Dos exposiciones simultáneas en la Fundación Mapfre explican la conquista cultural por los Borbones y la superación de la Barcelona diseñada por Cerdá

Del gusto francés en España a la nueva Barcelona

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Las relaciones entre España y Francia nunca fueron idílicas. Entre ambas naciones siempre hubo competencia, que no se atenuó ni siquiera con el establecimiento de matrimonios de Estado. Valga como uno de los mejores ejemplos que el doble enlace en 1615 entre Luis XIII y Ana de Austria, y entre el hermano de esta, Felipe IV e Isabel de Borbón, no impidieron que Francia declarara la guerra a España en 1635.

En la segunda mitad del siglo XVII Luis XIV arrebató definitivamente a España el rango de primera potencia europea, iniciando una progresiva e imparable conquista política y cultural del continente, una vez que el Tratado de los Pirineos de 1659 impuso una paz duradera entre los dos países.

Esa conquista cultural de Europa encontró en España un terreno fértil en el que germinara el proceso de transferencia, culturización y mestizaje del gusto francés. Proceso que se describe en las más de cien obras elaboradas entre los siglos XVII y XIX, que todavía se conservan en nuestro patrimonio y que ahora se exhiben reunidas y distribuidas en la sede de la Fundación Mapfre en Madrid.

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En el lapso de aquellos doscientos años se impuso “lo francés” como sinónimo de clasicismo en las artes, al tiempo que en la vida social equivalía a distinción, magnificencia y elegancia extrema en el adorno y el vestir. Desde la definitiva entronización de Felipe V al cabo de la costosa y sangrienta Guerra de Sucesión, la penetración artística y cultural francesa en los ambientes cortesanos se hace más intensa, con la importación de artistas como el arquitecto René Carlier, escultores como René Fremin y Robert Michel o el jardinero Etienne Boutelou. Y, sobre todo, retratistas como Michel-Ange Houasse, Jean Ranc o Louis-Michel van Loo.

Ese impulso quedaría momentáneamente frenado durante los sucesivos reinados de Fernando VI y Carlos III, en que la corte española viró hacia modelos italianos, mientras que con Carlos IV la mayoría de los puestos vinculados con las artes los colmaron arquitectos, pintores y escultores nacionales formados en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. No obstante, los marcados y refinados gustos del monarca se inclinaron de nuevo a favor de lo francés, como lo prueban la gran cantidad de objetos y adornos de sus palacios y residencias. El lujo, en definitiva tenía nombre francés, que se extendía prácticamente a la totalidad de las artes decorativas.exposicion fundacion mapfre

Las guerras napoleónicas, y en especial nuestra Guerra de Independencia, dieron paso a que los franceses vieran en España una especie de nuevo Oriente, a la vez cercano y desconocido. El conocimiento directo del país como consecuencia de aquella guerra (1808-1814) y la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823) descubrió a los artistas franceses (antes que a muchos españoles) unos paisajes, monumentos, costumbres y tradiciones hasta entonces denostados, pero que se desvelaban como profundamente subyugantes.

Esa visión romántica de España tuvo varias etapas, desde lo más pintoresco a “lo local”, seguida de la búsqueda de otros artistas como Èdouard Manet de la esencia más española. Es el pintor que viaja para contemplar en directo las obras de Velázquez, y el que contagia a Francia y a Europa la grandeza del genial pintor sevillano.exposicion fundacion mapfre

Las escenificaciones de Jorge Ribalta

Tras el paseo por el esplendor y el lujo francés, merece la pena cambiar de registro en la misma sede de la Fundación Mapfre. Nos encontramos con una gran exposición de Jorge Ribalta, un artista capaz de fundir en sus obras la precisión fotográfica y la visión del pintor en sus llamadas “escenificaciones”.

Las hace de paisajes urbanos, reconstruyendo lugares en proceso de desaparición por la apertura urbanística de la Rambla del Raval, que cambiaría definitivamente la fisonomía del viejo Barrio Chino de Barcelona. En sus obras mete elementos de actualidad o “documentales”, dándoles una indudable pátina de género negro.exposicion fundacion mapfre

Esos paisajes también tienen vida, de manera que Ribalta también aborda, con su serie “Anlitz der Zeit”, lo que denomina “antirretratos”, de celebridades y personajes de los ‘mass media’ realizados con figuras en miniatura. Ribalta presenta este conjunto como una actualización periódica de un proyecto de August Sander (1929), de crear un retrato de la época.

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Conforma Ribalta sus conjuntos en muros de imágenes, que llegan a componer espacios absolutos. A partir de 2005, uno de los ejes de su trabajo se ha orientado hacia la representación crítica de la situación de Barcelona en la era posterior al Fórum Universal de las Culturas de 2004, un evento que interpreta como el final simbólico del periodo que se abrió con el Plan Cerdá de 1880 en la historia urbana de Barcelona. Ese siglo y medio de crecimiento urbano se caracterizó por basarse en la celebración de grandes eventos, de la Exposición Universal de 1888 a los Juegos Olímpicos de 1992, como estrategia para catalizar los impulsos del desarrollo económico.exposicion fundacion mapfre

Para Ribalta el fracaso del Fórum 2004 es un indicativo de que el Plan Cerdá ha sido superado y ya no es la idea rectora de la ordenación urbana de la metrópoli. La gran recesión iniciada en 2007 acentuó el final de ciclo. El artista busca desde entonces representar con sus series el nuevo tiempo de Barcelona. Entiende que lo local es la materialización específica de tendencias históricas globales, lejos de cualquier identarismo o localismo.