La tecnología de la compañía española GTD evita un desastre en la base espacial noruega de Andøya

El vuelo inaugural del cohete Spectrum de la alemana Isar se estrella contra las aguas del recinto espacial más cercano al Círculo Polar Ártico 
El impacto contra las aguas cercanas a la zona de despegue provocó una tremenda explosión al contener los depósitos todavía gran cantidad de oxígeno líquido y propano líquido - PHOTO/Isar Aerospace
El impacto contra las aguas cercanas a la zona de despegue provocó una tremenda explosión al contener los depósitos todavía gran cantidad de oxígeno líquido y propano líquido - PHOTO/Isar Aerospace
  1. Caída en trayectoria balística controlada
  2. Sigue la pugna por alcanzar el espacio exterior desde el continente europeo

La compañía española GTD ha desarrollado un avanzado software de control de misión, exprofeso para el nuevo complejo noruego de lanzamientos orbitales de Andøya, en pleno Círculo Polar Ártico, que ha logrado evitar que el mal funcionamiento del vuelo inaugural del microlanzador Spectrum haya provocado un desastre de serias consecuencias.

El fallo ha tenido por protagonista el cohete alemán Spectrum, en el primer intento de la compañía Isar Aerospace por conseguir liderar los transportes al espacio ultraterrestre desde Europa continental. Pero se ha saldado con un estrepitoso fracaso. Por fortuna, no ha tenido fatales consecuencias gracias a que el sistema informático de terminación de lanzamiento creado por GTD ha evitado que el cohete cayera sobre alguno de los pequeños núcleos urbanos, infraestructuras o la base militar existente en un radio de escasas decenas de kilómetros desde el punto de despegue. 

El director de operaciones espaciales de GTD, Ricardo Bennassar, con un equipo de tres técnicos, seguía el lanzamiento desde la sede central de la compañía en Barcelona y apoyaba en caso necesario cualquier incidencia que pudiera surgir en Andøya, cuyo control operativo corría a cargo de técnicos noruegos. La compañía española ha formado y entrenado a los especialistas del país, en la que ha sido la primera misión orbital desde Andøya y también la primera del cohete Spectrum.

Siguiendo una trayectoria balística, el cohete Spectrum se precipita sobre el mar, a la derecha, hasta estrellarse contra las frías aguas de las cercanías de la zona de despegue, que se observa a la izquierda - PHOTO/Isar Aerospace
Siguiendo una trayectoria balística, el cohete Spectrum se precipita sobre el mar, a la derecha, hasta estrellarse contra las frías aguas de las cercanías de la zona de despegue, que se observa a la izquierda - PHOTO/Isar Aerospace

El 30 de marzo, a las 12:30, hora peninsular española, el Spectrum se alzó con éxito de su rampa de despegue en la costa de la isla de Andøya, a unos 1.400 kilómetros al norte de Oslo, la capital de Noruega. Con dos etapas de propulsión ‒una primera con nueve motores-cohete Aquila de 75 kilonewton de fuerza y la segunda con uno sólo, pero de 95 kilonewton‒, de 28 metros de altura ‒el tamaño de un edificio de 8/9 pisos‒ y 2 de diámetro, el microlanzador Spectrum ha quedado totalmente destruido. Aunque está concebido para transportar entre 700 y 1.000 kilos de carga, en esta ocasión no viajaba ningún satélite en calidad de conejillo de indias. 

El avanzado sistema de control de lanzamiento de Andøya desarrollado por GTD tiene por función supervisar, sincronizar y optimizar las actividades críticas, como son la secuencia de la cuenta regresiva de despegue del cohete, el seguimiento de su trayectoria de ascenso, así como también la seguridad del vuelo. Una vez logrado el despegue, el software de seguimiento del vuelo es el encargado de vigilar en tiempo real los parámetros de la trayectoria del lanzador y de aportar mediciones para permitir a los controladores de la misión que puedan tomar decisiones rápidas, con la finalidad última de evitar daños a personas, infraestructuras en tierra y al tráfico marítimo.

