoria no exista disponibilidad de muchos países a afrontar este asunto de forma colectiva. Y les acusa de tener “falta de solidaridad y conciencia” ante un problema que es de todos.

Vuelta de tuerca de las políticas migratorias europeas insuficiente
El naufragio de Lampedusa marcó nuevas líneas de actuación en las políticas migratorias en el Mediterráneo, aunque por poco tiempo. A raíz de la tragedia del 3 de octubre de 2013 se pusieron en marcha operaciones de salvamento coordinadas entre las autoridades italianas y europeas para evitar nuevos naufragios, pero la historia ha demostrado que han sido suficientes mientras sigan registrándose 2.000 muertos cada año en la llamada fosa común del Mediterráneo. En este caso países como Italia o Malta endurecieron su política migratoria, véase el ejemplo de Giorgia Meloni en Italia y de su antecesor en el cargo.
Hoy, una década después de aquel desastre, las cosas no han cambiado demasiado en alta mar y tampoco en tierra firme. Lampedusa lamentablemente vuelve a ser noticia por presentar un nivel de desbordamiento que sus habitantes ya no pueden soportar: con una población de unos 6.000 habitantes, han recibido en pocos días a más de 12.000 migrantes. Y es que este 2023 aproximadamente el 70% de los desembarques se ha producido en esta pequeña isla turística italiana, provocando serios problemas de convivencia. Los centros de acogida están saturados, es necesario y urgente hacer traslados a la península y se toman pocas decisiones a nivel europeo con el Pacto Europeo de Migración y Asilo bloqueado por Italia. Pocos avances en diez años en los que, según las organizaciones humanitarias que trabajan en la zona, no hemos aprendido nada.

Se nos han acumulado los deberes como europeos
Las voces críticas con las políticas migratorias europeas retumban estos días con más fuerza con motivo del trágico aniversario. Desde Médicos Sin Fronteras lamentan que el naufragio de Lampedusa “sólo haya servido para dar el pistoletazo de salida a un recuento de muertos terrible desde entonces y de cara a la progresiva implementación de una serie de medidas que se han demostrado terriblemente ineficaces e inhumanas”.
Salvar vidas es la prioridad
Denuncia también Médicos Sin Fronteras que desde el final de la misión “Mare Nostrum”, que duró algo más de un año, las autoridades italianas y europeas no han tomado ni una sola medida para reforzar las operaciones de salvamento marítimo que eviten nuevas tragedias en aguas del mar Mediterráneo. El altísimo número de ahogados cada año, asegura la ONG, es una “clara demostración de que, no sólo es necesaria una acción de búsqueda y rescate a iniciativa de los Estados miembros, sino que es indispensable y urgente”. Las organizaciones humanitarias coinciden en que es prioritario que Europa se centre en salvar vidas, ofreciendo vías migratorias legales y seguras, y que se comprometa a desmantelar las mortíferas rutas ilegales alentadas por mafias y traficantes.