Ucrania: seis meses de sangre y fuego

A Darya Duguina la han velado como una mártir en Rusia. A sus 29 años de edad murió asesinada por una bomba lapa en el coche de su padre, un Toyota Land Cruiser, el misterio es saber si era para ella o para Aleksandr Duguin, ideólogo y filósofo de la nueva Rusia nacionalista y fundador del ultranacionalista Partido Euroasia y en cierta medida, una influencia para Vladimir Putin en sus tempranos inicios, al frente del Kremlin.
Es sábado 20 de agosto y la noticia del atentado perpetrado a 20 kilómetros de Moscú ha corrido como la pólvora: la interrogante es quién o quiénes están detrás del crimen justo a cuatro días de cumplirse seis meses de la campaña de invasión bélica en Ucrania.
¿La inteligencia ucrania? ¿La CIA? ¿El Mossad? ¿El MI6? ¿Putin? De acuerdo con Ilya Ponomarev, opositor al régimen del dictador ruso y exdiputado por la Alianza Verde, la autoría es del Ejército Nacional Republicano (ENR).
El disidente refugiado en Kiev, en su cuenta de Twitter @iponomarev compartió una entrevista, en la que reivindicó a Aleksandr Duguin como el objetivo principal y aventuró nuevas actuaciones en contra de Putin a fin de "detener la destrucción de Rusia y de los estados vecinos".
Como legislador en la Duma, Ponomarev fue el único (de 445 diputados) en votar en contra de la anexión de Crimea en 2014, hecho que le costó el exilio de Rusia.
Por su parte, para el Kremlin, su versión oficial es la de un atentado construido por la inteligencia ucrania: en un acto de inusitada capacidad de respuesta (como aconteció con la vacuna antiCovid Sputnik V desarrollada en 5 meses) el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ventiló en los medios de comunicación estatales la imagen de una supuesta espía ucrania de nombre Natalia Vovk, culpable de la detonación y fugada hacia Estonia. Tanto Kiev, como Estonia, han negado cualquier participación.
El ministro de Exteriores estonio, Urmas Reinsalu, negó todos los cargos y afirmó que el Kremlin ha intensificado la retórica agresiva, las presiones y los ciberataques en contra de su país. Estonia está en la animadversión de Moscú porque no concede visados a turistas rusos.
Lo cierto es que el asesinato de Duguina ha permitido a Putin revitalizar su relato de la invasión a Ucrania, bajo su operación especial, y ha vuelto a señalar a Occidente como el enemigo número uno de los rusos.
En un telegrama de condolencias enviado por el Kremlin a los padres de Darya y difundido por los medios de comunicación locales, Putin subrayó que un "crimen vil y cruel ha truncado la vida" de una persona "brillante y talentosa con un verdadero corazón ruso" a la que puso como ejemplo por lo que significa ser una patriota.
Toda Rusia hierve como un caldero alrededor del tema, en abierto va discutiéndose en las mesas de los analistas de televisión, cómo los jóvenes rusos están llamados a demostrar su patriotismo y su amor por la nueva Rusia frente a Ucrania y a los enemigos de Occidente que quieren destruirlos.
Ante las críticas internas de las últimas semanas contra Putin, el asesinato de Duguina concede nuevos bríos al discurso oficial del Kremlin ávido de recibir en sus filas a cientos de voluntarios para ser trasladados a Ucrania.
De oficio periodista, Darya estaba muy unida a su padre por su pensamiento de la gran Rusia y sus ideas ultranacionalistas a tal grado de rozar una especie de fascismo a lo ruso; de hecho, ha sido tratada por algunos sectores ultranacionalistas como una "mártir". Su padre exige venganza, una que no tienga piedad y lleve a Rusia a la victoria.
¿Qué influencia real tiene Aleksandr Duguin en Putin? El filósofo de 60 años nacido en Moscú ha desarrollado una carrera alrededor de sus ideas anticomunistas y ultranacionalistas que llaman a recuperar la grandeza de la Madre Patria Rusa ubicándola concéntricamente dentro de un contexto hegemónico que unifica a Asia y Europa ubicando a Turquía como un aliado imprescindible. Los enemigos a derrotar son Estados Unidos y sus aliados europeos.
