Balance de las relaciones comerciales UE-América Latina

Alexandra Dumitrascu

Pie de foto: CELAC representa el quinto mayor socio comercial de la Unión Europea

Si bien las herramientas no faltan, la Unión Europea (UE) y América Latina tardan en alcanzar un acuerdo comercial que incentive la libre circulación de bienes y servicios entre las dos regiones. Los pactos de naturaleza comercial que la UE mantiene en Latinoamérica no sobrepasan el ámbito estatal en donde algunos logros se han conseguido con Colombia y Perú, con los que Europa mantiene un acuerdo comercial multilateral al que se espera que ingrese Ecuador, con el que las negociaciones ya finalizaron en 2014. En este sentido, la UE es el socio extrarregional con el mayor número de pactos comerciales en la región, con un total de 26 países de América Latina y el Caribe, seguida de lejos por los Estados Unidos que sólo tiene suscritos acuerdos de libre comercio con 11 estados.

América Latina representa para la UE un importante socio cuyos vínculos se han estrechado además en base a factores históricos. La UE continúa siendo el segundo mercado para las exportaciones de América Latina que en 2014 alcanzaron los 118.000 millones de dólares, según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) hecho público en mayo de este año, a pesar de que el monto de la facturación sufrió una caída del 11% con respecto a 2013. El descenso, tal como aclara la CEPAL se debió principalmente a la bajada de los envíos desde Brasil -principal exportador al mercado europeo y actualmente en recesión-, al igual que en los casos de Argentina, Chile y Perú. Sin embargo, los datos proporcionados por la CEPAL contrastan con los facilitados por la Oficina Europea de Estadística (EUROSTAT) que destaca que las importaciones desde América Latina y el Caribe no superaron la cifra de 98.600 millones de dólares en 2014.

Fuera como fuese, el intercambio comercial entre ambas regiones, en su conjunto, se ha mantenido equilibrado desde el año 2000 y hasta 2014, periodo en el que se triplicó, según CEPAL. En 2014 el intercambio bilateral registró el valor de 265.000 millones de dólares, aunque el nivel máximo de las relaciones se alcanzó en 2013 cuando el comercio logro sumar la cifra de 278.000 millones, lo que posiciona a América Latina, incluido el Caribe, como el quinto socio comercial de la UE, detrás de Estados Unidos, China, Rusia y Suiza, según los datos de EUROSTAT. Si las manufacturas constituyeron el 87% de las exportaciones de la UE a la región, no así se puede decir de las importaciones que se compusieron en 2014 principalmente (66%) por materias primas. Entre los miembros europeos, destacan Alemania y España como mayores exportadores a América Latina, con 30.400 y 14.200 millones, respetivamente, seguidos por Italia, Francia y Países Bajos.

La preponderancia de la UE en la región está siendo amenazada por la rápida penetración de China en América Latina cuya participación en las exportaciones regionales pasó del 1% al  9% entre 2000 y 2014, y en donde las importaciones pasaron de poco más del 2% al 16%. De este modo, China ya ha desplazado a la UE como el segundo mercado de origen de las importaciones, es decir, China exporta en la actualidad más a los países de América Latina que la UE. Además, en 2014 el intercambio comercial China-América Latina alcanzó los 269.000 millones de dólares, una cifra similar a la que se dio entre la UE y América Latina.

Mercosur, necesidad de un acuerdo

Mercosur, conformado en la actualidad por seis estados, Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Paraguay y Bolivia –el último en incorporarse-, representa en su conjunto más de la mitad del mercado en la región. De esta manera, en 2013, los últimos datos concedidos desde la CEPAL, los por entonces cinco miembros de Mercosur exportaron a la UE por un valor de 60.400 millones de dólares, el 79% de las mismas teniendo como procedencia Brasil. En el caso de las importaciones desde la UE, Mercosur acaparó más del 45% del total.

Las negociaciones entre la UE con Mercosur para la consecución de un acuerdo de asociación, paralizadas en la actualidad por las próximas elecciones generales de Argentina del 25 de octubre, están en vigor desde 1999 y de alcanzarse una resultado favorable de las mismas supondría la ampliación de los acuerdos comerciales de la UE a todos los países de América Latina. Sin embargo, el acuerdo de libre comercio de la UE con Canadá, previsto que entre en vigor en 2016; la posible conclusión exitosa del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) que, aunque en fase crítica por falta de consenso en la negociaciones, es previsible que se alcance también a finales de 2016; unido a la pérdida de las ventajas del Sistema Generalizado de Preferencia de la UE de Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela por haber sido clasificados por el Banco Mundial como países de renta media-alta, plantean un grande desafío para los países de la región, especialmente para los miembros de Mercosur, exportadores sobre todo de productos agrícolas, que entrarían en competencia directa con Canadá y los Estados Unidos, países que a su vez se ubican entre los principales suministradores agrícolas del mundo.

