Marruecos frente a los elementos

- Serias inundaciones
- Graves periodos de sequía
- Terremoto de Al-Haouz
- Pandemia de coronavirus
- Plaga de langostas
Marruecos se enfrenta a los elementos. El reino marroquí ha afrontado diversos desastres naturales en los últimos tiempos que han puesto a prueba la resiliencia y capacidad de recuperación del país norteafricano, el cual ha dado una gran respuesta ante estos.
Inundaciones, sequías, movimientos sísmicos, crisis sanitaria e incluso plagas de langostas han sido los difíciles desafíos a los que se ha enfrentado en los últimos años el reino marroquí, que ha dado muestra de su resistencia y capacidad de recuperación ante los embates padecidos.
Serias inundaciones
Marruecos sufrió durante la semana pasada inundaciones y tormentas eléctricas destacables en el sur de su territorio, con una violencia que no se había visto en las últimas dos décadas en cuanto a estos fenómenos meteorológicos.
Las regiones de Guelmim y Tata fueron las más afectadas. Los ríos Tata y Ziz vieron incrementado su caudal a más de 2.000 metros cúbicos por segundo, en el caso del río Tata 2.300 metros cúbicos por segundo, debido a las fuertes tormentas. Unas riadas que dejaron inundaciones en muchas zonas anexas y daños graves en numerosas viviendas e infraestructuras, provocando la muerte de una veintena de personas y dejando decenas de desaparecidos.
Tata, en el sur de Marruecos, región con paisajes diversos con montañas y valles fértiles que son fundamentales para la agricultura local y con un importante patrimonio cultural influenciado por las tradiciones bereberes, fue azotada por las consecuencias del cambio climático, que está golpeando duramente a Marruecos, al igual que a otros países del entorno.

La provincia de Tata fue la más afectada por las inundaciones en cuanto a víctimas mortales, seguida de Errachidia, Tiznit, Tinghir y Taroudant.
El Ministerio del Interior destacó que los efectivos de rescate y emergencias de Marruecos llevaron a cabo labores de rescate y reparación en las zonas afectadas. Decenas de viviendas colapsaron o sufrieron muchos daños, incluso ocho edificios artísticos fueron derrumbados de manera parcial o completa en la región de Tata.
También se registraron daños en las redes de abastecimiento de agua potable y electricidad y en las redes telefónicas, algo que los operarios marroquíes arreglaron en su mayor parte. Las redes viarias se vieron afectadas también, con cortes de tráfico provisionales en hasta 110 carreteras, la mayoría de los cuales fueron solventados en un corto espacio de tiempo.

La Dirección General de Meteorología (DGM) de Marruecos ya había emitido un boletín de alerta roja para el fin de semana pasado para las provincias de Zagora, Tinghir, Errachidia, Ouarzazate y Tata, y naranja para Midelt, Figuig, Azilal, Tiznit, Guelmim, Sidi Ifni, Taroudant y Al-Haouz, estas dos últimas situadas en las montañas del Atlas y gravemente afectadas hace justo un año por el terremoto de Al-Haouz que dejó más de 2.900 muertos.
Rachid El Khalfi, portavoz del Ministerio del Interior de Marruecos, señaló que las precipitaciones registradas en dos días representaron aproximadamente la mitad de las lluvias que experimentan estas regiones durante todo el año y en algunas zonas superaron la cantidad anual media, lo que da muestra de la dimensión de las lluvias sufridas en la zona.
En concreto, se registraron 250 milímetros de agua por hora en Tata, 203 en Tinguir, 114 en Figuig y 82 en Ouarzazate. Las lluvias intensas afectaron a un total de 17 provincias marroquíes.
Ante la situación, se estableció un programa de rehabilitación para las provincias afectadas que cuenta con un presupuesto de ejecución de 232 millones de euros.

