A los tres minutos el Atlético ya había asestado el primer gol al Real Madrid. A los 20, los colchoneros ya ganaban 2-0 y el Metropolitano pensaba en una manita para tender opciones de luchar la Liga hasta el final.
Ancelotti sacó al Real Madrid del derbi antes de que empezara con una revolucionaria alineación que no fue más que una mezcla extraña de jugadores en posiciones incómodas. Modric y Kroos son la guardia pretoriana de Carletto a la que se agarra cuando hay que defender el fuerte. Pero a su lado puso a Camavinga, frustrado con la cercanía del croata. Por allí andaba Valverde que cada vez juega más retrasado. Y, para terminar de romper la estabilidad de los últimos partidos, Joselu dio paso a Bellingham junto a Rodrygo. Extraña pareja.
Simeone traía el partido preparado desde casa. La alineación del Real Madrid ayudó, pero Lino y Molina tenían que superar a Fran García y a Lucas Vázquez. Y así fue. Balones a la espalda de los laterales blancos y a colgar centros con la esperanza de que los centrales no estuviesen muy finos.
Alaba y Rüdiger fueron una calamidad en defensa estática. El austríaco terminó culpando a Fran García de los goles y Ancelotti le dio la razón- incomprensiblemente, y se cargó al canterano en la segunda parte para dar paso a Mendy. Otro jugador extraño que no encaja de blanco.
El Atlético puso a Savic, Giménez y Hermoso en el centro de la defensa, además de meter a Griezmann en la frontal cuando atacaban los blancos. Simeone le dio el balón a su rival que fue incapaz de crear ocasiones. Kroos tiró de rabia y galones en los últimos minutos antes del descanso y forzó el 2-1. Incluso Camavinga anotó el 2-2, pero había fuera de juego de Rüdiger que hizo subidas alocadas en ataque que desestabilizaban a su propia defensa.
A los tres minutos de la segunda parte Morata marcó el 3-1 y destrozó los planes de Ancelotti. Modric dejó su puesto a Joselu y abrió la caja de los truenos de la falta de plantilla que tienen los blancos para esta temporada. Después llegaron otros cambios que saltaron las costuras del Real Madrid con la entrada de Nacho, Mendy y Tchouaméni, tres jugadores de corte defensivo que parecían tener la labor de evitar el cuarto en lugar de buscar el segundo gol. El cambio de Kroos por Brahim fue a la desesperada mientras Ancelotti veía cómo Joselu no pisaba el área porque el Real Madrid no ponía un centro decente.
En el Atlético, los cambios no mermaban un ápice la calidad del equipo. Witsel, Azpilicueta, Depay y Correa hacían que el Atlético volara a la portería de Kepa del que se esperaba alguna salida más por alto en los tres centros que sentenciaron el partido para los rojiblancos.
El Metropolitano vivió una de esas noches que Simeone demanda para que el estadio sea un templo rojiblanco y no un frío campo de fútbol en el extrarradio de Madrid. El Atlético puede luchar por más esta temporada si encuentra la regularidad que necesita.
El Real Madrid muestra sus carencias en ataque sin Vinicius y con una plantilla corta que no puede confiar a Bellingham todos los goles. Ancelotti tendrá que cambiar su libreta e inventar algo que funcione para no tirar la Liga en enero y aterrizar en Brasil antes de tiempo.