La recuperación de los territorios perdidos tras el desmantelamiento de la Unión Soviética son fundamentales para lograr tres objetivos: la grandeza territorial; la grandeza económica y la influencia mundial. Duguin alimenta el odio hacia el liberalismo económico estadounidense y es un abierto partidario de Donald Trump.
En un primer momento, el filósofo coincidió con Putin recién llegó a ocupar el Kremlin en 2000. No hay fotos de ellos juntos en eventos culturales, ni sociales, ni políticos y Putin, parco como es, nunca lo ha mencionado como su amigo, ni alguien cercano, pero comparten su obsesión por la grandeza rusa a toda costa. No hay fotos de ellos juntos pescando o cazando.
En mayo de 2020, salió a la venta el libro Putin vs. Putin obra de Duguin, un escritor prolífico y un activista imparable, con viajes constantes para reunirse con la ultraderecha italiana principalmente. En este libro narra la evolución política de Putin: "Un patriota que está junto al pueblo y se encuentra en el deber de mantener la identidad y la soberanía de Rusia, no solo contra el nuevo orden globalista impuesto por el liberalismo, sino también, frente a los propios liberales rusos".
Con el asesinato de su hija y el Kremlin culpando a Ucrania, los ultranacionalistas rusos claman a Putin la rendición de Kiev, para el dictador su gran problema tiene que ver con la movilización de los rusos para enviarlos a una campaña militar más extensa sin que deje de figurar como una operación. También están los miles de soldados rusos caídos en el frente en Ucrania con cifras que nadie conoce realmente: desde Kiev hablan de 45 mil 700 soldados rusos muertos desde el inicio de la guerra –24 de febrero– hasta el pasado 24 de agosto. El Kremlin, no emite cifras pero algunos tabloides especulan con diez mil solados fallecidos y la inteligencia británica y la norteamericana advierten de 15 mil miembros del ejército ruso muertos. En cuanto a las bajas del ejército ucranio, Kiev reconoce cien muertos diarios de media y 500 heridos también como promedio al día.
Putin tiene ahora la oportunidad que venía buscando para tener a sus ciudadanos más jóvenes cohesionados con el relato de la amenaza a Rusia tras vender como un atentado en suelo ruso perpetrado por el enemigo ucranio lo sucedido. Los problemas de reclutamiento obligan constantemente a Moscú a buscar reservas en otros países. Kiev teme que vuelvan con más fiereza los combates a diversas partes del territorio ucranio e inclusive a la propia capital.
El pasado 24 de agosto, Ucrania celebró su 31 aniversario como país independiente e ironías de la vida también seis meses justos de iniciada la invasión convertida en una guerra entre la democracia y la libertad versus la opresión y el autoritarismo. Nada ni nadie ha hecho cambiar de opinión a Putin, ni siquiera una enorme cascada de históricas sanciones en todos los ámbitos económico, comercial, de inversiones, monetario, diplomático, financiero, bancario, cultural, turístico y hasta sanciones personalizadas contra Putin, su familia, su gabinete, sus legisladores y sus oligarcas.
En el último par de meses, las batallas más cruentas se libran en Lugansk, Donetsk, Zaporiyia, Jersón, Crimea, Mykoláiv, Dnipró y Járkov. Hay denuncias internacionales por la situación en Zaporiyia: la ONU ha pedido una inspección en la central nuclear de Zaporiyia tomada por las tropas rusas, a su alrededor hay combates, poniendo en riesgo a la mayor central nuclear de Europa, la tercera por capacidad en el mundo.
Recientemente, la estrategia militar ucrania ha comenzado a bombardear las posiciones rusas en Crimea una relevante parte de su territorio con salida hacia el Mar Negro que desde 2014 declaró su independencia, junto con Sebastopol, ayudada por Rusia.
En extremo ha sido a tal nivel la injerencia del Kremlin que Putin inauguró un puente que ordenó construir en 2018, una infraestructura de 19 kilómetros de largo, conectada hasta Krasnodar, en Rusia. Putin mismo se montó en un camión que manejó para recorrerlo de un lado al otro.
