A lo largo de su historia, Argel ha desempeñado un papel relevante en la gestión del Sáhara Occidental

Argelia: contraparte directa en la controversia territorial del Sáhara Occidental

photo_camera Abdelmadjid Tebboune es el flamante presidente de la República Argelina Democrática y Popular

Una mirada realista a la cuestión del Sahara Occidental permite establecer la participación directa de Argelia en ese conflicto y/o controversia territorial. Es preciso señalar que Argelia es contraparte directa en el diferendo y es responsable en buena medida de que a la fecha no se haya alcanzado una solución. No obstante, el régimen argelino pretende, todavía hoy, mantener puesta la careta o máscara de “observador” para así seguir negando la realidad. Argelia niega tener algún interés o ser parte directa del conflicto, le resulta más cómodo y práctico denominarse “observador”.

¿Cómo explicar que un “observador” haya acogido a una guerrilla en su territorio desde 1974 y la mantenga allí —pasados más de 40 años— junto con una población sometida a condiciones adversas, sin libertades y sin derechos fundamentales? ¿Cómo explicar que la población haya sido instrumentalizada como moneda de cambio y comodín político? Esto no habla precisamente del carácter filantrópico del régimen argelino.

Houari Boumédiène, presidente de Argelia y Hassan II, rey de Marruecos

Vamos a los hechos. En 1975 —meses antes de la Marcha Verde y de que España dejara la administración del Sahara—, el general español Manuel Gutiérrez Mellado dirigió dos cartas a Carlos Arias Navarro, presidente del último gobierno del dictador Franco. En las misivas el general definió su posición favorable a Marruecos y contraria a Argelia: “Sé que en Asuntos Exteriores, en la División de África, son totalmente contrarios a mi posición […] Quieren jugar la carta argelina y no quiero ni pensar lo que sería un gran Magreb dirigido por Argelia, caído Hassan, dominando el Sahara e incluso Mauritania, todo ello en un régimen socialista muy radicalizado”. En otra carta afirmó: “Me atengo una vez más a mi postura promarroquí […] sin que esto signifique ser un lobby, ni que no ponga a España por encima de todo. Los cantos de sirena de Argelia han tocado a personas y organismos españoles. Soy totalmente antiargelino”. El general, que un año después fue nombrado vicepresidente primero del gobierno de Adolfo Suárez, le recomendó a Arias Navarro llegar a un acuerdo con Hassan II para la entrega del Sahara y reconoció que el monarca marroquí no quería un conflicto: “Hassan II en toda clase de mensajes está diciéndonos muy claramente lo que le pasa; creo sinceramente que no quiere el conflicto armado, pero puede pensar que es la solución para que la gente suya no se le vaya de la mano”.

Houari Boumédiène y Abdelaziz Bouteflika

Seguimos en 1975. Jean Daniel (1920-2020), periodista francés recientemente fallecido, fundador de Le Nouvel Observateur, se encontró con el presidente argelino Houari Boumédiène, a quien tenía que entrevistar justo después del anuncio de Hassan II sobre la celebración de la Marcha Verde. El periodista le pregunta al presidente argelino acerca de la inminente movilización política y social en Marruecos. ¿Cuál fue la reacción del mandatario argelino?: “No oculta su cólera, sino que la exterioriza de manera muy brutal […] la cara de Boumédiène se transformó […] Al cabo de un rato, el rey empieza a hablar de Argelia con un tono conciliador y amistoso. El presidente le lanza, en árabe, un insulto y […] Avanza su brazo derecho y le hace un magistral corte de manga. Como un delincuente de Bab El Oued”. El periodista reconoció su estupefacción al ver a Boumédiène levantarse de su silla y ponerse a “saltar de un modo extraño. Un poco histérico […] se agitaba, como si hubiera perdido el control”. El presidente argelino vociferaba insultos dirigidos a Hassan II: “No era más que un torrente de invectivas a un nivel insostenible de grosería, de obscenidad, de vulgaridad […] Seguido de amenazas. "Hassan II no irá al cielo. No sabe lo que le espera. Argelia no va a negociar”, relató el editorialista francés a un medio marroquí en 2013. Boumédiène y sus sucesores cumplieron, así lo reconstruyó el semanario TELQUEL.

