Nueva etapa política en Marruecos

Aziz Ajanouch

La triple cita electoral en el que los votantes marroquíes tenían que escoger nuevo Parlamento, consejos locales y regionales se ha saldado con un sonado seísmo en la política nacional. El descalabro electoral del Partido Justicia y Desarrollo, partido que llevaba diez años presidiendo el Gobierno y tres elecciones seguidas ganadas con holgura (legislativas de 2011, locales y regionales de 2015 y Legislativas de 2016). El PJD ha pasado de obtener 125 diputados en 2016 a conseguir solo 13 diputados, una caída sin precedentes en la historia política marroquí.

Algunos expertos, politólogos y periodistas vaticinaban que el PJD podía retroceder al segundo o al tercer lugar, incluso caer a la cuarta posición, pero nadie vaticinó la posibilidad de que el PJD cayera hasta el octavo lugar perdiendo 112 diputados. El partido de Al-Othmani no ha podido ni siquiera tener grupo parlamentario propio con lo que pasa a la irrelevancia el próximo Parlamento. ¿Porqué tal descalabro? Las razones son variadas pero se pueden sintetizar en cuatro razones principales.

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La primera: El pobre balance de diez años de Gobierno del PJD, y especialmente el fracasado Gobierno presidido por Al-Othmani. Cinco años de Gobierno en el que más allá de algunas políticas sociales limitadas, apenas existe algún gran éxito tangible para la ciudadanía. Algunos ejemplos del fracaso en la gestión del PJD son  la Sanidad pública, una Sanidad que no funciona, no tiene suficientes recursos ni personal. Los marroquíes, sobretodo de clase alta y media acomodada, se ven obligados a acudir a la muy costosa sanidad privada para tratarse, mientras que las clases populares no les queda más remedio que tratarse en los hospitales públicos donde se unen malas instalaciones, falta de material y personal y la corrupción. El sistema RAMED (siglas en francés), iniciativa Real puesta en marcha en 2012 por el Gobierno  presidido por Benkirane, que otorgaba asistencia sanitaria gratuita, operaciones quirúrgicas incluidas, a las familias con bajos ingresos, ha sido un desastre. Muchas familias pobres no han podido acceder  por la burocracia endémica en el país. 

El endémico  alto desempleo en el país alauí no ha sido revertido  en los diez años de Gobierno del PJD, cada año miles de jóvenes, entre ellos titulados, engrosan las listas de desempleo y sin perspectivas de mejorar su futuro. La emigración no ha parado, miles de jóvenes siguen saliendo del país en dirección a Europa jugándose la vida en el mar. Los Gobiernos del PJD no han podido presentar  ningún programa  solvente para bajar o al menos mitigar los altos índices de desempleo en la población activa, sobretodo los jóvenes, el segmento mayoritario de la población marroquí. 

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La Educación, un tema que preocupa al conjunto de la sociedad marroquí, y en el que las familias gastan grandes cantidades de dinero para formar a sus hijos, tampoco ha mejorado en la década de Gobierno del PJD. Los dos Gobierno del PJD han aprobado algunas medidas  muy discutidas  y contestadas por la comunidad educativa. La medida más polémica ha sido la de establecer una nueva modalidad para contratar a los docentes en primaria y secundaria basada en contratos laborales temporales siendo necesario para la renovación de dichos contratos un informe favorable del director o director de cada centro público. Esta medida aprobada por el Gobierno de Benkirane y apoyada por el Gobierno de Al-Othmani desembocó en protestas y huelgas de los docentes, protestas reprimidas duramente por la policía. Se ha visto  en redes sociales lamentables  agresiones por parte de la policía  a profesoras y profesores. Unas imágenes que han hecho daño en los corazones.

La segunda: Renuncia a los pilares ideológicos del partido. Este autor ya escribió para Atalayar un artículo titulado: “El PJD hacia el abismo” en donde explicaba las razones de la grave crisis interna que vivía el PJD. Al-Othmani apostó por el entendimiento con la heterogénea coalición de Gobierno formada por seis partidos políticos y por la lealtad a la Monarquía. Para salvaguardar la coalición de Gobierno Al-Othamani tuvo que hacer concesiones renunciando a algunos  pilares ideológicos fundamentales del partido. Su Gobierno aprobó una ley Orgánica de educación que impuso al francés como única lengua de las asignaturas científicas en todos los niveles de la educación. El PJD llevaba años defendiendo la arabización de la educación marroquí. Esta ley provocó el rechazo tanto de las bases como de dirigentes y diputados de su propio partido.  Por si fuera poco, la normalización de las relaciones con Israel y la aprobación del proyecto de ley de legalización del cannabis para fines industriales y terapéuticos incendiaron al partido provocando una grave división interna hasta el punto de que internamente se pidió la dimisión de Al-Othmani. Desde el nacimiento del PJD como formación política en 1996 siempre ha criticado duramente a Israel y ha apoyado a la causa palestina, causa sagrada para el Islam Político. Mientras que la legalización del cannabis, aunque sea con fines terapéuticos, choca frontalmente con el discurso de la integridad moral y ética del PJD. Tales decisiones han provocado que las bases más conservadoras y militantes del PJD hayan optado por la abstención o incluso hayan votado a otros partidos políticos.