En la actualidad es un objetivo de las fuerzas militares ucranias que asesoradas por Washington y Londres buscan derribarlo y trasladar parte de la guerra hacia el bello puerto de Crimea con la pretensión de debilitar a las tropas rusas.
No habrá paz para los malvados. Esa es la consigna de Kiev negándose a retomar las pláticas de paz con los rusos bajo el auspicio de Turquía a la que se ha sumado la ONU.
Asesorado por la Casa Blanca, el mandatario Volodímir Zelenski está mostrando un músculo que nadie creyó posible: es un patriota y el Grupo Wagner lo tiene en la mira. Se trata del principal objetivo desde el pasado 24 de febrero fecha del inicio de la invasión.
Lo ha salvado la suspicacia de los servicios de inteligencia estadounidenses. Si algo ha demostrado está guerra es el poderío norteamericano: la Casa Blanca advirtió la intención rusa de invadir a Ucrania desde el 4 de diciembre de 2021, esto es, casi tres meses antes de que lo hiciera.
Se trata de una incontestable señal de la eficacia de los servicios de inteligencia norteamericanos tan efectivos con sus poderosos satélites y métodos de vigilancia, que a la fecha, han coadyuvado a que el Estado ucranio no sucumba ante una potencia nuclear. Zelenski sigue vive gracias a ellos.
Si Putin consigue resolver el problema de reclutamiento podría enfocarse nuevamente en atacar a Kiev desplegando dos columnas una al este y otra al oeste siguiendo la trayectoria del río Dniéper para estrangular a la capital ucrania. Zelenski es su objetivo, si lo asesinan la invasión podría tomar otro cauce, rendir al ejército ucranio y colocar politicos afines al Kremlin. De cara al otoño también se espera la realización de referendos independentistas prorrusos en las ciudades ocupadas.
A seis meses de iniciada la invasión militar, las cifras estimadas de civiles ucranios asesinados por las tropas rusas superan los 6 mil fallecidos. La ACNUR cifra en casi 6 millones los refugiados en diversas partes de Europa y otros 6 millones de desplazados internos. La economía está destrozada.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipa una caída del 35% en el PIB de Ucrania para este año y de 8.5% para Rusia; pero el resto del mundo también resentirá las consecuencias de la invasión por el golpe de efecto creado por la falta de exportación de cereales, granos y de otro bienes ucranios y el shock en el mercado de los energéticos.
La UE está padeciendo los estragos de la dependencia hacia el gas ruso convertido en un arma de guerra; el propio FMI recortó en 0.4 puntos porcentuales (respecto de abril) su perspectiva de crecimiento para 2022, ubicándolo en su revisión de julio, en 3.2%; las partes más afectadas con expectativas de menor crecimiento económico son: Estados Unidos con un 2.3% y la zona euro con el 2.6 por ciento.
El escenario podría ser más sombrío para el segundo semestre, de cara a fin de año, si la prolongación de la guerra continúa. Hasta el momento, las pláticas de paz auspiciadas por el presidente turco Recep Tayipp Erdogan, entre Ucrania y Rusia, están totalmente suspendidas desde marzo pasado. Su mediación más reciente ha servido para reactivar la salida de los barcos ucranios cargados con cereales y otras mercancías desde el Mar Negro y el Azov.
El 24 de agosto, el mandatario Zelenski aprovechó la conmemoración de Independencia para lanzar a sus ciudadanos un mensaje de aliento, señalando que solo terminará la guerra con la victoria de Ucrania.
Desde Washington ha sido concedido un nuevo paquete adicional para Ucrania, justo en su Día Nacional, son 3 mil millones de dólares destinados a entrenar y equipar a las fuerzas ucranias. Reino Unido también anunció más dinero con una nueva línea de ayuda por 64 millones de euros y la donación de dos mil drones y misiles de seguimiento.
A medio año de la invasión, ningún estratega se atreve a predecir su duración y casi todos esperan que concluya en una mesa de negociación. Todo depende del futuro de Zelenski, el líder fuerte de Ucrania, el Aquiles que Estados Unidos y sus aliados en la OTAN han convertido en el defensor de la democracia y de la libertad frente a un estratega capaz de todo: sangre, fuego y destrucción.