
Quieren atemorizarnos, lo hacen todos los días, se incrustan en las sociedades en las que vivimos, en esa Europa que demonizan y nos imponen un modelo contrario de “ser buen o buena musulman/a”, nos cuentan el cuento como les conviene con un islamismo político, carente de espiritualidad alguna, rancio, patriarcal, opresor, violento, sexista que no duda en crear estrategias de victimismo y difundirlas para que jamás se hable de lo importante, para que siempre premie el rasgo del complejo de inferioridad de ser “diferentes” en una sociedad que los quiere creer iguales. Usan la realidad del gueto y el comunitarismo resultado de políticas racistas y excluyentes, para crear zonas sin ley, espacios sin derechos ni posibilidades de divergencia.
Nos cuentan que ser “diferente” es bueno, que es la única forma de corresponder y de responder a la fé, nos incitan a que odiemos la república, su libertad, su igualdad y su fraternidad, porque realzan que siempre seremos los de fuera, que aquí nunca nos aceptarán, nos invitan a aceptar un Derecho Islámico milenario, que quebranta abiertamente derechos humanos, nos cuentan que es la única forma de encontrar el camino de la verdad. Y digo nos cuentan porque quienes tenemos ciertos nombres y apellidos, somos parte de ese guetto y esa comunidad en la que quienes hablamos de derechos de las mujeres, autonomía reproductiva, poder sobre nuestra sexualidad, o libertad religiosa o de expresión, somos malas, pecadoras y brujas que quemar en la hoguera. Somos la desgracia de no someternos a la opresión, al pedir perdón por haber nacido siendo mujeres. Somos las que no cedemos al chantaje psicológico y emocional constante.
Nos chantajean con nuestros orígenes, nuestros apellidos, nuestros nombres, su ignorancia considera que no somos nadie sin sus dogmas, sin su odio a los otros, sin su demonización de cualquier forma de libertad. O que lo único que somos son brujas a las que cazar y silenciar.
No aceptan ni nuestra fe, ni nuestra fe moderada, ni nuestra no fe. Nos señalan para que seamos violentadas, por ser feministas, ateas, musulmanas modernas, ateos, blasfemadores/as o simplemente librespensadoras/es, en general, por ser libres. Nuestro pensamiento crítico les corroe, estropea su plan de homogeneizar una población para adoctrinarla y ponerla al servicio de intereses políticos externos.
Quieren que nos avergoncemos de lo que hacemos, de nuestras denuncias de los crímenes de honor, los matrimonios de menores, la violencia de la barriadas contra las mujeres, la imposición del velo y la presión perpetuada por la sociedad.
No soportan que estropeemos su mito del “relativismo cultural” por el cual durante años se les ha permitido mantenerse al margen de la ley, se les ha permitido ser “ antirepublicanos, pro organizaciones terroristas, contrarios a la laicidad”
El islamismo político, salafista y no salafista, se ha incrustado entre los musulmanes de tercera generación como gráficamente vemos en Francia, para reinventar su identidad como musulmanes, para convencerles de que no es una cuestión de fe, es una cuestión política, es una cuestión de intolerancia hacia los que no comparten lo que nosotros compartimos, y ante los que se revindican contra nuestros principios. Les han explicado que la única forma de ser alguien, de tener un lugar en el mundo, en la sociedad y en el país es redefiniéndose con el extremismo que les proponen.
Es una dictadura político-religiosa con la fuerza de asociaciones de todas las índoles, que jamás tuvo la voluntad de sacar a jóvenes del paro, de la delincuencia, de las barriadas violentas y hostiles, si no que ha usado a jóvenes, mujeres y hombres, musulmanes y musulmanas, ex-cristianos y ex-ateos para hacer de ellos los soldados religiosos de la intolerancia, velando para la seguridad de la opresión y los dogmas impuestos, para que nadie grite demasiado fuerte y con ello se pueda poner en cuestión los mismos, para que el silencio del miedo sea el que permita su crecimiento exponencial y su influencia masiva.
Asesinan y decapitan para mostrarnos el alcance de su fuerza bruta, su violencia inspirada en odio, rabia y rechazo. Lo han hecho a las puertas de una Catedral el día del nacimiento del profeta no para vengar sus caricaturas, si no para amenazar a los fieles de otras creencias, para amenazarnos con limpiezas religiosas como en su momento los terroristas del Estado Islámico hicieron, para someter al miedo a los musulmanes moderados, a los cristianos católicos, y a los judíos, y que así todos callemos y permitamos que sigan perpetuando su odio y su violencia en sus comunidades cerradas
El islamismo separatismo haciéndolo ha mostrado su verdadera cara. No es una cara de paz, amor, ni ninguna mentira que tanto quieren colar en mensajes externos, haciéndose pasar por musulmanes moderados que ellos si quieren vivir en una sociedad laica, y en una república con derechos.
Su verdadero rostro, es el del odio y el de la violencia
Sólo pido.
Que no nos callen nunca. por favor.
Que no nos quiten lo que ha costado tanto tiempo, esfuerzo, sangre y tesón.
La libertad no es debatible, es nuestra por derecho.
Tenemos la obligación moral todos de combatir a quienes la niegan, sea quien sea, profese la religión que profese.