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Pie de foto: Nayib Bukele nuevo presidente electo de El Salvador. REUTERS/Jose Cabezas
El presidente electo quiere impulsar un ambicioso desarrollo de infraestructuras
España es el tercer inversor extranjero en un país con exigua llegada de IED
El mandatario electo de El Salvador, Nayib Bukele, no solo ha quebrado en primera vuelta tres décadas de bipartidismo en el país, sino que pretende dar, en el ámbito económico un giro radical que impulse la economía y acelere la llegada de una inversión extranjera que en los últimos años sólo ha entrado con cuentagotas. El presidente, que asumirá el 1 de junio y ha hecho del combate a la corrupción, la violencia y la pobreza la bandera de su campaña, se ha fijado un ambicioso plan de desarrollo, con foco en infraestructuras y logística que puede ser de interés para las firmas españolas.
Cómo financiará los proyectos y qué rumbo seguirá su política, enmarcada en aparentes contradicciones y con un Congreso en contra, son aún una incógnita.
Bukele, que se define como izquierdista, pero ha ganado las presidenciales al frente de la derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), obtuvo algo más del 53% del voto, superando a los dos partidos que han venido repartiéndose el poder desde el fin de la contienda civil: la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), lo que justifica su afirmación de haber hecho historia y pasado la página de la posguerra con estas elecciones.
La llegada de Bukele, que fue alcalde de San Salvador por el FMLN y expulsado luego de esa formación, y que no duda en calificar a los líderes de Venezuela y Nicaragua de “dictadores”, tiene también efectos regionales: dejará fuera de la Presidencia al FMLN del actual presidente Sánchez Cerén, uno de los escasos apoyos que le quedan a Maduro. El aspirante del FMLN sólo logró el 13,77% del voto, mientras que el de ARENA obtuvo el 31%.
Entre los proyectos a los que se comprometió en campaña Bukele figuran el desarrollo de la zona costera de El Salvador, con reactivación y modernización de puertos, la construcción de otro aeropuerto para activar el turismo (convertido en motor económico) y la puesta en marcha de Tren del Pacífico, que conectará el litoral con los principales aeropuertos y activará tráfico de pasajeros y mercancías. Y el desarrollo de la Franja del Norte, concentrado en 23 municipios en los que se reúne el 75% de la población en pobreza extrema. El denominado ‘Plan Cuscatlán’ para el quinquenio 2019-2024, pivota además en el impulso a un eje de Bienestar Social que engloba sanidad y educación; una mejora de la eficiencia de la Administración y una intensa lucha contra una corrupción estatal enquistada, plasmada en su lema ‘El dinero alcanza cuando nadie roba’ y en su plan de crear una Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador con acompañamiento de la ONU y la OEA.
Para acometer estos y otros planes, el presidente deberá afrontar importantes retos y resolver los graves problemas de finanzas públicas, como le ha recordado el sector privado, que ha instado a Bukele, un publicista de 37 años, a poner el foco en “resolver los problemas financieros del Estado, atender el desarrollo económico y social del país y fomentar la unidad nacional.”
Bukele no tendrá fácil aplicar sus recetas: deberá lidiar con una Asamblea dominada por la opositora ARENA, y donde GANA y aliados apenas tienen 11 de los 84 escaños. Y para algunas reformas, como aprobar la emisión de deuda a largo, se precisan de dos tercios de los congresistas. Empresarios e inversores esperan un mayor detalle de un plan económico en el que Bukele defiende que tomará decisiones pro mercado y libre empresa al mismo tiempo que se dice anti-neoliberal y respalda un reparto justo de la riqueza.
Afronta, además de la precaria situación económica y de falta de empleo, otros enormes retos, como combatir la extrema inseguridad del país, uno de los más violentos del mundo, con un gravísimo problema de maras y pandillas, y que junto con la pobreza (que pese a su reducción en los últimos años está en el 37,8% de la población, frente al 29,6% de promedio en la región) suman cada año a las filas de la inmigración ilegal a miles de personas.
Los planes de Bukele, que requerirán fuertes sumas en financiación, chocan también con la falta de inversión interna, una inversión exterior exigua y la pretensión de mayor austeridad fiscal y recorte del gasto público para afrontar el déficit en un país dolarizado. El Salvador no crece por encima del 3% anual desde hace una década y mantendrá en 2019 la media del 2,4% de 2018, según el FMI. Tiene uno de los más bajos índices de competitividad de Latam y sufrió el año pasado un fuerte retroceso en su clima de negocios, según el BM.
En los últimos años, El Salvador ha modificado la Ley de Estabilidad Jurídica para Inversiones y aprobado una Ley de Participación Público Privada, para captar capital foráneo, pero la IED dista de multiplicarse. Según Unctad, sumó 790 millones en 2017, la menor de Centroamérica. La promoción del turismo como pilar económico ha atraído a empresas como Barceló a un mercado en el que, pese a que España es tercer inversor (10% de la IED y 900 millones de stock), apenas 40 están presentes, notablemente en infraestructuras, renovables y servicios, entre ellas Calvo, Acciona, Abantia, ACS, FCC, Indra, Telefónica, Atento, Santander, Mapfre, Mango e Iberia.