Tiempo de crisis, tiempo de oportunidad. La estrategia de inversiones internacionales de Arabia Saudí parece haberse guiado por este principio en los últimos días. El fondo soberano del reino wahabita (conocido como PIF por sus siglas en inglés) ha invertido mil millones de dólares en la compra de acciones de diferentes empresas europeas del sector petrolífero.
Entre las empresas seleccionadas por el PIF, el Wall Street Journal confirmó que se encuentran gigantes como la neerlandesa Royal Dutch Shell, la francesa Total, la italiana Eni y la noruega Equinor. Además, el Financial Times ha informado en las últimas horas de que Repsol, la primera petrolera española, también se encuentra entre las compañías involucradas en la operación. No obstante, el movimiento no ha sido reportado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), puesto que la compra no alcanza el 3% del accionariado, según aclara el diario Expansión.

La maniobra emprendida por las autoridades saudíes se produce en un momento en el que el mercado de los hidrocarburos se encuentra especialmente deprimido. Los precios del crudo, ya de por sí lastrados debido a la falta de demanda derivada de la parálisis mundial por el coronavirus, todavía no se han recuperado de la guerra de precios que mantuvieron Rusia y la propia Arabia Saudí entre mediados de marzo y mediados de abril.

A lo largo de aquellas semanas, los dos países, entre los socios más importantes de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidieron aumentar su producción en una especie de carrera de resistencia. A pesar de que, recientemente, se ha llegado a un acuerdo para recortar el número de barriles y así estabilizar la caída de su valor, las medidas concretas de recorte no comenzarán a aplicarse hasta el próximo mes de mayo, de modo que, por el momento, habrá que esperar para que surtan efecto.

Desde comienzos de año, el barril de Brent, uno de los índices de referencia más aceptados en el mercado del petróleo a nivel global, ha perdido más de la mitad de su valor. A lo largo del mes de abril, se ha mantenido en torno a unos escasos 30 dólares el barril, aunque con bruscos altibajos.
Una de las consecuencias más inmediatas ha sido, naturalmente, el descenso del valor de las acciones de las compañías extractivas. Desde enero, las participaciones de Royal Dutch Shell han disminuido su precio en más de un 40%, una trayectoria similar a la que ha experimentado Repsol. Es cierto, no obstante, que, desde que tocaron fondo a mediados de marzo, las compañías han ido experimentando una leve mejoría.

Aunque no está claro que esta tendencia vaya a continuar en las próximas semanas, Riad parece haber visto claro que es un buen momento para comprar: precios muy bajos y con previsiones de que puedan ir mejorando poco a poco. Con la inversión de mil millones en compañías petrolíferas europeas, el régimen está intentando aprovechar un bajón económico que, hasta cierto punto, contribuyó a ahondar, al menos en lo referente al mercado del crudo.

La inversión exterior constituye una piedra angular del proyecto económico del príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman. Se enmarca en la llamada Visión 2030, que tiene como objetivo dinamizar un tejido económico excesivamente dependiente de las exportaciones de petróleo.
Sectores como la electrónica o el turismo han sido impulsados recientemente por Riad, en un intento de abrir su sistema productivo al exterior. El fondo soberano del que ha partido la inversión sobre las grandes petroleras europeas está sirviendo para canalizar los recursos saudíes y dirigirlos a diferentes campos. En total, el PIF gestiona activos valorados, en conjunto, en unos 300.000 millones de dólares. Uno de sus movimientos más recientes está relacionado con la compañía de cruceros Carnival, donde posee más del 8% del accionariado.