Durante una hora y cuarenta minutos, el jefe del Estado argelino sobrevoló todos los temas que preocupan a la calle argelina, salvo los de los presos políticos, los últimos asesinatos de ciudadanos cometidos por policías y gendarmes con total impunidad, el excesivo coste de la vida y todas las cuestiones que causan alboroto, en particular las relativas a las relaciones argelino-marroquíes.
Evidentemente, no se trataba de pedir al presidente argelino que respondiera al último discurso del monarca marroquí, que vuelve a tender la mano para poner fin a una situación que en nada ayuda a los dos pueblos. Los cuatro periodistas, dos de la prensa pública (An-nasr, diario regional del este del país, y el canal de televisión Internationale) y dos de la prensa privada (el diario en lengua árabe Al-Khabar y el diario en lengua francesa l'Expression, de audiencia muy limitada) sólo tuvieron que leer las preguntas preparadas y dirigidas, como demostró claramente el periodista del nuevo canal público “Algérie Internationale” (AI 24), que dirigió los debates anunciando el tema de la pregunta que se iba a formular. Fue una puesta en escena que demostró la ausencia de cualquier debate libre, incluso con periodistas totalmente comprometidos con los puntos de vista del Gobierno.
Lo que parece haber cautivado la imaginación del público argelino son los temas abordados y comentados con gran humor en las diferentes redes sociales.
El primer tema que suscitó una hilaridad generalizada fue el de la desalinización del agua de mar. Como de costumbre, al jefe del Estado argelino le gusta presumir de lo que considera sus logros. Descubrió la desalinización del agua de mar el 5 de julio, cuando colocó la primera piedra de una planta en Cap Djinet, en la wilaya de Boumerdes, a unos cincuenta kilómetros al este de Argel. Era el primer proyecto para el que ponía la primera piedra desde su investidura en diciembre de 2019.

Esto le llevó a extrapolar que Argelia sería la primera de África y la 3ª del mundo árabe en producir agua desalinizada. Y continúa diciendo que la producción argelina de agua desalinizada será de 1.400 millones de m3 diarios, una vez que todas las plantas estén en funcionamiento. Una cifra increíble.
Según un experto en hidráulica, con este nivel de producción se podría cultivar una superficie de más de 70 millones de hectáreas de tomates o cultivos equivalentes. Suficiente para alimentar a gran parte de la humanidad. Tebboune ignora sin duda que, según fuentes fidedignas, hay 18.000 plantas desalinizadoras de agua de mar en el mundo. Producen 95 millones de m3 al día. Esto dista mucho de las extravagantes cifras presentadas por el presidente argelino. Para alcanzar el objetivo de producción de Tebboune, harían falta 265.000 plantas. La televisión argelina era consciente de la metedura de pata del presidente y cortó rápidamente la última palabra de su frase “al día”. Pero todo el mundo conservó el trailer que contenía este dislate que sólo Tebboune sabe hacer.
El público, que siguió este encuentro con la prensa, también se rio al ver al presidente argelino utilizar el lenguaje popular como si estuviera en un café árabe, invocando una conspiración de la que Argelia es víctima. ¡Y vaya conspiración! La de las alubias y las lentejas. No más que eso. Y Tebboune juró que si detenía a uno de los conspiradores haría que se arrepintiera del día en que nació.

Otra de las divagaciones del presidente argelino se refiere al cumplimiento de sus promesas electorales. Promesas que nunca hemos visto. Sólo sabemos que fueron 54, en referencia al año del inicio de la guerra de liberación. Durante esta conferencia de prensa, Abdelmadjid Tebboune declaró haber cumplido el 75% de sus promesas. Sin embargo, aparte de poner la primera piedra de la desalinizadora de agua de mar y de la Ciudad de los Medios, que nunca mencionó en su campaña electoral, no ha inaugurado ni un solo proyecto ni ha puesto en marcha ni una sola obra. No ha realizado ni una sola visita de trabajo fuera de Argel desde su llegada al palacio El-Mouradia. Esto es lo que ha llevado a muchos internautas a afirmar que ·Tebboune ha destruido el 75% de Argelia, y el 25% restante lo terminará antes del final de su mandato. Será el primer presidente del mundo que deje su país en ruinas·.
En cuanto a los problemas graves, destacan dos. Francia y Níger, además de Marruecos, que Tebboune siempre evita en sus apariciones mediáticas como si el país no existiera.
En cuanto a las relaciones argelino-francesas, Tebboune las trata como si fueran ordinarias. “Mi visita a Francia no ha sido anulada. Está en mi agenda y en la del señor Macron. Estamos a la espera de que sea programada por el Elíseo”, ha dicho, añadiendo que “no voy allí como turista, sino para hacer algo serio”.

Níger, país con el que Argelia comparte 1.000 kilómetros de frontera y que atraviesa una situación muy delicada tras el golpe de Estado contra el presidente Mohamed Bazoum, no parece figurar entre las prioridades del presidente Tebboune. Sin embargo, durante las manifestaciones en las calles de Niamey, se pudo ver claramente cómo los manifestantes ondeaban la bandera argelina junto a la de Rusia. Una maniobra bien orquestada por los rusos, que quieren arrastrar a Argelia a su estela en su conflicto con Francia en Níger. El jefe del Estado argelino parece oponerse al golpe de Estado del 26 de julio de 2023, reclamando una “vuelta a la legitimidad”. Esto no es del agrado del Kremlin, que convocó al general Saïd Chengriha, jefe del Estado Mayor del Ejército argelino, el 31 de julio para una visita de trabajo relacionada con el golpe de Estado en Níger cuatro días antes. Los rusos apuestan fuerte por el espacio aéreo argelino, que discurre en línea recta entre Argel y Niamey. Según Moscú, este espacio aéreo debería estar cerrado a los aviones militares franceses, pero ¿por qué no abrirlo al Ejército ruso en caso de necesidad?
Tebboune finge no saber nada de esta dualidad franco-rusa, y da evasivas desde la primera mención del tema, utilizando el habitual lenguaje de palo.
Al final, esta enésima reunión con periodistas elegidos a dedo de una prensa sumisa y servil a un régimen que no acepta ni la crítica ni la contradicción. Hay que aplaudir todo lo que dicen el Gobierno y sus dos jefes, Tebboune y Chengriha, incluso en sus divagaciones más descabelladas y sus extravagancias más inauditas.