El Real Madrid destroza al Barça y pone en duda el proyecto de Xavi

Hay desenlaces que se ven venir de lejos. Lo que podría suceder en la final de la Supercopa era muy previsible. Los cinco goles del Real Madrid al Atlético de Madrid y el estado de forma de los blancos estaban muy por encima de este Barça de Xavi que adolece de todo tipo de problemas dentro y fuera del césped.
La final de la Supercopa de Riad fue el segundo espectáculo de fútbol que ofreció el Real Madrid a los aficionados de aquel país porque el madridismo patrio decidió no movilizarse para acudir a la final de un trofeo menor. Tampoco la del Barça, que se olía la masacre después de la temporada que lleva su equipo y las mil y una excusas de Xavi para que todo parezca un accidente.
Superioridad del Real Madrid
A los 10 minutos Vinicius ya había metido dos goles y el Barça seguía esperando que sus defensas saliesen del vestuario. Araújo, Koundé, Christensen y Balde tocaron fondo en la final. No se entiende bien el motivo por el que el uruguayo juega en la banda porque su aportación en ataque es nula y en defensa se le vieron las carencias frente a un velocísimo Vinicius. Koundé y Christensen adelantaron la defensa al medio del campo sin que la presión de Pedri, Torres, Sergi Roberto Gündogan o De Jong fuese mínimamente agresiva y el Real Madrid olió la sangre en cuanto empezó el partido.

Tchouaméni, Kroos y Bellingham montaron una sociedad de pases entrelíneas mientras que Valverde barría cualquier intento del Barça de atacar por el centro del campo. Los brasileños solo tenían que correr a la espalda de Balde y Araújo y la final no tendría mucho misterio.
La indolencia de Lewandowski esta temporada es digna de rescindir su contrato y devolverle a Alemania. Es el peligro de fichar jugadores veteranos, de rendimiento inmediato, pero que pueden torcer el morro por cualquier motivo y pasar a formar parte del mobiliario del club. Su gol despertó al Barça en un momento de dominio, pero todo se fue al traste cuando Araújo agarró de manera evidente a Vinicius y provocó el penalti del 3-1.
El Real Madrid tuvo al Barça a su merced. Le vapuleó el ataque y apenas sufrió en defensa. El cuarto gol fue un regalo de la defensa a Rodrygo dentro del área y los cambios de Ancelotti dejaron claro que el conjunto madrileño quería más. Brahim estuvo cerca de conseguir su gol de cada día mientras que Modric, Ceballos, Camavinga y Joselu no desentonan en un equipo que Ancelotti ha convertido en una familia bien avenida. Hasta Lunin tuvo el premio de la titularidad y parece que será así durante el resto de temporada.

En el Barça, Xavi no tiene margen de maniobra. Joao Félix ha decidido sumarse a la indolencia de Lewandowski y, ni Fermín ni Yamal son capaces de subir el nivel de un equipo que ya no cree en su entrenador desde la sucia jugada que le hizo el club en la convocatoria de Amberes. Deco y Laporta asfixian al entrenador que nunca quisieron para hacerle la vida imposible. Algo parecido a la humillación a la que sometieron a De Jong o al propio Koeman, que rozó el acoso, para que abandonasen el club sin cobrar un euro.
Nadie cree en Xavi y menos en su mensaje. Palabras donde no hay autocrítica, donde todo se justifica, mientras se lanza al socio culé un mensaje de excelencia no correspondido con lo que luego se ve en el terreno de juego. El club corre serio peligro porque el salvavidas de Laporta tenía poco valor: vender parte del club y fichar jugadores para seguir peleando por todos. Eso ya ha pasado.

Ahora queda la ruina económica que se hace más llevadera porque LaLiga hace la vista gorda con muchos asuntos económicos y una afición que ha dado la espalda al club en su exilio en Montjuic. El asunto de Negreira ya no puede taparse más y algún día le estallará en las manos a esta directiva.

Lo que pasó en Riad fue algo más que un partido. La confirmación de que las lesiones han unido todavía más al Real Madrid y es capaz de ganar todo esta temporada y que el Barça se descompone sin que nadie pueda hacer nada.