La invasión de Rusia sobre Ucrania -el llamado ‘granero de Europa’- ha puesto en jaque la seguridad alimentaria internacional. Ambos países son dos de los mayores exportadores de trigo del mundo y los principales pilares de la estabilidad alimentaria en regiones como el norte de África.
La guerra obstaculiza el cultivo de trigo en Ucrania, además de dificultar la salida de barcos cargados de grano. Por otro lado, las sanciones impuestas a Moscú imposibilitan las exportaciones rusas. En este sentido, países africanos como Senegal han pedido a Occidente que levante dichas sanciones por temor a la grave crisis alimentaria que acecha al continente.
Le Président #Poutine nous a exprimé sa disponibilité à faciliter l’exportation des céréales ukrainiennes.
— Macky Sall (@Macky_Sall) June 3, 2022
La Russie est prête à assurer l’exportation de son blé et de son engrais.
J’appelle tous les partenaires à lever les sanctions sur le blé et l’engrais. pic.twitter.com/7PqVLNhqWD
Si bien esta crisis tiene repercusión a nivel mundial, Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han alertado que la guerra en Ucrania afectará en mayor medida a las regiones más vulnerables. La ONU destaca que África Occidental y países como Yemen, Afganistán o Etiopía serán los primeros en notar “el huracán de la hambruna”.

Por este motivo, ciertos países se habían perfilado como posibles alternativas para paliar la crisis alimentaria global. Una de estas naciones era la India, el segundo mayor productor de trigo del mundo después de China. No obstante, las últimas decisiones del Gobierno indio han dinamitado las esperanzas puestas en el país surasiático.
En mayo, la India prohibió las exportaciones de trigo “con efecto inmediato” para asegurar el consumo nacional en medio de crítica situación global. Sin embargo, el Gobierno indio señaló que permitiría la venta a países vecinos u otros en situación de vulnerabilidad y que “no pueden acceder a suministros suficientes de trigo”, tal y como explicó un comunicado de la Dirección General de Comercio.

La India, a pesar de ser el segundo productor de trigo, solo representa el 1% del comercio mundial de este cereal ya que guarda una gran cantidad para el uso nacional. Por ejemplo, el año pasado produjo 109 millones de toneladas, pero solo exportó unos 7 millones de toneladas, tal y como recoge AFP.
Pero la guerra en Ucrania lo cambió todo. El mundo puso sus ojos y sus esperanzas en el país asiático, confiando en que aumentase sus exportaciones de trigo. Incluso el primer ministro Narendra Modi se ofreció a ayudar a cubrir la escasez mundial de trigo, mostrando su voluntad de “alimentar al mundo”. Pero la situación económica que atraviesa el país, con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, han cambiado las buenas intenciones de Modi, que ahora busca proteger el bienestar de sus ciudadanos.

De acuerdo con un funcionario indio citado por Reuters, “el aumento de los precios generales generó preocupaciones sobre la inflación y es por eso por lo que el Gobierno tuvo que prohibir las exportaciones de trigo”. Los efectos de la guerra en Ucrania, como la subida de precios de los combustibles y de otros bienes, provocó en la India una inflación nacional de hasta 7.79%, la cifra más alta desde mayo de 2014, según señala France24.
Do you know Northwest #India just recorded the hottest March in 122 years, or since the records are maintained. In all probability a severe heat wave spell is looking at us. Which will impact millions. Brace. pic.twitter.com/oiQ16M7bWi
— Parveen Kaswan, IFS (@ParveenKaswan) April 27, 2022
Nueva Delhi trata de garantizar el consumo interno no solo por las consecuencias de la guerra en Ucrania, sino también por una fuerte ola de calor que ha perjudicado la cosecha de trigo del país. Este contratiempo meteorológico que elevó la temperatura hasta los 47 grados obligó al Gobierno a reducir las estimaciones de producción en al menos un 5%.

A pesar de la difícil situación por la que pasa el país, los líderes del G7 criticaron la decisión de la India en su reciente reunión en Alemania. “Si todo el mundo empieza a imponer restricciones a la exportación o a cerrar mercados la crisis empeorará”, aseguró el ministro de agricultura alemán, Cem Özdemir, en una rueda de prensa en Stuttgart citado por AFP. “Hacemos un llamamiento a la India para que asuma su responsabilidad como miembro del G20”, añadió Özdemir.

Pese a las condenas a nivel internacional por esta decisión y el aumento del precio del trigo, la India va más allá y restringirá las exportaciones de harina de trigo a partir del 12 de julio con el mismo objetivo: garantizar el consumo interno. “Las interrupciones en el suministro mundial de trigo y harina de trigo han creado muchos han provocado fluctuaciones de precios y posibles problemas relacionados con la calidad”, señaló la Dirección General de Comercio.
Con motivo de asegurar las importaciones de trigo, una delegación yemení viajará a la India la próxima semana. Durante esa visita, el Gobierno de Yemen tratará de llegar a un acuerdo para importar trigo de la India, tal y como apuntó el ministro de Comercio e Industria, Mohammed Al-Ashwal, a Reuters.

Al-Ashwal también ha alertado que las reservas de “alimentos estratégicos” de Yemen durarán hasta finales de agosto. El país de la península arábiga lleva envuelto en una cruenta guerra desde 2014, lo que ha provocado la crisis humanitaria más grave del planeta. No obstante, el ministro yemení se muestra optimista de cara al viaje a la India. “Ha habido un gran progreso respecto al acuerdo con el Gobierno indio sobre el levantamiento de las prohibiciones a las exportaciones de trigo a Yemen”, señaló.

La India no es el único que ha impuesto restricciones a las exportaciones de ciertos alimentos. A finales de abril, Indonesia suspendió la venta al exterior de aceite de palma durante un mes. El país insular es el primer productor mundial de este tipo de aceite vegetal y representa el 60% de la producción mundial. Yakarta, al igual que Nueva Delhi, prima así el consumo nacional en medio de la subida de precios, la escasez y el temor al descontento social.

A finales de mayo, otro país del sudeste asiático bloqueó parte de sus exportaciones. Malasia, con el fin de garantizar el mercado interno, suspendió las exportaciones de pollos vivos. Esta medida preocupó sobre todo el Singapur, nación que importa la tercera parte de sus pollos de Malasia.