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La tercera: Una pésima gestión de la pandemia del Covid-19. El país  lleva casi un año y medio sometido a confinamientos y duras restricciones que han arruinado a miles de personas y familias. Miles de personas que trabajaban en el sector informal, miles de pequeños negocios, pequeños y medianos comerciantes, taxistas, cafeterías, restaurantes, sales de boda, de ocio, gimnasios, etc., han quedado arruinados y sin compensación o ayuda económica alguna del Gobierno. Las restricciones han afectado al votante del PJD que ha visto como su Gobierno tomaba medidas severas de confinamiento y restricciones por sorpresa  y  sin ofrecer a cambio soluciones o ayudas. Es verdad que el Gobierno de Al-Othmani a instancias del rey puso en funcionamiento la Caja de apoyo Covid, financiada por fondos públicos, privados y por donativos particulares, que tenía como objetivo ayudar económicamente a las familias pobres o cuyos miembros habían perdido sus empleos. Esas ayudas llegaron solo a una parte de los necesitados  pero no llegaron, ni de lejos a todos las familias necesitadas.

Cuarta: Liderazgo débil. Al-Othamani ha demostrado en estos cinco años una grave falta de comunicación y de liderazgo político tanto dentro del partido como de la coalición gubernamental. Como máximo dirigente del PJD no ha podido unir al partido ni acabar con la grave crisis interna. Como jefe de la coalición gubernamental no ha conseguido unir a los seis partidos que la conforman, prueba de ello han sido las leyes electorales aprobadas por el Parlamento en el que su partido salió muy perjudicado, y en que Al-Othmani no pudo convencer al resto de partidos que conforman la mayoría gubernamental, de cambiar sus posiciones respecte a tales leyes electorales.  En cuanto a la comunicación, Al-Othmani desapareció en momentos que requerían la aparición del jefe del Gobierno. En 2018 en pleno apogeo del boicot a tres marcas comerciales muy conocidas apenas dio a conocer su posición. Marruecos lleva casi un año y medio de pandemia con duras restricciones y confinamientos que requerían la aparición del jefe de Gobierno, Al-Othmani, en vez de salir de forma recurrente a dar explicaciones, delegó en el Ministerios de Interior y de  Sanidad todo el protagonismo en la lucha contra la pandemia. 

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Nueva etapa política: irrelevancia del PJD y ascenso de los partidos leales a la Monarquía

Los resultados electorales arrojan dos realidades muy claras, la primera de ellas, es que los siete primeros partidos políticos ( Reagrupamiento Nacional de Independientes, Partido Autenticidad y Modernidad, Partido Itiqlal, La Unión Socialista de Fuerzas Populares, el Partido Progreso y Socialismo y la Unión Constitucional) pese a las pequeñas diferencias entre ellos, en general tienen visiones muy parecidas en cuestiones culturales, sociales y en el modelo económico, además, los siete son muy cercanos a Palacio.

 Marruecos se enfrenta a dos desafíos importantes, en el interior, la gestión del covid y la implantación del nuevo modelo de desarrollo económico que necesitará un Gobierno muy homogéneo y fuerte. Mientras que en la política exterior, el gran desafío será la cuestión del Sahara Occidental y por ende, la normalización con Israel, fundamental para que Estados Unidos siga reconociendo la “marroquinidad del Sáhara”. La salida del PJD del poder, que cuestionaba las relaciones con Israel, hará que la cuestión de la normalización se lleve  a cabo sin ruido ni oposición interna. 

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La asegunda realidad que ha deparado el resultado electoral es que el PJD pasa a la auténtica irrelevancia política y mediática. Irrelevancia política porque al no disponer de grupo parlamentario propio, solo tiene 13 diputados, no tendrá capacidad de ejercer oposición alguna al Gobierno. El poco tiempo que tendrán sus diputados para formular preguntas e intervenciones restará presencia mediática al partido.

En esta nueva etapa política en Marruecos, el PJD empezará una larga travesía por el desierto en el que tendrá que redefinir tanto su discurso como su visión política para volver conquistar a su electorado por una parte, y por otra, volver a demostrar su necesidad  y utilidad  para al Estado marroquí. 

Mohamed Douief Merras, doctor en Historia Contemporánea.