Turquía sigue sorteando obstáculos. El mismo día que la Unión Europea anuncia una misión aeronaval en el Mediterráneo para asegurar la efectividad del embargo internacional de armas sobre Libia, Ankara ha salido por la tangente y parece haber encontrado una vía trasera al país norteafricano. Por el momento, la opción por la que ha optado Recep Tayyip Erdogan se encuentra en Túnez.
Según ha informado el portal de noticias The Libyan Address, cuatro barcos de la Armada turca han atracado en el puerto de La Goulette. Situado a unos diez kilómetros de Túnez capital, se trata de las instalaciones portuarias más importantes del país. Se desconoce si los buques llevan o no cargamento de armas, pero su sola presencia en aguas tunecinas ha hecho saltar las alarmas.
Este nuevo movimiento supone un desafío en toda regla de Erdogan -otro más- a los consensos internacionales que, en teoría, deben frenar la escalada internacional y allanar el camino para una solución dialogada en el conflicto libio. Turquía es el principal aliado sobre el terreno del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) de Fayez Sarraj, hasta el punto de que ha desplegado tropas y mercenarios afines -miembros de Daesh incluidos- para apuntalarlo frente al avance del mariscal Jalifa Haftar y el Ejército Nacional Libio (LNA).

La política turca de apoyo logístico y armamentístico se ha venido llevando a cabo a lo largo de los últimos meses y se ha intensificado en las semanas más recientes. Poco ha importado que pese sobre Libia un embargo internacional que sanciona la llegada de armas al país. Sin embargo, tampoco es que haya habido demasiadas consecuencias prácticas para el Ejecutivo de Ankara.
La más tangible llegó justo ayer, cuando la Unión Europea, en una convocatoria de urgencia del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores, declaró el fin de la llamada Operación Sofía y anunció el comienzo de un nuevo despliegue en el Mediterráneo. El operativo constará de siete unidades navales y siete aéreas y su objetivo fundamental residirá en asegurar que el embargo de armas sobre Libia sea efectivo. La respuesta europea se centrará en la zona del litoral más oriental de Libia, la que está controlada por Haftar, según reveló el ministro de Asuntos Exteriores italiano Luigi di Maio.
Sin embargo, esta iniciativa, que nace por consenso de los 27 Estados miembros del club comunitario, será estéril si no puede asegurarse un control a través de los países vecinos, cuyas fronteras no destacan por su impermeabilidad. Con respecto a este tema, Túnez y su presidente Kaïs Saied parecen haber cambiado de criterio con respecto a su postura anterior. A finales del pasado mes de diciembre, Erdogan visitó a su homólogo en busca de apoyos suplementarios para el GNA. En aquel momento, el dirigente turco no obtuvo un sí explícito.

Junto con Argelia, Túnez se había mantenido en una posición más o menos neutral, tratando de ejercer un papel de mediador. Este reciente giro podría interpretarse como un intento del presidente Saied de congraciarse con el partido islamista Ennahdha, que ha sido uno de sus apoyos principales. Igualmente, la deriva islamista del Gobierno turco se ha convertido en una realidad palpable en los últimos años: Erdogan ha explicitado sus simpatías, por ejemplo, con el movimiento de los Hermanos Musulmanes.
Además, este martes se ha conocido que Ankara ha concedido refugio al exportavoz talibán paquistaní Ehsanullah Ehsan, recientemente huido de custodia policial de su país. Él mismo ha confirmado a reporteros de la agencia Reuters que se encuentra en Turquía. Según su versión, se había entregado a las autoridades de Islamabad siguiendo un pacto cuyas condiciones no fueron respetadas.

La Armada turca es noticia por otro motivo. El LNA ha bombardeado a última hora de la mañana de este martes otro barco turco más que se encontraba fondeado en el puerto de Trípoli con armas y munición a bordo, según Al-Arabiya English. Las imágenes del episodio muestran una densa columna de humo que procede de la embarcación. Los medios asociados al LNA aseguran haber hundido la nave. El enviado especial de la ONU Ghassan Salamé ha confirmado que ha habido un ataque en la zona, pero no ha precisado su alcance. La agencia oficialista turca Anadolu también ha informado de otro ataque aéreo de las fuerzas de Haftar sobre el aeropuerto de Mitiga, coincidiendo con el noveno aniversario de la revuelta que acabó con Gadafi.

A la espera de una posible respuesta turca, la actual escalada constituye un golpe muy duro a la frágil tregua que se había establecido en Libia. Es cierto que dicha tregua había sido más teórica que práctica; ambos bandos habían intercambiado acusaciones recurrentes de haber comenzado nuevas hostilidades. Sobre el papel, la tregua debía ser el primer paso hacia un alto el fuego permanente. En las próximas semanas, estaban programadas nuevas rondas de negociaciones del llamado comité ‘5+5’, que reúne a representantes militares de los dos bandos.
En los últimos meses, ha sido Haftar el que se ha mostrado más reacio a comprometerse en un alto el fuego. No es de extrañar: tiene a las fuerzas del GNA casi atrincheradas en los reductos de Trípoli y Misrata y cuenta con aliados poderosos, como Rusia, Egipto, Francia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. En las últimas semanas, también Grecia e Italia se han decantado algo más por este bando. De hecho, Roma está en conversaciones para vender a El Cairo dos fragatas.
El expansionismo de Erdogan en África, sin embargo, no se limita al Mediterráneo. El presidente turco está extendiendo sus tentáculos por el extremo oriental del continente. En el proceso de reconstrucción de Somalia, el Ejército turco se ha encargado de entrenar a las tropas y las fuerzas de seguridad locales.

No obstante, el presidente del país Mohamed Abdullahi, alias ‘Farmajo’, ha sido acusado por políticos de la oposición de utilizar los recursos facilitados por Ankara para reprimir protestas pacíficas en su territorio. En los últimos días, el Ejército Nacional Somalí ha efectuado una nueva campaña en la región de Gedo, limítrofe con Etiopía y Kenia, con el objetivo declarado de proteger las fronteras nacionales. Se teme, sin embargo, que sea una tapadera para ajustar cuentas con los separatistas de lo que se conoce como Jubalandia, una región meridional.

Incluso, ‘Farmajo’ ha sido acusado de apoyar al grupo terrorista Al-Shabaab, responsable, en buena medida, de los atentados perpetrados en el país y en la vecina Kenia. La organización está considerada una de las filiales más activas de la red global Al-Qaeda.