Cruciales elecciones para Europa en Alemania

<p>La colíder del partido Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, habla durante una campaña electoral de la AfD en Heidenheim, Alemania, el 9 de febrero de 2025 - REUTERS/ANGELIKA WARMUTH&nbsp;</p>
La colíder del partido Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, habla durante una campaña electoral de la AfD en Heidenheim, Alemania, el 9 de febrero de 2025 - REUTERS/ANGELIKA WARMUTH 
Varias manifestaciones con centenares de miles de asistentes se están celebrando en diversas ciudades de Alemania ante las próximas elecciones

Todas ellas tienen como denominador común la demonización de la formación política a la que la práctica totalidad de los sondeos vaticinan se convertirá en la segunda fuerza del país, Alternativa para Alemania (AfD, 21 %) tras la Democracia Cristiana (CDU-CSU, 29 %), pero muy por delante de Los Verdes (DG, 16,5 %) y de los socialistas (SPD, 16 %), con los liberales (FDP, 4,5 %) en riesgo de quedarse fuera del Bundestag si no alcanza el 5 % de los sufragios, mínimo imprescindible para acceder al Parlamento germano. 

Todas las protestas coinciden en calificar a AfD de partido de extrema derecha e incluso de heredero del nazismo hitleriano, etiqueta que sería suficiente no solo para aplicarle el correspondiente cordón sanitario (Brandmauer), sino incluso para prohibirlo. 

Son en cambio escasos, cuando no inexistentes, los análisis que averigüen las causas del meteórico ascenso de las huestes de AfD y de la creciente popularidad de su lideresa, Alice Weidel, catapultada durante esta campaña electoral por la red social X, en la que su multimillonario propietario y actual consejero especial del presidente Donald Trump para la Eficiencia de la Administración, Elon Musk, la respalda y jalea con inusitado entusiasmo. 

Tres son los principales pilares del programa y las promesas de AfD: acabar con la inmigración ilegal, e incluso rechazar a los demandantes de asilo, aplicar medidas radicales para salir de la crisis económica del país y, muy relacionada con ésta, suprimir la ayuda a Ucrania. 

La llamada locomotora de Europa está gripada y, a juicio de AfD, las causas hay que buscarlas tanto en las políticas realizadas por los dos grandes partidos CDU-CSU y SPD, como en las compulsivas exigencias de la Unión Europea que, caso de no ser anuladas, amenazan con provocar que la crisis económica se convierta en insoluble, con las consiguientes explosiones del paro y de los servicios públicos. 

Quien está llamado, de acuerdo con los sondeos, a ser el próximo canciller de Alemania, el democristiano Friedrich Merz, dio el paso la semana pasada de unirse a AfD en tres votaciones en el Bundestag, con el objetivo todas ellas de endurecer la política inmigratoria. Varios diputados de la propia CDU no siguieron las consignas de Merz y las propuestas fueron derrotadas por estrecho margen. Pero, tanto esa mayoría del hemiciclo parlamentario como la opinión pública atribuyó esa derrota exclusivamente a Merz, “por haber abierto las puertas del infierno” a una alianza con la extrema derecha. 

La virulencia del debate político ha subido varios grados desde entonces. Si el todavía canciller Olaf Scholz y sus portavoces se esfuerzan en recordarle a Merz que el acuerdo interparlamentario para no pactar con la extrema derecha data de 1947, los voceros de la CDU-CSU contrarrestan esa “memoria histórica” contraponiendo los acuerdos alcanzados por el SPD con los neocomunistas del BSW de Sahra Wagenknecht en Sajonia y Turingia. E incluso, y remontándose más atrás de 1947, el líder de la CSU, Markus Söder, ha recordado a los socialistas su responsabilidad en la caída del régimen de Weimar, que propició la llegada al poder de Adolf Hitler en 1933, con todo lo que vino después.  

Como explica en Vozpópuli el exdirector de Euronews, Luis Rivas, “el veto y la diabolización a Weidel por sus rivales en Alemania y Europa pueden quebrarse, tal y como ya ha ocurrido en Austria, Países Bajos o Italia”. Para ello basta con que “la dama de hierro” de AfD esgrima el incontestable aumento de la criminalidad y los actos terroristas cometidos por inmigrantes ilegales o incluso por refugiados con orden de expulsión no ejecutada, y las amenazas económicas y financieras que se ciernen sobre Alemania. 

Aunque Weidel no estuvo en la pasada “cumbre” en Madrid de los partidos que conforman el grupo Patriotas del Parlamento Europeo, hay una evidente sintonía entre los postulados de éstos y los de AfD, todos ellos en buena sintonía con la nueva Administración Trump. 

Por otra parte, la cancelación que el “wokismo” aplica a los que no comulgan con su credo excluyente es difícil extendérsela a Weidel. Esta señora vive en pareja con sus dos hijos con otra mujer originaria de Sri Lanka, y ha sido tan firme defensora de la comunidad LGBTI que los sondeos en el seno de esta muestran que la prefieren a ella mucho más que a los ecologistas y socialdemócratas.  

Y, con respecto a la Unión Europea, la AfD la culpa de haber provocado la crisis tanto con la decisión de cortar el suministro de gas y petróleo rusos, como de imponer sanciones al Kremlin “sumamente perjudiciales” para Alemania. Esta ha sido, además, la principal aportadora de fondos europeos a Ucrania, lo que ha contribuido a agrandar aún más el déficit y la deuda, capítulos por lo demás que precisarían para su reforma y ampliación de una mayoría cualificada en el Bundestag.   

Las elecciones del próximo 23 de febrero determinarán en gran parte el futuro de Alemania, y, por consiguiente, de una UE que necesita cuanto antes ponerse de acuerdo para incorporarse al nuevo orden internacional ya en marcha.