La primera etapa del Spectrum se traslada a un taller de Andøya para sumarle la etapa de propulsión superior. La imagen muestra los nueve motores de propulsión Aquila de la etapa principal - PHOTO/Isar Aerospace
La primera etapa del Spectrum se traslada a un taller de Andøya para sumarle la etapa de propulsión superior. La imagen muestra los nueve motores de propulsión Aquila de la etapa principal - PHOTO/Isar Aerospace

Caída en trayectoria balística controlada

La retransmisión en directo del lanzamiento mostró que el despegue y los primeros instantes fueron aparentemente correctos. Sin embargo, a los pocos segundos del vuelo de ascenso, los problemas técnicos ya fueron visibles y se reflejaron sobre las pantallas de los ordenadores. El sistema de GTD recopila e integra imágenes ópticas de video, los datos de telemetría que envía el lanzador a tierra y la información del radar que sigue la trayectoria y comenzó a mostrar que el Spectrum estaba fuera de control inmerso en una espiral de alto riesgo para la seguridad.

Los técnicos noruegos fueron conscientes que la misión no se encontraba dentro de los parámetros predefinidos y que, de continuar el ascenso, podía representar un serio peligro ¿por qué no pulsaron el botón de autodestrucción y dejaron caer a tierra el cohete? Lo aclara Ricardo Bennassar. Dadas las características, dimensiones y capacidades de los microlanzadores, “no cuentan con un sistema pirotécnico de auto inmolación, a diferencia, por ejemplo, de los actuales y grandes cohetes europeos Ariane 6 o Vega-C”. 

En su lugar, el sistema de terminación de vuelo concebida por GTD ‒que dispone de una opción manual y otra automática‒ “consigue neutralizar al cohete apagando los motores de propulsión, lo que provoca su descenso en trayectoria balística controlada”, recalca Bennassar. Y así ocurrió. Si el sistema de neutralización se encontraba en configuración manual o automática es algo que la Comisión de Investigación constituida al efecto deberá verificar.

Los 28 metros de longitud del Spectrum en todo su esplendor en ruta hacia su rampa de despegue en el complejo ártico de lanzamiento orbital en la isla de Andøya, al norte de Noruega - PHOTO/Isar Aerospace-Wingmen Media
Los 28 metros de longitud del Spectrum en todo su esplendor en ruta hacia su rampa de despegue en el complejo ártico de lanzamiento orbital en la isla de Andøya, al norte de Noruega - PHOTO/Isar Aerospace-Wingmen Media

Pero el caso es que a una altura del orden del centenar de metros sobre el suelo y con el sistema de guiado, navegación y control del cohete intentando en vano posicionar la trayectoria de ascenso en sus parámetros correctos, el flujo de oxígeno líquido y propano líquido que alimentaba los nueve motores Aquila se cortó… “y el Spectrum comenzó a precipitarse hacia el suelo siguiendo una trayectoria balística controlada ‒explica Ricardo Bennassar‒ hasta estrellarse contra las frías aguas de las cercanías de la zona de lanzamiento. Al tener prácticamente todo el combustible en los depósitos, “la explosión fue tremenda”.

Antes del despegue, el presidente ejecutivo y cofundador de Isar, Daniel Metzler, se había puesto la venda antes de la herida y, sorprendentemente, había anticipado que tenía “pocas esperanzas de que el Spectrum pudiera alcanzar la órbita terrestre”. Completaba su vaticinio con la afirmación de que “cada segundo de vuelo será valioso, porque nos permitirá recopilar datos y ganar experiencia y, si son 30 segundos, será un verdadero éxito”.