Graves periodos de sequía
El cambio climático está detrás de las sorpresivas lluvias torrenciales que provocaron inundaciones y graves daños en el sur de Marruecos. Un cambio climático que, por otro lado, ha dejado escenas de dura sequía en el reino marroquí durante años, con unas presas que en muchas ocasiones han llegado a estar en valores rondando poco más del 20% de su capacidad solamente.
El reino marroquí se ha enfrentado en 2024 a la peor sequía registrada en las últimas cuatro décadas; por lo menos, a la más prolongada de las siete graves sequías que ha habido en los últimos 43 años.
Restricciones en el uso doméstico del agua y en su utilización en cultivos agrícolas han sido algunos de los grandes impedimentos que ha padecido la población en estos últimos meses en el territorio marroquí.

Tras varios años de persistente sequía en la nación, agravada por el cambio climático a través de temperaturas muy altas en determinados periodos, las presas se han vaciado y los recursos hídricos en general se han visto muy mermados, de cara a abastecer a los hogares y poder servir a los cultivos agrícolas. Asunto que no es menor teniendo en cuenta que la agricultura aporta casi el 15% del Producto Interior Bruto (PIB) y, junto a la pesca y el sector forestal, emplea a alrededor del 45% de la mano de obra. Es también el sector que, según datos del Banco Mundial de 2020, consume más recursos hídricos, casi el 90% del total, y es ahora el más damnificado por la sequía.
Morocco is experiencing the worst drought in decades pic.twitter.com/ljMqsCrxy0
— Epic Maps 🗺️ (@Locati0ns) October 24, 2023
Ante la escasez de precipitaciones y de recursos hídricos, el Gobierno de Marruecos adoptó diversas medidas registradas en el Programa Nacional de Abastecimiento de Agua Potable y de Riego 2020-2027, ya activado y que incluye iniciativas innovadoras en este campo y otras medidas tradicionales, como es la construcción de nuevas presas.
El programa buscaba garantizar el suministro de agua gracias a una inversión de cerca de 13.000 millones de euros, dedicados a la construcción de nuevas infraestructuras hídricas, como la conexión entre las cuencas de los ríos Sebou y Bouregreg, cuyo objetivo se fijó en alcanzar un caudal de aproximadamente un millón de metros cúbicos de agua al día, lo que se traducía en un volumen de 360 millones de metros cúbicos al año. Gracias a esta iniciativa, se garantizaba el suministro de agua para el eje Rabat-Casablanca. La intención del Gobierno dirigido por Aziz Akhannouch, en vista del éxito del primer proyecto de la autopista que une el río Sebou con la cuenca el Bouregreg, es también la unión de la presa de Oued El Makhzen con el puerto de El Boughaz Fadil, Tánger, para así poder proveer a una de las ciudades más densamente pobladas del país.

También se incluía en las previsiones la construcción de desalinizadoras de cara a aprovechar el agua de mar para convertirla en potable y dedicarla al uso doméstico. Actualmente, Marruecos cuenta con 12 plantas desalinizadoras con una capacidad total de 179,3 millones de metros cúbicos anuales. Se planea la construcción de siete plantas adicionales para 2027, las cuales agregarán una capacidad de 143 millones de metros cúbicos al año.
Otras iniciativas proyectadas fueron el desarrollo de sistemas modernos de regadío para disminuir el mal uso de agua, la protección ante posibles riadas que deriven en inundaciones y la construcción de un plan hidrográfico nacional para la reubicación de los recursos hídricos en la nación de cara a abastecer a las principales ciudades del país.

Terremoto de Al-Haouz
Junto a todo esto, cabe recordar el grave terremoto de Al-Haouz del 8 de septiembre de 2023. Un potente seísmo de magnitud 6,8 grados en la escala Richter que sacudió Marruecos a 18,5 kilómetros de profundidad. El epicentro se produjo en las montañas del Alto Atlas, a 71 kilómetros al suroeste de Marrakech, causando más de 2.900 muertes y dejando unas 2.500 personas heridas en Al-Haouz (el epicentro) y en las provincias de Taroudant, Chichaoua, Ouarzazate y Azilal. Además, cientos de miles de edificios e infraestructuras colapsaron o se vieron seriamente dañadas. Se trató del temblor de tierra más fuerte que haya afectado a Marruecos en 120 años.

