Listos para el combate

<p>El presidente francés, Emmanuel Macron, junto al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Francesas (CEMA), Thierry Burkhard, durante la ceremonia militar anual del Día de la Bastilla en la avenida de los Campos Elíseos en París, Francia, el 14 de julio de 2025 - REUTERS/GONZALO FUENTES&nbsp;</p>
El presidente francés, Emmanuel Macron, junto al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Francesas (CEMA), Thierry Burkhard, durante la ceremonia militar anual del Día de la Bastilla en la avenida de los Campos Elíseos en París, Francia, el 14 de julio de 2025 - REUTERS/GONZALO FUENTES 
Por razones culturales y sentimentales celebro y me solidarizo desde hace muchos años con la conmemoración de la toma de la Bastilla, que es también la fiesta nacional de Francia

Al fin y al cabo, la Revolución de 1789 acuñó un lema universal -libertad, igualdad y fraternidad-, que ningún movimiento político posterior ha logrado mejorar. Antes bien, una extrema izquierda totalitaria en no pocas latitudes del planeta ha prostituido la divisa bajo la que cobijaron sus anhelos tantas y tantas generaciones y por la que millones de jóvenes dieron su vida.  

Este año el tradicional desfile del 14 de julio en los Campos Elíseos de París se organizó “como una verdadera operación militar”, así calificada por el gobernador militar de la capital, Loïc Mizon, que acompañó al presidente Emmanuel Macron a bordo del vehículo de mando. A diferencia de la celebración de otros años, en esta ocasión Francia ha dotado la efeméride de tintes épicos, mostrando músculo militar para que los franceses no sólo admiraran el “espectáculo”, sino que también se sintieran protegidos por unas Fuerzas Armadas que exhibían disciplina, esfuerzo y disposición para el combate.  

La práctica totalidad de las cadenas de televisión que transmitían el evento mostraban un público que se identificaba plenamente con su Ejército y que asumía los postulados con los que Macron justificaba tanto el despliegue como el importante aumento de la inversión militar para los próximos años.  

El propio Macron había instado al jefe del Estado Mayor Inter armas, el general Thierry Burkhard, a precederle días antes, y efectuar una declaración tan contundente como que “Rusia ha designado a Francia como su principal objetivo en Europa”. La rareza de tal aparición del principal mando militar de la nación fue acompañada con una advertencia al propio pueblo francés: “No es mi intención asustar a los franceses sino concienciarles de la amenaza duradera, cercana y significativa que supone Rusia”, afirmó el general Burkhard.  

El discurso preparaba el terreno para el gran anuncio, efectuado por el presidente Macron: incrementar en 6.500 millones de euros el presupuesto militar en los dos próximos años, con el objetivo de alcanzar los 67.400 millones en el 2030. Una misión ardua para su primer ministro, François Bayrou, que ha echado mano incluso de la IA para ver de dónde puede sacar 43.800 millones de ahorro para reducir el déficit presupuestario al 4,5% pactado con la Comisión Europea. Habrá que ver si tiene éxito o no el llamamiento que ha hecho el jefe del Estado galo a todas las fuerzas políticas “para que no se opongan al incremento del gasto militar” en la votación del próximo presupuesto nacional, previsto para septiembre.  

En todo caso, aprovechando la festividad, Macron presentó la Revisión Estratégica Nacional (RSN), elaborada por la Secretaría General de Defensa y Seguridad Nacional (SGDSN), en la que se insta a que “Francia y Europa sean capaces de defenderse mejor y disuadir toda nueva agresión sobre el continente”. Esa hipotética agresión la fija Macron en torno al año 2030, y señala ya al culpable: “La Rusia de Vladímir Putin, cuyas acciones hostiles y subversivas en Europa -ciberataques contra hospitales e instalaciones energéticas, asesinato de opositores en el exilio, manipulación de determinadas elecciones e intentos de influir en la opinión pública- buscan la desestabilización de nuestras sociedades”.  

Macron se autoerige también en líder de la nueva revolución, “la revolución estratégica europea”, al tiempo que llama implícitamente a los demás países europeos de la OTAN a que “defiendan nuestra libertad, defendiendo a los ejércitos que a su vez defienden nuestra libertad”. Asimismo, en una operación sincronizada con gran parte de los medios de comunicación, numerosos jefes militares han llamado a los jóvenes y glosado la importancia de su incorporación al combate por la libertad. En no pocas de esas intervenciones ya se dibuja la instauración de un nuevo servicio (militar) nacional de carácter voluntario, para adquirir y entrenar las capacidades necesarias para la lucha que se avecina.  

La épica de todos los discursos y debates fue acompañada por el aroma del orgullo nacional, de sentirse ciudadano de un país fuerte, presto a defender sus libertades, renovando valores que parecían haber desaparecido, o al menos difuminado de las preocupaciones de las nuevas generaciones. Ese aroma se respiraba en el concierto de música clásica en el Campo de Marte, donde más de 60.000 personas corearon el “Himno al amor”, de Edith Piaf, con el violoncelista Gautier Capuçon y el pianista Jerôme Ducros acompañando la evocación de la interpretación que hiciera Céline Dion desde la Torre Eiffel con ocasión de los últimos Juegos Olímpicos. Y también, admiración y orgullo de precisión tecnológica, la danza de más de mil drones disparados desde 120 puestos de la misma Torre Eiffel, mientras estallaban con toda su magnificencia los tradicionales fuegos artificiales sobre la capital francesa.  

Ese ambiente de épica nacional opacó los centenares de altercados registrados la noche anterior a la fiesta nacional. Casi dos centenares de personas fueron detenidas. No todas ellas reniegan del sentimiento nacional francés y europeo, pero la mayor parte son los provocadores habituales, que aprovechan cualquier acontecimiento para incendiar y destrozar bienes públicos y propiedades privadas. Las más de las veces, además, con eslóganes prestados, incapaces de argumentar racionalmente en nombre de qué y de quién causan los destrozos.