La respuesta del Islam a problemas del mundo contemporáneo (26)

La erradicación del mal: una responsabilidad colectiva
La responsabilidad de educar a la gente no se confía a los gobiernos, sino a la gente misma, de forma colectiva, para que hagan el bien y se abstengan del mal.
En las sociedades más desarrolladas, los basureros tienen la obligación de recoger los desperdicios no deseados de los hogares y las calles para deshacerse de ellos.
En países más pobres, las amas de casa tiran sencillamente la basura y desperdicios a las calles hasta que estas se llenan de porquería y dejan de ser útiles como lugares de tránsito. Desde luego que los moradores tienen derecho a limpiar sus casas, pero ha de existir algún sistema que también mantenga limpias las calles y caminos.
Resulta trágico señalar que aunque hayamos entendido la importancia de la responsabilidad social de limpiar los lugares frecuentados por el público, aún haya de reconocer la necesidad de responsabilizarse de purgar a la sociedad de la degradación moral que diariamente se vierte de los hogares a las calles y lugares públicos.
El Islam trata esta cuestión de manera extensa. Responsabiliza en primer lugar a los mayores de la familia para que minimicen el desperdicio social y que contribuyan con mayor bien que mal a la sociedad.
En segundo lugar, el Islam hace responsable a la sociedad a fin de que declare, en el ámbito individual y colectivo, una “guerra santa” contra el mal, no con la ayuda de la espada ni con una legislación restrictiva, sino mediante la amonestación constante, el consejo y la sabia sugerencia. La amonestación y la persuasión con paciencia es el mejor instrumento, según el Corán para limpiar a la sociedad de los males sociales:
وَلۡتَکُنۡ مِّنۡکُمۡ اُمَّۃٌ یَّدۡعُوۡنَ اِلَی الۡخَیۡرِ وَیَاۡمُرُوۡنَ بِالۡمَعۡرُوۡفِ وَیَنۡہَوۡنَ عَنِ الۡمُنۡکَرِ ؕ وَاُولٰٓئِکَ ہُمُ الۡمُفۡلِحُوۡنَ
“Y que surja de entre vosotros un grupo de hombres consagrados a persuadir a la gente a hacer el bien y que invite a la bondad, imponga la justicia y disuada a la gente de caer en la maldad. Ellos serán los bienaventurados”. (Es decir, tales sociedades sobrevivirán. La palabra “Muflihun” puede traducirse aquí como aquellos que son adecuados para la supervivencia) (C. 3: Al-Imran: 105)
No debe inferirse del versículo antes mencionado que la aproximación islámica al tema del mantenimiento de la salud pública y bienestar es totalmente no-gubernamental y que el Estado no tiene nada que ver en ello. Desde luego que los aspectos legislativos y su aplicación son prerrogativas del Estado. Lo que hemos intentado enfatizar es, simplemente, el hecho que, según el Islam, la maquinaria del Estado por sí misma es insuficiente para suprimir, desalentar o minimizar el crimen. Una vez que se permite que las tendencias criminales se desarrollen y florezcan en los hogares y la sociedad en general, lo más que puede hacer un gobierno es liquidar los síntomas de vez en cuando. La raíz causante del mal está demasiado honda para que el brazo de la ley pueda alcanzarla. Es tarea primaria de las familias, de los líderes religiosos y de los líderes de opinión pública de todas las sociedades, erradicar el mal.