Abdelaziz Bouteflika, presidente argelino y el secretario general del Frente Polisario Mohamed Abdelaziz

A inicios de 1976 se produjo el enfrentamiento armado entre los ejércitos de Marruecos y de Argelia, entre el 27 y el 29 de enero 1976 en Amgala. El ejército marroquí interceptó una columna de 400 soldados argelinos y mantuvo una batalla de 36 horas que se saldó con un elevado número de soldados muertos y 106 argelinos capturados. ¿Cuál fue la justificación de Argelia para que su ejército estuviera fuera de sus fronteras? Filantropía pura: el suministro de medicamentos y de ayuda humanitaria a la población. No obstante, los informes de Marruecos dieron cuenta de fuerzas muy bien armadas que estaban brindado ayuda militar al Polisario.

Y, además, fuentes marroquíes establecieron que la presencia argelina fuera de sus fronteras, en esa zona del Sahara, tenía una doble misión: por un lado, apoyar al Polisario y, por el otro, obligar, a punta de fusil, al desplazamiento forzado de los habitantes del Sahara hacia los campamentos de Tinduf para engrosar las filas de la población que presentan como refugiada (refugiados sin ningún documento, en más de cuatro décadas, que avale dicho estatus). Transcurridos 15 días de ese primer enfrentamiento, el 14 de febrero, nuevamente en la localidad de Amgala, tuvo lugar un nuevo enfrentamiento entre las fuerzas armadas marroquíes y el ejército argelino, aun cuando la Constitución argelina prohíbe acciones militares de su ejército fuera de su territorio, reconstruye el jurista Jamal Mechbal.

Abdelaziz Bouteflika, ex presidente de Argelia

España salió del Sahara de forma definitiva a finales de febrero de 1976. Y las posteriores declaraciones de los responsables españoles del Sahara —como las del general Eduardo Blanco, Director General de Promoción del Sahara (Mechbal, 2019, p.60)— y de otros representantes del Estado español (p.59-66) —como Adolfo Martín-Gamero, ex embajador de España en Marruecos (p.74)—, dejaron constancia de la actuación y de la implicación directa de Argelia en el conflicto. Si bien este fue un asunto relacionado con España “pasó a agravarse como un problema serio entre Marruecos y Argelia. Para Argelia era vital el debilitamiento de Marruecos”, sostuvieron los responsables españoles (p.60).

De hecho, el entonces canciller argelino, Abdelaziz Bouteflika, le expresó al canciller español José María de Areilza, la oposición argelina al Acuerdo de Madrid y le dijo que para Argelia constituía una “traición”. Traición es una palabra muy fuerte para un Estado que se considera —un simple “observador”— ajeno a la controversia. Y aquí viene la confesión de parte: Bouteflika le señaló a su homólogo español que Argelia no tenía intereses expansionistas en el territorio disputado, pero que no quería ser “taponada”.

¿Taponada? Así es, taponada. Entiéndase ese “taponada” en términos estrictamente geográficos: el Sahara Occidental es una denominación o designación geográfica (no es un Estado) que sirve para diferenciar, entre otras cosas, el Sahara Atlántico (disputado) del Sahara oriental (que no posee salida al mar). Bouteklifa fue todavía más lejos. Años más tarde, siendo presidente de la república argelina, rompió con el protocolo de jefe de Estado, se desplazó a Houston (Texas) para visitar a James Baker y ocuparse personal y directamente del tema del Sahara y extender la propuesta argelina de solución a la cuestión del Sahara que presentó en nombre del Polisario y que se basó en el reparto del territorio, documenta Mechbal.

El dictador Fidel Castro y el secretario general del Frente Polisario Mohamed Abdelaziz

Algunas miradas a la cuestión del Sahara Occidental en América Latina corroboran el involucramiento de Argelia en el conflicto. Diplomáticos latinoamericanos admiten la sensibilidad del tema del Sahara incluso cuando esta controversia no compete directa o indirectamente a los países de la región. Explican que, por ejemplo, ante una acción de política exterior de Marruecos a través de una de sus embajadas es segura la reacción de Argelia que no tardará en elevar una reclamación ante la cancillería del país donde la acción de la diplomacia marroquí tenga lugar.

