Los ministros de Exteriores turco y argelino exhiben su sintonía para desatascar el proceso de transición en el país norteafricano

Argelia cierra filas con Turquía en la crisis libia y pide celebrar elecciones

photo_camera PHOTO/TURKISH MFA - El ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, se reúne con su homólogo argelino, Ramtane Lamamra, Argel, 12 de diciembre de 2022

Argelia y Turquía han decidido cerrar filas con el Gobierno de Unidad Nacional libio que preside Abdel Hamid Dbeibé, aunque con distintas aproximaciones. Argel promueve, con el beneplácito de Ankara, la celebración de elecciones “transparentes” en el país con el objetivo de renovar las instituciones y, sobre todo, poner fin al mandato de la combativa Cámara de Representantes de Tobruk, un ente hostil con el Ejecutivo en funciones de Trípoli al que acusan de boicotear sistemáticamente el ya de por sí anquilosado proceso de transición política en Libia. 

El ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, hombre fuerte del Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan, visitó el lunes Argelia para reunirse con el presidente del país, Abdelmadjid Tebboune, y con su homólogo, Ramtane Lamamra, en el marco del primer encuentro de sus equipos de trabajo, reunidos para profundizar sus relaciones bilaterales. En la rueda de prensa posterior, los jefes de la diplomacia turca y argelina coordinaron sus posiciones para encontrar una salida a la crisis libia, para la que pidieron elecciones generales. Sus intereses, sin embargo, no son del todo coincidentes. 

El escenario es complejo. Dos administraciones rivalizan por controlar Libia. Una, radicada en el oeste y con sede en Trípoli, es la del Gobierno interino del propio Dbeibé, que cuenta con el respaldo institucional del Consejo Presidencial de Mohamed Menfi. Otra, establecida en el este y con sede en Tobruk, está controlada por el Parlamento presidido por Aguila Saleh. La sede legislativa opera a su vez con el apoyo del Gobierno paralelo de Fathi Bashagha —designado por esta Cámara y asentado en Sirte— y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) del mariscal Jalifa Haftar, el verdadero hombre.

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Otra institución en disputa es el Alto Consejo de Estado, creado a instancias de Naciones Unidas en 2015. El órgano consultivo que dirige Khalid Almishri está dividido y no ha tomado partido por ninguna de las partes. En todo este tiempo ha intentado sin éxito hacer de puente entre ambas administraciones. 

Almishri es de origen turco y forma parte del islamista Partido Justicia y Construcción, afiliado a los Hermanos Musulmanes, una baza con la que cuenta Erdoğan para favorecer sus intereses. Aunque el presidente del Alto Consejo de Estado no ha tenido reparos en criticar al Ejecutivo de Dbeibé, a priori ideológicamente próximo. En noviembre, describió al GUN como un “Gobierno de milicias” cuando las facciones armadas leales a Dbeibé impidieron que se celebrara una reunión en Trípoli entre miembros del organismo e integrantes de la Cámara de Representantes de Tobruk. 

El escenario político sigue bloqueado. Dbeibé continúa en el poder un año después del vencimiento del periodo de transición acordado por el Foro del Diálogo Político Libio (FDPL), que fijó las elecciones para el 24 de diciembre de 2021. Los comicios nunca llegaron a celebrarse. El obstruccionismo del Parlamento de Tobruk impidió que fuera aprobada una ley electoral común que facilitara el proceso. 

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La Cámara recrudeció en febrero su guerra política con Trípoli con el nombramiento de Bashagha como primer ministro de un Ejecutivo paralelo. El exmilitar había dirigido la cartera de Interior en el Gobierno de Acuerdo Nacional del ex primer ministro Fayez al-Sarraj —predecesor del Gobierno de Unidad Nacional de Dbeibé, también auspiciado por Naciones Unidas—. El poder legislativo, que lleva sin someterse a elecciones desde 2014, consumó así una nueva fragmentación institucional. 

La comunidad internacional sigue reconociendo la legitimidad del Gobierno en funciones de Dbeibé a pesar de la expiración de los plazos marcados para la celebración electoral y de haber incumplido muchas de las promesas con las que fue elegido por el FDPL. El hombre de negocios de Misurata, prácticamente desconocido antes de asumir el cargo de primer ministro, se comprometió a no aspirar a la presidencia en las próximas elecciones. Sin embargo, aprovechó su creciente popularidad en las regiones costeras de Tripolitania y Cirenaica gracias a las políticas de ayuda económica y social promovidas por su Gobierno, y, sobre todo, a un poder judicial disfuncional, para presentar su candidatura y que esta fuera aceptada. 