Encuentros para unir

Los ánimos de ambas regiones en profundizar en las relaciones económicas y comerciales tienen su mejor plasmación en la Cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) inaugurada en la capital chilena de Santiago en 2013 y que este año ha celebrado su segundo encuentro en Bruselas, en junio, donde los 61 jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones se han reunido bajo el lema “Modelar nuestro futuro común: trabajar por unas sociedades prósperas, cohesionadas y sostenibles para nuestros ciudadanos”. La apertura de las negociaciones con Cuba, la actualización y la ampliación de los acuerdos comerciales con México y Chile, así como la necesidad de avanzar hacia un acuerdo de asociación con Mercosur o Mercado Común del Sur predominaron la mayor parte de los debates de este año.

Si bien estos encuentros están cargados de todo tipo de declaraciones de buenas intenciones y reflejan en general un ánimo positivo en torno a unos objetivos comunes, también evidencian los contrastes ideológicos de los estados latinoamericanos. Aunque en la primera cumbre Sebastián Piñera, el por entonces presidente de Chile ansiaba “una larga vida a la Cumbre para mejorar las vidas de nuestros ciudadanos”, este año, el Jefe de Estado de Ecuador, Rafael Correa, en su discurso de clausura destacó las contrariedades del sistema de libre comercio, apoyado en el ejemplo de Bolivia. “Basarnos siempre en un modelo de competencia de libre mercado puede traer muchos más perjuicios que beneficios. De hecho nuestros países deben cuidar su economía como la mayor parte de los países europeos lo hicieron cuando tenían nuestro nivel de desarrollo”, remarcó el dirigente ecuatoriano en una intervención cuyo prólogo fue pensado en clave humorística, quizá para anestesiar el discurso antitético posterior. Y haciendo referencia estrictamente a su país, afirmó que el ejemplo europeo a veces no es extrapolable y que con “que les vayan bien a ciertas empresas, no quiere decir que le vaya bien a la sociedad”.

Como es habitual, la Cumbre UE-CELAC ha sido precedida por la V Cumbre Empresarial CELAC-UE que desde 2006 reúne cada dos años a líderes empresariales y políticos de ambas regiones bajo el propósito de reforzar los lazos entre las empresas europeas, latinoamericanas y caribeñas. Este año el encuentro contó con la presencia de alrededor de 500 empresarios y durante los dos días que duró el evento los debates fueron cuasi monopolizados por la indispensabilidad de fortalecer el papel de las pequeñas y medianas empresas (pymes) en los países de América Latina para que, de esta manera, contribuyan al desarrollo de sus economías. En su discurso de apertura, el presidente del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL), Ingo Plöger, expresó la visión del conjunto de empresarios de la región que se traduce en una “América Latina sin fronteras” cuyo PIB de 9 trillones de dólares es “una fuerza a tener en cuenta y a ser considerada”. Aunque alabó el modelo de integración política, social y económica de la UE, Plöger no dudó en criticar abiertamente “el proteccionismo no sostenible en las cadenas productivas alimentarias” que la UE mantiene desde hace décadas.

En las conclusiones, que cuajaron las recomendaciones formales para la posterior Cumbre UE-CELAC, se destacó la vital necesidad de que las pymes latinoamericanas accedan a la financiación y se internacionalicen. Además, la Comisión Europea se comprometió con proporcionar una ayuda de 105 millones de dólares de los cuales unos 23 millones van a ser destinados a la quinta fase del Programa Al-Invest diseñado para facilitar el acceso a los mercados internacionales a las pymes de América Latina.

La UE, el principal inversor

En la actualidad, América Latina en su conjunto atraviesa su cuarto año de desaceleración económica, a lo que se ha sumado la reciente recesión de Brasil lo que empeora aún más la situación económica de la región que este año permanecerá estancada debido a que los pronósticos no auguran un crecimiento para 2015. Sin embargo, según Augusto de la Torre, el jefe de economistas para la región del Banco Mundial, América Latina está mejor preparada hacer frente a la presente coyuntura gracias principalmente a las reservas internacionales y las inversiones extranjeras. La Inversión Extranjera Directa (IED) alcanzó en 2014 la cifra de 160.000 millones, el 35% procedente de la UE, lo que posiciona a esta como el principal inversor en la región de Latinoamérica, incluido Caribe. Entre los principales receptores de la IED destacan Brasil y México, las dos principales economías de la región.