Migraciones y procesos electorales

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Elecciones Europeas 2024 - Depositphotos
La presencia e importancia de los asuntos migratorios en las sociedades actuales hace que las comunicaciones y los discursos políticos se refieran con frecuencia a ellos. En épocas intensamente electorales, como la vivida en el primer semestre de 2024, es normal, pues, que los partidos y candidatos se posicionen ante los electores sobre esos asuntos. 

Los tiempos electorales no parecen, sin embargo, los más apropiados para abordarlos en profundidad, pues se trata de cuestiones complejas que, aunque conocemos cada vez mejor, exigen análisis matizados y planteamientos a medio y largo plazo difícilmente conciliables con las consignas electorales, pensadas para las distancias cortas y los efectos inmediatos. 

Las líneas que siguen recogen algunos de estos posicionamientos, surgidos en el contexto de las actividades electorales que han tenido lugar en los últimos meses en América del Norte y Centro, la Unión Europea y España. 

Al otro lado del Atlántico, el ya célebre debate que mantuvieron J. Biden y D. Trump el pasado 27 de junio dejó claro que uno de los argumentos fuertes del expresidente en su campaña, enfocada a su elección en noviembre, va a ser el de la inmigración. Mientras que el actual presidente incidió más en el aborto y en los riesgos que comporta para la democracia una victoria de Trump, este se centró en la inmigración (y en la inflación) como puntos débiles de las políticas de su oponente. 

Claudia Sheinbaum es, desde el domingo 2 de junio de 2024, la primera mujer presidenta de la historia de México. En su programa de Gobierno ha defendido una migración legal y apostado por invertir en los países de procedencia de los migrantes como mejor forma de solucionar, a medio y largo plazo, el problema migratorio. También desde un punto de vista puramente económico, la presidenta considera que es menos costoso invertir en cooperación para el desarrollo que en construir muros y reforzar la seguridad de las fronteras. 

En la reelección de Luis Abinader como presidente de la República Dominicana (el 19 de mayo de 2024), ha tenido un peso especial su posicionamiento en contra de la inmigración haitiana, concretado en la construcción de un muro para reforzar la frontera entre los dos países. Aunque menos conocida que otras, la cuestión migratoria que afecta a la isla de La Española es un asunto central en la política dominicana: históricamente, hay una presión migratoria de Haití hacia la República Dominicana, país más desarrollado económicamente, que ha mantenido siempre en alerta a esta última. 

En cuanto a la campaña para la elección del Parlamento Europeo el 9 de junio, y pese a las divergencias mostradas por las dos familias que las agrupan (Reformistas y Conservadores Europeos, por un lado, e Identidad y Democracia, por otro), las derechas extremas europeas han mostrado su coincidencia en las retóricas xenófobas, en el endurecimiento de la política migratoria y en la amenaza que para Europa supone la llegada de migrantes, que se produce de manera continuada (si bien con algunos altibajos, propiciados sobre todo por la pandemia en 2020) prácticamente desde 2015. 

Estas posiciones, a la vez que tienen muy presentes las percepciones de los ciudadanos europeos, constituyen un refuerzo de ellas: una encuesta publicada en mayo, encargada por varios medios de comunicación de amplia difusión en el ámbito europeo, y en el marco de las elecciones al Parlamento Europeo, señalaba que el 85% de los encuestados eran partidarios de emprender más acciones para controlar la inmigración irregular, mientras solo el 39% consideraba que Europa necesita hoy la aportación de los migrantes. 

Igualmente, hay que entender en el entorno de las elecciones parlamentarias europeas la carta que 15 Estados miembros enviaron a la Comisión Europea el 15 de mayo, en la que se animaba a esta a valorar la creación de centros, en terceros países, para enviar allí a los solicitantes de asilo rescatados en el mar, mientras se tramitasen sus solicitudes. Esta propuesta coincide, en algunos aspectos, con otras precedentes y muy criticadas en su momento (como la “vía Ruanda”, lanzada por Boris Johnson – y continuada por Rishi Sunak; o el “modelo Albania”, referido al acuerdo firmado entre ese país e Italia), todas tendentes a externalizar los problemas que las entradas irregulares de inmigrantes conllevan. 

Finalmente, en el contexto español, la campaña para las elecciones catalanas desarrollada por los partidos políticos ha tenido también en los asuntos migratorios uno de sus ejes principales. Tanto Vox como Aliança Catalana vincularon de manera explícita en sus campañas inmigración irregular y delincuencia. Por otro lado, en la campaña a las elecciones al Parlamento vasco, igualmente, Vox hizo de la inmigración irregular uno de sus ejes, asociándola directamente al incremento de la inseguridad (incluyendo en ella el supuesto aumento de violaciones en Guipúzcoa en 2023 con relación a 2022, incremento desmentido por el Ministerio del Interior). 

Los casos señalados en las distintas áreas geográficas vienen a poner de manifiesto, por un lado, la oportunidad que algunos partidos y dirigentes ven en las cuestiones migratorias para atraer a los votantes; por otro, la falta de un análisis de la situación a medio y largo plazo, capaz de poner las bases de una mejor gestión de los flujos migratorios continuados hacia determinadas zonas del mundo (que son un hecho comprobado y que originan, qué duda cabe, problemas de diverso tipo en los países receptores). Como sucede con otras muchas cuestiones, los procesos electorales no suelen ser el contexto más adecuado para las reflexiones profundas y la proyección de soluciones, que requieren tiempos más prolongados que los que las urgencias electorales marcan. 

Luis Guerra es doctor en Filología e investigador en comunicación y migraciones.