A pesar de que las Fuerzas Democráticas sirias consiguieron hacerse con el control de la prisión, este ataque ha reabierto el debate sobre la seguridad de los centros de detención sirios

El asalto a la prisión de Al Sina plantea la reaparición del Daesh

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El asalto de células durmientes yihadistas a la prisión de Al Sina, en Hasaka, ha replanteado el posible resurgimiento del Daesh en Siria. Esta operación, sofocada por las fuerzas kurdas, ha sido la mayor acción armada del Daesh desde su derrota total en el año 2019 y la que más muertes ha dejado.

De acuerdo con las cifras oficiales y hasta que los kurdos consiguieron hacerse con el control de la prisión, al menos 98 miembros de las Asayesh, la organización policial kurda, han perdido la vida durante los enfrentamientos. Del mismo modo, la coalición kurdoárabe consiguió abatir a 268 terroristas del Daesh.

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La respuesta por parte de las milicias kurdas consiguió que los terroristas no pudieran “lograr una fuga a gran escala para reconstruir sus filas”, acción que ha sido felicitada por Estados Unidos por su “valentía y determinación”. Asimismo, han denunciado “la barbarie” de los actos yihadistas que “confirman los motivos por los que hay que evitar” la regeneración del grupo terrorista y por qué “los países deben afrontar la cuestión de los miles de detenidos del Daesh” en los centros de detención.

Junto a esto, el Comando General de las Unidades de Protección Femeninas (YPJ), han destacado el “importante desempeño” que sus unidades habían conseguido librar en la “Operación Martillo del Pueblo” en la ciudad de Hasaka. La declaración, además, ha recalcado que los mercenarios integrados en el Daesh cuentan con el respaldo de Turquía, coincidiendo el ataque con el aniversario de Kobane. Asimismo, han realizado un llamamiento internacional para “encontrar una solución”, sobre todo en lo que respecta a los llamados “Cachorros del Califato”.

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La operación yihadista se ejecutó después de que dos conductores suicidas estrellasen una serie de camiones cargados de explosivos contra las puertas de la cárcel en el distrito de Gewayram. Seguidamente, centenas de yihadistas lograron apoderarse de distintos edificios y cruces de camino y, como parte de una acción coordinada, 3.500 yihadistas se hicieron con las armas de los guardianes de la prisión. Mientras que muchos de ellos consiguieron huir, otros se atrincheraron ante las ofensivas de los kurdos con rehenes, muchos de ellos menores, que fueron usados como escudos humanos.

A pesar de que seis días después del primer asalto a la prisión los kurdos afirmaron tener bajo su control la cárcel asaltada, este acometimiento ha generado cierta preocupación en la comunidad internacional por las altas bajas que ha generado. Aunque el Daesh fue derrotado en Siria e Irak, las células durmientes son focos terroristas que no se han erradicado y que han demostrado que siguen latentes.

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En esta línea, el comandante de la misión conocida como “Resolución Inherente”, John Brennan, señaló que esta insurgencia “no es un problema únicamente en esta ciudad, es un problema global que requiere la unión de las naciones” para una solución “duradera a largo plazo”. Además, a través de su cuenta de Twitter, ha afirmado que se tratará de “investigar exhaustivamente las circunstancias que permitieron que este ataque tuviera lugar”.

Concluyó afirmando que el Daesh “sigue siendo una amenaza existencial en la región y no debe permitirse que se regeneren”.

Operación“derribar muros”

La insurgencia terrorista se ha enmarcado dentro de una Operación conocida como “derribar muros”, una estrategia que se habría iniciado en países como en Irak, Afganistán o el Congo que tendría como fin conseguir arsenal y lograr la liberación de los presos. Entre los años 2012 y 2013 esta Operación consiguió que muchos de los líderes del Daesh se liberasen, lo que permitió la ejecución de una operación relámpago en el 2014 en Irak que consiguió extenderse hasta Siria, instaurando su “califato” en el marco de la guerra civil.

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Por parte de las Fuerzas Democráticas Sirias aseguran que esta operación forma parte del plan predeterminado por Ankara que busca tomar el control de la ciudad de Al Haska, situada en el norte de Siria y controlada por los kurdos, para después expandirse al resto de regiones controladas por los mismos.

El hecho de que las cárceles y los centros de detención alberguen a más de 100.000 combatientes hace que se tema más sobre la posibilidad de que estos centros sean autenticas “bombas de relojería” que consigan estabilizar tanto la estabilidad de Siria como la del resto del mundo. Según el secretario general adjunto de las Naciones Unidas para luchar contra el terrorismo el Daesh “intenta reagrupar sus filas y reanudar sus actividades, cobrando impulso en el primer semestre del 2020”.

De acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos el no responsabilizar al Daesh de las violaciones cometidas contra los derechos humanos es “un crimen continuo contra las víctimas y sus familias” y que este último ataque contra la prisión “representa un peligroso indicio del posible regreso del grupo terrorista”.

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Aumento de yihadistas desplazados desde España

Por otro lado, según han informado fuentes del Ministerio de Interior de España, un total de 285 yihadistas desplazados desde España se encontraban en zonas de conflicto durante el año 2021, especialmente en Siria e Irak.

Este dato muestra como desde la caída en el año 2019 del autoproclamado califato, han partido más de una decena de yihadistas. De acuerdo con el Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo de Covite, 254 radicales con nacionalidad española se encontraban en zonas de conflicto, lo que supone el aumento en un 124% el número de desplazados que habían salido de España para formar parte de las filas del Daesh


 

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