Para la diplomacia latinoamericana y también para la española está claro que el diferendo del Sahara y su pervivencia se inscribe en la histórica tensión entre Argelia y Marruecos por la hegemonía en el norte de África. Todos lo saben: el Frente Polisario es un actor secundario en esta disputa territorial. Lo confirmó Juan Antonio Blanco, exdiplomático cubano: “Argelia […] es el verdadero promotor de esa entidad [Frente Polisario] y yo incluso diría que del invento de reclamar la independencia de ese territorio”. Blanco subrayó que: “En la búsqueda de legitimidad internacional para el Frente Polisario, Argelia y Cuba trabajaron juntas para impulsarla a través de los No Alineados y desde esa plataforma a las instituciones multilaterales”.

Los cancilleres de Costa de Marfil y de Marruecos en Laayoune durante la apertura del consulado de Costa de Marfil

Ahora trasladémonos a África donde la amistad entre Marruecos y sus pares africanos crece y se robustece. Así lo corrobora el fortalecimiento ascendente de las relaciones bilaterales entre Marruecos y sus socios del continente africano que han ido profundizando sus lazos de cooperación y solidaridad. Algunos eventos recientes lo reafirman —han tenido lugar tanto en las últimas semanas de diciembre como en las transcurridas de 2020. Siete países africanos abrieron oficinas consulares en las provincias del sur (Dakhla y Laâyoune). Costa de Marfil abrió un consulado general en Laâyoune esta semana y la reacción desde Argelia no se hizo esperar.

En la misma semana, el 20 de febrero, Argelia decidió retirar a su embajador en Costa de Marfil. El comunicado de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia fue en absoluto diplomático. Señaló de “crípticas e insidiosas” las palabras del ministro de Asuntos Exteriores de Costa de Marfil durante la conferencia de prensa conjunta con su homólogo marroquí, tras la inauguración del consulado el 18 de febrero.

¿Argelia pretende marcarle la cancha a Costa de Marfil? ¿Argel buscaría incidir en las decisiones de política exterior que toma Costa de Marfil como Estado soberano? Algunos sugieren que Argelia no ha respetado los estándares diplomáticos del sistema internacional y que ese país viola el derecho internacional pues su acción se corresponde con un acto injerencista en asuntos internos de otro Estado, un comportamiento inaceptable con el que Argelia pretende intimidar a un país relevante geopolíticamente en el continente africano, pero además se trata de una actitud que no se corresponde con el nivel que deben mantener las relaciones entre países africanos en la actualidad.

Mientras Marruecos suma (apoyos, reconocimientos y respaldos a su causa nacional), Argelia resta (a su pretensión de “observador” desinteresado) y demuestra con torpeza la frustración por el declive que ha sufrido su estrategia diplomática y discursiva a nivel internacional. Claro, no son los años setenta, transcurre 2020. 

No es exagerado subrayar que, en los años transcurridos del siglo XXI, Argelia ha obstruido la consecución de una solución al diferendo magrebí, mientras que Marruecos se ha esforzado en encontrar una solución y ha propuesto una autonomía amplia para el Sahara que permitiría dirimir ese conflicto artificial de manera definitiva. Con sus acciones y reacciones Argel ha demostrado ser una parte activa, interesada y muy implicada en la disputa norteafricana.

Los llamamientos del Consejo de Seguridad a través de sus sucesivas resoluciones, alentando a los países vecinos a que hagan contribuciones al proceso político, no son gratuitos. Para quien no lo sepa, es una alusión clara al papel desempeñado por Argelia en la pervivencia del diferendo. Las Naciones Unidas tampoco se equivocaron al invitar a Argelia a participar de las dos mesas redondas en Ginebra. Argelia no es —no puede ser— un simple “observador”, es un actor clave, es parte directa e interesada en ese diferendo regional. En Naciones Unidas son conscientes de que no habrá solución a la Cuestión del Sahara Occidental sin la implicación de Argelia.
 

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