Además, de acuerdo con el portal Libya Update con sede en Bengasi, Dbeibé habría pedido al antiguo muftí de Libia Sadiq al-Ghariani, destituido por el Parlamento y percibido como un predicador de la corriente salafista, el respaldo de las milicias islamistas vinculadas a su figura en Trípoli para defenderse de las acometidas rivales del este a cambio de financiación para sus escuelas religiosas. No sería la primera aproximación de Dbeibé al islamismo radical. En febrero, y según el mismo medio, el primer ministro permitió el regreso al país del político y líder militar Abdelhakim Belhadj, miembro del disuelto Grupo Islámico Combatiente anti-Gadafi vinculado a Al Qaeda. Estaba exiliado en Qatar. 

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a la izquierda, y el primer ministro Abdul Hamid Dbeibé del Gobierno internacionalmente reconocido de Libia, posan para las fotos antes de su reunión en Estambul, el sábado 7 de agosto de 2021
Turquía y Argelia, ¿socios? 

Turquía y Argelia tienen buena sintonía con el Gobierno en funciones de Dbeibé, pero existen grandes diferencias de aproximación a la crisis libia. Ankara se ha convertido en el aliado principal del hombre de negocios de Misurata y ha sacado partido de su gabinete cerrando lucrativos Memorandos de Entendimiento (MdE) en las áreas comercial y energética con sus miembros, impugnados por otros actores políticos en Libia. Además, comparten agenda política. Dbeibé es percibido como un islamista moderado favorable al aperturismo económico. 

Pero Erdoğan apuesta por mantener cierta ambigüedad estratégica sobre el contencioso. En mitad de su estrategia para reconducir las relaciones bilaterales con Egipto, Arabia Saudí y el resto de sus rivales regionales con la mira puesta en aplacar la acuciante crisis económica interna, Ankara ha optado por pronunciarse a favor de la celebración de elecciones. Mientras, mantiene desplegadas a sus tropas en el país, obstaculizando la transición de la misma forma que Rusia, que opera a través de los mercenarios del Grupo Wagner. 

El peso de Argelia en Libia no es ni mucho menos comparable al de Turquía. De hecho, la participación argelina en la crisis de su vecino norteafricano ha sido muy poco trascendente para lo que cabría esperar dada su proximidad geográfica y las implicaciones que puede tener para el país. Los analistas dan respuesta a este fenómeno por la situación interna de Argelia, marcada por la inestabilidad política y el estallido del Hirak. Ahora, la recuperación económica favorecida por los ingresos de los hidrocarburos ha animado a Argel a significarse. 

Abdelmadjid Tebboune Mevlut Cavusoglu

El presidente de Argelia reconoció de forma explícita su respaldo al Gobierno de Dbeibé hasta la celebración de elecciones. Así, Abdelmadjid Tebboune decidía contrarrestar la postura de Marruecos, enemigo acérrimo en la región del Magreb, que apoya a la troika conformada por Aguila Saleh, Fathi Bashagha y Jalifa Haftar. Y de paso, cerraba el paso a la inestabilidad que, a juicio de la plana mayor del régimen argelino, traería consigo el aterrizaje de Bashagha a Trípoli en sustitución del primer ministro reconocido por la comunidad internacional. 

El analista Jalel Harchaoui, consultado en otras ocasiones por Atalayar, asegura para el United States Institute of Peace que “no hablaría de una estrecha coordinación entre Argel y Ankara” en esta cuestión. “Argelia proporciona actualmente cierto entrenamiento simbólico al Ministerio de Defensa de Dbeibé. Pero si estalla la guerra, el apoyo militar de Argelia al bando pro-Dbeibé puede acabar palideciendo en comparación con el de Turquía, Gran Bretaña, Italia y otros actores extranjeros favorables a Trípoli. Argelia simplemente no es muy activa en Libia. Una de las razones es que Tebboune y su poderoso jefe de gabinete, Saïd Chengriha, no se entienden”.