Teniendo en cuenta este y otros versículos similares, el Santo Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él, declaró, en cierta ocasión, que el pueblo que les precedió acabó trágicamente a causa de su desobediencia a la autoridad y porque dieron rienda suelta a la transgresión, no disuadiendo uno a otro de cometer la iniquidad que perpetraban. Continuó diciendo:
“En verdad, por Al’lah, debéis encomendar el bien y prohibir el mal; asid la mano del malvado y persuadirle para que actúe con razón; establecedle firmemente en la justicia; si no actuáis así, Al’lah comprometerá los corazones de algunos de vosotros con los corazones de aquellos y os maldecirá como a ellos les maldijo”. (Abu Daud y Tirmidhi: Riadhus Salehin 198 p.50)
De acuerdo con el Santo Profeta (lpbD), uno de los signos más serios de decadencia de un pueblo se manifiesta cuando pierden la valentía de mostrar su disgusto ante la exhibición pública de indecencia y mala conducta. El Santo Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él, comparó a este tipo de sociedad con los pasajeros de un barco en la siguiente tradición:
Nu’man relata que el Santo Profeta sa dijo: “El caso de quienes respetan los límites fijados por Al’lah y el de quienes les tienen sin cuidado, es similar al de los pasajeros de un barco que echan suertes para determinar quién ha de ocupar la cubierta y quién la parte inferior y se sitúan según el resultado. Los que ocupan la cubierta no poseen acceso directo al agua y, para conseguirla, han de descender repetidamente, molestando a los ocupantes del piso inferior. En un momento dado, sugieren a los del piso inferior, que si no tienen inconveniente, podrían hacer un agujero en el fondo del barco para obtener acceso directo al agua. Si los ocupantes del piso inferior dejaran llevar a cabo su propósito a los otros, perecerían todos juntos, mas si lo evitasen, todos permanecerían a salvo. (Bujari: Riadhus Salehin 189 p. 48)
Nos tememos que esta parábola sería aplicable a una gran parte de las sociedades contemporáneas del mundo.
Deberes y prohibiciones
Algunos versículos del Santo Corán sobre otras responsabilidades sociales que promueven la paz son:
وَعِبَادُ الرَّحۡمٰنِ الَّذِیۡنَ یَمۡشُوۡنَ عَلَی الۡاَرۡضِ ہَوۡنًا وَّاِذَا خَاطَبَہُمُ الۡجٰہِلُوۡنَ قَالُوۡا سَلٰمًا
“Los siervos de Dios Clemente son quienes andan en la tierra con humildad y cuando se dirigen a ellos los ignorantes, responden: “¡Paz!”” (C. 25: Al-Furqan: 64)
وَاِذَا حُیِّیۡتُمۡ بِتَحِیَّۃٍ فَحَیُّوۡا بِاَحۡسَنَ مِنۡہَاۤ اَوۡ رُدُّوۡہَا ؕ اِنَّ اللّٰہَ کَانَ عَلٰی کُلِّ شَیۡءٍ حَسِیۡبًا
“Si recibís una expresión de amistad, devolvedla en la misma medida, o incluso mayor. Ciertamente Al’lah tiene en cuenta todas las cosas”. (C. 4: Al-Nisa: 87)
وَلَا تُصَعِّرۡ خَدَّکَ لِلنَّاسِ وَلَا تَمۡشِ فِی الۡاَرۡضِ مَرَحًا ؕ اِنَّ اللّٰہَ لَا یُحِبُّ کُلَّ مُخۡتَالٍ فَخُوۡرٍ ﴿ۚ۱۹﴾ وَاقۡصِدۡ فِیۡ مَشۡیِکَ وَاغۡضُضۡ مِنۡ صَوۡتِکَ ؕ اِنَّ اَنۡکَرَ الۡاَصۡوَاتِ لَصَوۡتُ الۡحَمِیۡرِ
“No hinches tus mejillas con orgullo, ni andes por la tierra con insolencia; en verdad Al’lah no ama a quien se comporta con arrogancia y jactancia. Y anda con paso moderado y baja la voz; en verdad, la voz más desagradable de todas es el rebuzno del asno”. (C. 31: Luqman: 19-20)
El carácter que el Islam desea inculcar entre los musulmanes, impide, en sí mismo, el desarrollo del delito y la conducta irresponsable. El Islam crea un terreno sano que desalienta el crecimiento de parásitos y malas hierbas.
Este objetivo se consigue a través de enseñanzas extensas y minuciosas sobre deberes y prohibiciones que suman varios centenares. El núcleo central de esta enseñanza es común a casi todas las religiones.
El Islam invita a los dirigentes de todas las religiones a unir sus manos en el esfuerzo de promover e inculcar el bien y a amonestar en contra de la comisión de hechos malvados.
De hacerse así, el mundo sería mucho mejor en este aspecto.
(lpbD) – La paz y las bendiciones de Dios sean con él.
(Continuará en la entrega 27)