Los primeros instantes del vuelo de ascenso fueron aparentemente correctos. Pero, a los pocos segundos del vuelo de ascenso, los problemas tecnicos comenzaron a reflejarse en las pantallas de los ordenadores - PHOTO/Isar Aerospace
Los primeros instantes del vuelo de ascenso fueron aparentemente correctos. Pero, a los pocos segundos del vuelo de ascenso, los problemas tecnicos comenzaron a reflejarse en las pantallas de los ordenadores - PHOTO/Isar Aerospace

Sigue la pugna por alcanzar el espacio exterior desde el continente europeo

Como el resultado de la misión ha sido un fiasco por más que se quiera disimular, Metzler ha reiterado tras el accidente que el Spectrum “cumplió todas nuestras expectativas y fue un gran éxito. Tuvimos un despegue limpio, el cohete estuvo 30 segundos en el aire e incluso pudimos probar nuestro sistema de terminación de vuelo”. Pero de esos 30 segundos, el cohete estuvo casi la mitad en caída libre describiendo una trayectoria balística de descenso con los motores apagados. Además, no ha habido ocasión de verificar aspectos críticos, como la separación entre la primera y la segunda etapa de propulsión.

En línea con las palabras de Metzler, el director general de la Norsk Romsenter, es decir, la Agencia Espacial Noruega en idioma vernáculo ‒NOSA por su acrónimo en inglés‒, el físico Christian Hauglie-Hanssen, ha afirmado que Isar y el complejo espacial de Andøya “se beneficiarán del vuelo de  prueba, volverán con mayor fuerza la próxima vez y se convertirán en actores clave de un mercado en rápida evolución”.

El físico Christian Hauglie-Hanssen (derecha), director general de la Agencia Espacial Noruega, ha señalado que el primer lanzamiento desde Andøya marca el comienzo de una era para competir en el mercado espacial - PHOTO/ESA-Norsk Romsenter
El físico Christian Hauglie-Hanssen (derecha), director general de la Agencia Espacial Noruega, ha señalado que el primer lanzamiento desde Andøya marca el comienzo de una era para competir en el mercado espacial - PHOTO/ESA-Norsk Romsenter

Para el hombre que desde junio de 2018 dirige los destinos de la NOSA, el primer lanzamiento orbital desde suelo noruego y de Europa continental ‒si se exceptúan los efectuados desde Rusia‒ es el primer paso de una iniciativa comercial que “marca el comienzo de una era en la que Noruega y sus socios europeos van a garantizar que Andøya tenga “las mejores condiciones posibles para competir en el mercado europeo”.

Hasta su reciente traspié, Isar figuraba a la cabeza del pelotón de empresas que se afana por poner a punto pequeños vectores comerciales de transporte espacial, tras haber recaudado más de 400 millones de euros de financiación pública y privada y contar con la ayuda de la Agencia Aeroespacial Alemana (DLR). Por ser los primeros compite la compañía española PLD Space ‒que desarrolla el Miura 5 y cuyo primer vuelo está previsto para 2026‒, así como otras empresas de Alemania (RFA y HyImpulse), Francia (MaiaSpace) y el Reino Unido (Orbex). 

El nuevo vector de transporte orbital alemán en su rampa de despegue en la base de Andøya, en pleno Círculo Polar Ártico - PHOTO/Isar Aerospace-Wingmen Media
El nuevo vector de transporte orbital alemán en su rampa de despegue en la base de Andøya, en pleno Círculo Polar Ártico - PHOTO/Isar Aerospace-Wingmen Media

Todas las citadas conforman la vanguardia de empresas emergentes que aspiran a captar la importante demanda internacional que pretende posicionar pequeños satélites en las orbitas bajas de la Tierra. Se trata de un mercado en alza, que desde hace varios años monopoliza el influyente multimillonario norteamericano Elon Musk con su fiable lanzador Falcón 9, pero frente a los que Bruselas y la Agencia Espacial Europea (ESA) quieren competir.

El nuevo complejo que brinda acceso al espacio exterior se encuentra localizado en Nordmela, en la costa de la isla de Andøya. Fue inaugurado por el príncipe heredero de Noruega, Haakon Magnus, el 2 de noviembre, cuando los trabajos de construcción estaban aún por terminar, y el Gobierno del primer ministro Jonas Gahr Støre lo ha bautizado como el “primer puerto espacial operativo de Europa continental”.