Tras la gravedad de lo ocurrido y ante los ingentes daños personales y materiales sufridos, el Gobierno de Marruecos, siguiendo directrices del rey Mohamed VI, programó un plan de ayuda en varios sentidos de cara a paliar los efectos del grave terremoto sufrido. De esta forma, el reino marroquí puso las bases para la implementación de un programa de ayuda de unos 11.000 millones de euros, destinado a afrontar los problemas derivados del duro seísmo padecido.
El problema fue de tal nivel que Marruecos también aceptó la ayuda de diversos países, entre ellos Emiratos Árabes Unidos, Qatar o España, para labores de rescate y reconstrucción, que fueron coordinadas por el propio Estado marroquí en una operación exitosa que sirvió para normalizar la situación relativamente rápido.

Un año después del terremoto, las autoridades marroquíes han avanzado en las obras de reconstrucción de 49.632 viviendas dañadas, según datos del Gobierno. El Ejecutivo marroquí también otorgó ayudas a un total de 63.862 familias víctimas del terremoto que han recibido durante un año una ayuda mensual de 230 euros. Además, 57.805 familias también recibieron una primera entrega de unos 1.800 euros para reconstruir sus casas.

Pandemia de coronavirus
También cabe rescatar en este caso el episodio de la pandemia de coronavirus, una crisis sanitaria mundial que azotó al mundo dejando millones de muertos por los efectos derivados del propio coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19, que durante más de dos años desde principios de 2020 provocó graves afecciones respiratorias y agravó otras patologías existentes llegando a desembocar en la muerte de 29 millones de personas en todo el mundo, provocando un trauma importante en gran parte de la ciudadanía global y una factura billonaria provocada por los efectos económicos derivados de la pandemia. Una situación a lo que no escapó tampoco Marruecos, con una cifra de muertos que fue de 1.280.000, un número a considerar teniendo en cuenta que el país norteafricano tiene en torno a 36.700.000 habitantes.

Las medidas que implementó el Gobierno de Marruecos siguiendo las instrucciones reales del monarca Mohamed VI fueron duras, pero sirvieron para contener todo lo posible la expansión del virus. Se llevaron a cabo fuertes restricciones de movimiento dentro del país, cierres de fronteras en los momentos más duros cuando había una alta tasa de casos de coronavirus, medidas de higiene pública importantes y distribución de vacunas y material sanitario a toda la población de cara a frenar la propagación del virus.
El personal sanitario marroquí, tanto civil como militar, mostró un gran compromiso para proteger a los afectados y preservar la salud de los sectores más vulnerables de la sociedad y las instituciones del Estado priorizaron la salud nacional, convirtiendo la lucha contra el virus en un asunto de Estado, lanzando diversas iniciativas y promoviendo leyes de manera inmediata, con la finalidad de paliar efectos aún peores en la ciudadanía. Marruecos fue uno de los primeros países que cerró fronteras y decretó la conformación de un fondo de urgencia social, imprescindible ante la crisis económica que se avecinaba por el cese de varias actividades económicas.

El reino marroquí también colaboró para ayudar a otras naciones más desfavorecidas, principalmente de África, para suministrar vacunas y material sanitario de cara a luchar contra la pandemia.
Plaga de langostas
Hasta una plaga de langostas afectó a Marruecos en mayo de 2023. Las zonas agrícolas cercanas a Oued Draa (río Draa, en la región de Tata, en el sur de Marruecos) se enfrentaron a una plaga de langostas que causó graves daños a sus cultivos, especialmente a la agricultura de subsistencia de los habitantes.
A pesar de los esfuerzos de las administraciones por combatir la plaga, la situación se volvió preocupante ante el riesgo que existía de que llegase a las zonas agrícolas cercanas a Tata afectando todavía más a la economía nacional.
El Centro Nacional de Control de Langostas de Marruecos trató diariamente la zona rociando pesticidas para mitigar la plaga, aunque los enjambres atacaban con virulencia la zona, en lo que significó un proceso largo de erradicación de la plaga.