Pedro Lasuén publica “Sin duda”, sexta y última novela de la saga de su mítico Jack White

Después de títulos tan escuetos y poco descriptivos como “Tal Vez”, “Quizá”, “A Lo Mejor”, “Es Posible” y “Lo Más Probable”, se desmelena la desbordante imaginación de Pedro Lasuén con la publicación de “Sin Duda” (Amazon, 418 págs.), novela con la que el autor dice cerrar la saga protagonizada por Jack White, el pseudónimo con el que su mítico personaje firma sus artículos en numerosos medios internacionales de prestigio.
Si en las anteriores tramas de sus novelas, hábil mezcla de espionaje y policíaca, nos mostraba descarnadamente el mundo del narcotráfico y sus ramificaciones, especialmente con la política, en “Sin Duda” entrega una apoteosis del excéntrico protagonista, a cuyo corrosivo humor castizo-español añade a menudo unas gotas, a modo de angostura, del presuntamente flemático humor inglés.

Está comúnmente admitido que la ficción sirve para ir más allá del relato histórico y expresar ideas y sentimientos que traslucen los del propio autor. Lasuén lo evidencia sin contenerse en esta entrega, en la que sitúa la acción en un futuro inmediato-presente histórico con epicentro en Madrid, y cuyos personajes permiten adivinar claramente en dónde y con quiénes ha encontrado la inspiración. En esta ocasión, desenvuelve la trama en los más altos palacios, con los supuestamente más insignes personajes. Y, como hilo conductor, la coprotagonización de una comandante y un capitán de la Guardia Civil, cuerpo por el que Lasuén siente y transmite su admiración a través de sus personajes.
Por supuesto, resurgen en esta novela los espías, en especial el Mossad. Cita en uno de los intensísimos capítulos que “los expertos, los de verdad, los que estudian las cosas y hablan poco, que en Oriente Medio se practica el mismo juego, pero con otro ritmo. En el juego de los espías, los terroristas y la violencia, nadie supera en paciencia a árabes e israelíes. No hay fechas límites ni fronteras. Es ojo por ojo y diente por diente, se tarde lo que tarde. Jack, su personaje, aprendió la lección a manos del maestro de espías Adi Moshe, cuarenta años al servicio de su país, leyenda del Mossad, el hombre más erudito que había conocido, el más cariñoso y fiel, el más bestia cuando había que serlo. Por su parte, Jack tenía la experiencia de treinta años de periodismo, muchos de ellos de combate, y tenía en su haber unas cuantas medallas de las que nadie podía presumir. Había derrocado una monarquía y aplastado a tres gobiernos con la fuerza de sus artículos. Adi le había enseñado a mirar las cosas desde todos los ángulos posibles, especialmente los más desagradables, y a preparar las cosas bien. En el mundo subterráneo de los espías, cualquier detalle olvidado puede costar no una sino muchas vidas”.

Como corresponde a un millonario sibarita -esa faceta es la más imaginativa de todas por tratarse de un periodista-, Lasuén integra sin esfuerzo rasgos del lujo gastronómico y enológico, aunque, fiel a su línea, apenas se detiene en los detalles adyacentes al meollo de la trama, provocando en el lector el ansia incontenible por conocer la continuación. Advierte en las dos primeras líneas del libro, pero a toda página, que “todo es fruto de mi imaginación. Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia”. Cuesta creerle a medida que se devoran los capítulos.
Afortunadamente, estamos en verano, lo que facilita tanto el tiempo disponible para saciar la curiosidad que la lectura de “Sin Duda” va despertando en un “crescendo” apoteósico, como para reponerse de las intensas emociones suscitadas cuando se cierra el último capítulo. Sin duda es un gran colofón para culminar las seis novelas que han dado vida a Jack White, retirado en la Costa del Sol, de momento.