El límite de la política: los intereses nacionales

Congreso de los Diputados de España - PHOTO/FILE
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La ya larga crisis política que vive España transmite la sensación de que el mandato constitucional se ha forzado más allá de lo permisible, admitiendo prácticas que bloquean la existencia y el quehacer de la entidad política, como es el separatismo. A lo largo de la historia, cada Estado-nación se ha enfrentado a múltiples desafíos, grandes o pequeños, internos y externos, la respuesta a estos desafíos constituye la esencia de lo que se conoce como “interés nacional”. El interés nacional es un término empleado por estadistas, responsables políticos y académicos, para referenciar las acciones de sus estados tanto en las relaciones internacionales o como principio para la cohesión nacional. 

Como referencia para el análisis del concepto, puede tomarse la definición de Charles Lerche: “Propósito general con vocación de continuidad, al que el Estado, la nación y el Gobierno se adhieren”. Se deduce que sólo las aspiraciones ampliamente compartidas capaces de guiar la formulación de políticas a largo plazo, trascendiendo las particulares percepciones partidistas, pueden entenderse como interés nacional. Su importancia hace necesaria su clara definición en términos de efectos a largo plazo en relación con la situación.

Se trata del efecto de un consenso básico que sirve de referencia tanto para conformar políticas, doctrinas, conceptos o estrategias de política exterior, como de seguridad nacional. Su íntima relación con la interpretación de la Constitución proporciona el soporte para las decisiones del poder político expuestas mediante directrices claras para la formulación de políticas, como para su aplicación, estableciendo una jerarquía de prioridades nacionales para evitar el uso ineficaz o ineficiente de recursos escasos. Por ello el interés nacional debe ser referencia para fijar los límites del campo de juego consensuado que debería servir de muro de contención a manifiestos políticos que no estén en sintonía con su espíritu, que claramente definido impone restricciones necesarias para la acción de gobierno para evitar la posibilidad de hacer un mal uso del consenso, al transgredir cualquier parte de este, para obtener una ventaja política sobre la oposición.

Con la publicación y la difusión del interés nacional no sólo se transmite claridad y confianza a la ciudadanía en lo referente a la seguridad y bienestar del país, también se transmite señales claras al mundo exterior sobre sus intenciones y capacidad para defender esos intereses. A su vez, los intereses nacionales claramente expuestos, sirven de referencia a los ciudadanos, a las entidades de la sociedad civil y a los medios de comunicación al contener los criterios básicos para evaluar la política desarrollada por quienes toman las decisiones a nivel nacional.

El Estado debe de contar con un conjunto integral de políticas para salvaguardar el interés nacional que, para que sean eficaces, no sólo deben ser coherentes internamente, sino también funcionalmente en el sentido de que no deben entrar en conflicto dos políticas entre sí.

El criterio básico del interés nacional de un país es garantizar la vida y el bienestar de sus ciudadanos, junto con el mantenimiento de la integridad territorial en el sentido de que, en caso de agresión externa o subversión interna, el país pueda defenderse. Relacionado con lo anterior, está la preservación de su soberanía en el sentido de que el Estado pueda tomar todas las decisiones necesarias sin estar bajo coacción interna o bajo el imperativo de fuerzas externas. 

El segundo componente del interés nacional está relacionado con el bienestar de sus ciudadanos, que se garantiza asegurando la disposición para que se tengan los medios necesarios para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos satisfaciendo sus necesidades básicas a un coste asequible. Esto, a su vez, depende de un crecimiento a un ritmo acorde con sus necesidades de supervivencia y crecimiento. 

El tercer componente del interés nacional de un país es mantener su cohesión y armonía internas. Con pocas excepciones, todos los Estados-nación modernos son entidades multiétnicas en las que las diferentes comunidades compiten por los escasos recursos. Se trata de una competencia sana si se mantiene confinada dentro de los límites constitucionales. Sin embargo, si algún grupo cruza esas líneas, pueden debilitarse los cimientos mismos del Estado y crear una amenaza existencial para el país. Por lo tanto, el interés nacional del país radica en contener ese malestar en lugar de tratar de mejorar su cohesión. 

Por último, el cuarto componente esencial del interés nacional de un país es la preservación de la paz y la estabilidad regionales en la que se encuentra situado o tiene intereses vitales. Al tiempo que se reserva su derecho a defender su integridad territorial y su soberanía nacional, todo Estado-nación amante de la paz, que actúe de manera responsable en los asuntos mundiales y regionales, cree en la coexistencia pacífica. En consecuencia, la paz regional es piedra angular del interés nacional de todo Estado.

A lo largo de la historia, cada Estado-nación se ha enfrentado a múltiples desafíos que van desde la supervivencia y la seguridad, hasta el crecimiento económico y a su imagen global, y que pueden provenir de cualquier fuente: dinámicas internas, situaciones externas o una combinación de ambas. Algunos de ellos pueden deberse a sus propias contradicciones históricas y estructurales o simplemente a líneas de falla globales que amenazan su propia existencia. 

En este sentido, no es concebible la supervivencia de un Estado que permite transacciones parlamentarias utilizando como medio de cambio la esencia de los intereses nacionales que, si se emplean para formar gobierno, se pone la Constitución en almoneda. Por ello el interés nacional constituye el límite de la actuación de los partidos políticos. En el caso español, una respuesta oportuna, apropiada y adecuada a estos desafíos es la esencia de la vigencia del interés nacional de España.