La renuncia de Ghassan Salamé ha abierto la posibilidad de la nominación del exministro de Relaciones Exteriores tunecino

El exministro de Exteriores tunecino Khamis al Jhinaoui, candidato a enviado especial de la ONU en Libia

PHOTO/AFP - Khamis al-Jahnawi, ex ministro de Exteriores de Túnez

Una fuente diplomática informada de la ONU y una fuente política tunecina han confirmado la nominación del exministro de Relaciones Exteriores de Túnez, Khamis al Jhinaoui, para el puesto de enviado especial de la ONU en Libia para suceder al libanés Ghassan Salamé.

Según recoge el diario tunecino Business News, el periodista y analista político Borhen Bsaies publicó que la idea de Naciones Unidas en la búsqueda de un nuevo enviado especial para Libia se centra en el exministro tunecino: “Si esto se confirma, las fuerzas internacionales enviarán varios mensajes, incluidos algunos dirigidos directamente al presidente tunecino Kaïs Saïed”, escribió Bsaies. Este mensaje hace referencia a las disconformidades entre el presidente tunecino y el exministro.

Cabe recordar que el Al Jhinaoui renunció a su cartera ministerial como jefe de la diplomacia tunecina pocos días después de la toma de posesión de Saïed, con quien no tenía armonía. Sobre este hecho, la versión de la presidencia del Gobierno tunecino fue que había sido destituido de su cargo. Además, algunos medios locales aseguran que el objetivo de Saïed era retirar de la vida diplomática a Al Jhinaoui, por lo que esta nominación es una bofetada para el presidente tunecino.

El pasado 2 de marzo, Ghassan Salamé comunicó su renuncia como enviado especial a Libia al secretario general de la organización, Antonio Guterres, después de dos años tratando de mediar en el conflicto. El anuncio lo hizo a través de su cuenta personal de Twitter, donde aseguraba que su salud no le permitía seguir con el nivel de esfuerzo que implicaba esa labor: “Durante dos años intenté reunir a los libios, frenar la interferencia exterior y preservar la unidad del país. […] Reconozco que mi salud ya no permite esta tasa de estrés”, escribió Salamé.

El avispero libio sigue a la deriva. El Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) está apoyado por gran parte de las potencias occidentales y por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y lucha por mantener el control de la capital, Trípoli y el oeste del país. Mientras, las tropas del Ejército Nacional Libio, dirigido por el militar Jalifa Haftar, asedia al GNA y extiende sus fuerzas por el este del país. 

Nueve años después de la muerte de Gadafi, Libia está cada vez más lejos de llegar a las aspiraciones que provocaron las masivas protestas en 2011. La división y el enfrentamiento entre las partes ha derivado en una guerra civil que parece no tener fin. El pasado mes de enero, en la Conferencia de Berlín, Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y Egipto se comprometieron a poner fin al a injerencia extranjera en Libia y a un alto el fuego permanente y un embargo de armas. Por su parte, Recep Tayyip Erdogan aseguró que Turquía permanecería en Libia hasta un alto el fuego.