La precariedad financiera, derivada de la caída de precios del petróleo y los batacazos provocados por la pandemia, han colocado al país norteafricano en la crisis más delicada desde la Independencia del país en 1962

Un Comité militar restringido estudia en Argel los escenarios para superar la crisis

photo_camera PHOTO - El presidente Abdelmayid Tebboune

La crisis institucional que se está desarrollando en Argelia, ha empujado a la cúpula militar a prever todos los escenarios posibles que pueden derivar de la enfermedad del presidente Abdelmayid Tebboune y su confinamiento hospitalario en Alemania. 

La precariedad financiera, derivada de la caída de precios del petróleo y los batacazos provocados por la pandemia, unido al desafío lanzado por el pueblo argelino que ha desertado las urnas del Referéndum por la reforma constitucional, han colocado al país norteafricano en la crisis más delicada desde la Independencia del país en 1962. 

La única fuerza organizada y estructurada del país, los militares, que hasta ahora habían procurado no aparecer en primera línea de la conducción política del país desde 1965, en que el coronel Huari Bumedien al mando de un Consejo de la Revolución derrocó al presidente Ahmed Ben Bella, con la excepción de 1992 en que se formó un Alto Consejo de Estado para llenar el vacío creado por la anulación de las elecciones legislativas en las que iba a ganar el Frente Islámico de Salvación,  se están viendo obligados a asumir de nuevo en primera línea su papel de dirigir el país.

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Según el diario digital Algérie Part, generalmente muy bien informado, un Comité Militar restringido de generales de alto rango se está reuniendo cada tarde en la sede del Estado Mayor del Ejército en Argel, para seguir la evolución de los acontecimientos. Dicho Comité castrense lo formarían el Jefe del Estado Mayor Said Chengriha; el Comandante de la Guardia republicana Benali Benali; el comandante de la primera región militar que controla  la capital, Ali Sidane; el controlador general del Ejército, Mustafa Udjani; el jefe de la Dirección General de la Seguridad Interior, Abdelghani Rachedi; y otros dos jefes de departamento del ministerio de Defensa. En total siete generales al mando del Jefe del Ejército Said Chengriha.

El digital Algérie Part, señala que encima de la mesa de discusión están todos los escenarios posibles, “del más pesimista al más optimista”, y que el Comité Militar “no excluye ninguna alternativa”. 

La cúpula militar argelina sigue resistiéndose a colocarse en primera línea y asumir la dirección política del país. Y ello a pesar  de que en principio cuenta con el apoyo y la simpatía de amplios sectores de la población. La abstención masiva en el Referéndum de la nueva Constitución, es interpretada como un rechazo frontal y generalizado a la clase política y a las instituciones republicanas acusadas de inepcia cuando no de corrupción, con la salvedad del Ejército Nacional Popular que aún guarda una cierta aureola de profesionalidad y sentido patriótico. 

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No se excluye dadas las circunstancias, la constitución de un Alto Comité de Estado bis,  similar al formado en 1992 para garantizar la continuidad política y permitir la transición hacia un Estado de derecho, lo que vendría a unirse a las reivindicaciones esenciales del movimiento popular Hirak que durante más de un año y medio ha generado manifestaciones multitudinarias en todo el país exigiendo cambios.

En cuanto a los acuerdos internacionales firmados por Argelia, en particular los relativos al suministro de gas y petróleo, la irrupción de los militares en la escena política, los respaldaría. De hecho, la producción de hidrocarburos, la seguridad de los yacimientos, el transporte por oleoductos y gasoductos, y sus exportaciones, han sido desde hace décadas supervisados por el Ejército. Según las fuentes argelinas citadas, en los próximos días y semanas, la situación actual podría cambiar radicalmente.

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