Francia sucumbió a los goles de Caldentey y Bonmatí

España conquista la Liga de Naciones femenina bajo la sombra de Rubiales

La centrocampista española Jennifer Hermoso sostiene el trofeo junto a sus compañeras de equipo durante la ceremonia del podio tras el partido de fútbol de la final de la UEFA Women's Nations League entre España y Francia en el estadio de La Cartuja de Sevilla, el 28 de febrero de 2024 – PHOTO/FRANCK FIFE/AFP
La centrocampista española Jennifer Hermoso sostiene el trofeo junto a sus compañeras de equipo durante la ceremonia del podio tras el partido de fútbol de la final de la UEFA Women's Nations League entre España y Francia en el estadio de La Cartuja de Sevilla, el 28 de febrero de 2024 – PHOTO/FRANCK FIFE/AFP

La selección española (femenina, aunque esto ya no se debe decir, según la RFEF) volvió a levantar un título tras ganar la Copa del Mundo en Sídney en agosto de 2023. Esta vez fue en La Cartuja, el estadio fetiche de la RFEF de Rubiales, y ante 32.000 personas que dieron algo más de color a la grada tras la pobre entrada de semifinales.  

Un título menor, pero de gran valor para un conjunto que vive instalado en la polémica y que no ha escrito la última palabra sobre sus conflictos internos. El fútbol de las de Montse Tomé fue muy bueno, como acostumbra desde hace ya tiempo, incluso en manos de Jorge Vilda. Ganar a Inglaterra en el Mundial o a Francia en la Liga de Naciones empieza a ser normal en vista de la calidad que tienen las profesionales del fútbol en España.  

Detrás de este trofeo que las jugadoras celebrarán en el palacio de Vistalegre de Madrid, queda la alargada sombra de Luis Rubiales y su beso a Jennifer Hermoso en Sídney. La madrileña jugó 85 minutos al nivel que acostumbra, pero no fue protagonista tras el partido. Pedro Rocha no repartió besos en la entrega de medallas y Aleksander Čeferin vio pasar toda su vida ante sus ojos cuando iba a besar (en la cara) a Aitana Bontamí y se retiró a tiempo para evitar ser quemado en la hoguera.  

La tensión de esa entrega de trofeos fue el colofón de lo que pasó en aquella final en las antípodas de España. Nada fue natural y hasta en la celebración se pidió más de lo necesario que había que celebrar este título ya que apenas se habló de que estas jugadoras son campeonas del mundo por culpa de un presidente que descansa en paz sus deslices profesionales a la espera de juicio.  

Pedro Rocha sale reforzado. Otro sinsentido de este título. El supuesto presidente en funciones o director de la junta gestora tiene claro que quiere seguir en el cargo y no se corta a la hora de hacer kilómetros y promesas por todas las territoriales. El fútbol femenino también da votos y este título, junto a los Juegos Olímpicos de París del mes de agosto, es decir, con un presidente elegido por votación, es decisivo para seguir en el despacho de Las Rozas haciendo equilibrios en el insondable mundo del fútbol federativo.  

Montse Tomé no fue despedida. De momento. Igual que Vilda fue enviado a Marruecos y borrado del mapa de la FIFA como candidato al premio de mejor entrenador de 2023, Tomé podría acabar remando en galeras si la RFEF acepta las presiones a las que suele ceder. La entrenadora no está bien vista en el grupo. Hermoso no ha dudado en decir públicamente que está dolida por no haber sido convocada tras el Mundial. El caldo de cultivo es malo y todo podría saltar por los aires si alguien vence a Rocha. Hasta De la Fuente podría acabar fuera con la renovación recién firmada.  

España ganó un título amargo porque el ambiente no es el mejor. Los trapos sucios se siguen lavando en público, pero las verdades se quedan en casa. Rubiales amargó la fiesta del Mundial, pero nada ha cambiado desde entonces y esta selección femenina sigue sin rumbo.