El líder islamista busca ganar tiempo a la oposición, pero necesitará su apoyo para adelantar un mes la votación

Erdoğan mueve ficha y propone un adelanto electoral en Turquía

photo_camera PHOTO/AP - El presidente turco Recep Tayyip Erdoğan

Un Erdoğan acorralado por la imprevista unidad de la oposición y las flagrantes muestras de debilidad que reflejan las encuestas quiere apelar a la épica para remontar el vuelo a las puertas de una cita electoral determinante para el futuro de Turquía. El actual presidente está dispuesto a dar la batalla para conservar el cargo, como mínimo, durante los próximos cinco años. Con ese objetivo en mente anunció el miércoles en un discurso ante los diputados de su partido, el islamista AKP, que pretendía adelantar la fecha de las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, fijadas inicialmente para el 18 de junio. 

Algunos líderes opositores y comentaristas políticos habían intuido la estrategia de Erdoğan. El presidente busca ganar tiempo y presionar a la Mesa de Seis, la coalición de seis partidos que han unido fuerzas para desbancarle en las urnas. Siguen sin ponerse de acuerdo para elegir candidato a falta de escasas semanas para el inicio de la campaña. Erdoğan pretende, además, blindarse legalmente para poder optar a un hipotético tercer mandato dentro de cinco años. Según la Constitución, en caso de que las elecciones se celebren finalmente en junio, no podría presentarse en 2027. 

El líder islamista escogió una nueva fecha para las elecciones: el 14 de mayo. No es inocente. Se trata de una fecha de enorme simbolismo en la política turca. Un 14 de mayo de 1950, la joven República celebraba las primeras elecciones multipartidistas de su historia. En aquellos comicios ganó con el 52% de los votos el candidato del Partido Democrático (PD), Adnan Menderes. El líder conservador aplastó en las urnas a su rival, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, por sus siglas en turco), la formación que amenaza siete décadas después la permanencia en el poder de Erdoğan. 

Recep Tayyip Erdogan

La victoria de Menderes puso fin al régimen de partido único que había conducido Turquía desde la fundación de la República en 1923 a manos del padre de la patria, Mustafa Kemal Atatürk. El CHP administró durante los primeros 27 años, instaurando un sistema de corte laico liderado por los uniformados. Menderes gobernó durante una década, hasta que fue depuesto por el Ejército en el golpe de Estado de 1960. Aquella fue la primera asonada de la Turquía moderna. El primer ministro de centroderecha acabaría siendo condenado por un tribunal militar, acusado de violar la Constitución, y ejecutado un año después. 

Menderes es uno de los referentes ideológicos que han guiado la carrera de Erdoğan. El islamista se considera a sí mismo un seguidor de su tradición política, un heredero natural. De hecho, inauguró en 2021 un gigantesco proyecto conmemorativo de su figura en la isla de Imrali, donde los golpistas encarcelaron y juzgaron a los jerarcas del Partido Democrático antes de ejecutar a Menderes y a sus ministros de Economía y Asuntos Exteriores. 

El AKP de Erdoğan hunde sus raíces en el PD de Menderes. El presidente ha copiado parte de su retórica y discurso político. Ahora, el islamista quiere reeditar la gesta del propio Menderes y tumbar en las urnas al CHP. Así lo expresó ante sus subalternos: “El 14 de mayo de 1950, el difunto Menderes dijo «basta ya, la nación tiene la palabra», y salió de las urnas con una gran victoria. El mismo día, 73 años después, nuestra nación dirá «basta» a estos payasos golpistas y aspirantes incompetentes que tenemos enfrente. Pido a nuestro Parlamento que haga lo necesario”. 

Parlamento Turquía

La épica no ha sido el único motivo por el que Erdoğan ha decidido adelantar la fecha de los comicios, quizá los más importantes en la historia reciente de Turquía. El presidente necesita convertir en votos sus últimas medidas económicas, destinadas a rebajar el descontento entre la población. El Gobierno turco ha aprobado recientemente eliminar la edad de jubilación, permitiendo a más de dos millones de personas solicitar la pensión anticipada, y ha subido el salario mínimo interprofesional un 55%, y otro 35% para los funcionarios del Estado.

Los estímulos, sin embargo, tardarán en cristalizar. El desplome de la lira turca y la elevada tasa de inflación, que supera el 64%, ha sumido al país en una profunda crisis económica. El contexto global no ha acompañado, pero los expertos coinciden en que buena parte de los daños han sido ocasionados por las medidas del Gobierno. En concreto, por la decisión de Erdoğan de presionar al Banco Central para bajar los tipos de interés, una medida que marcha a contracorriente de la teoría convencional.

La precaria situación económica que atraviesan muchas familias en Turquía, que han visto cómo su poder adquisitivo se ha esfumado en cuestión de meses, le ha colocado por primera vez en una posición de debilidad en las encuestas. El respaldo popular del presidente se está reduciendo a un ritmo considerable, algo nada desdeñable para una figura que ha sabido tomar el pulso de la calle como pocos. A pesar de esta pérdida de apoyos, Erdoğan cuenta de su lado con todos los resortes del poder, desde el Ejército hasta la mayoría de los medios de comunicación.

dinero-lira-turquia-inflación-tipos-interes-banco-central

“Las elecciones presidenciales y parlamentarias serán muy injustas, pero reales y competitivas”, sostiene el analista Özgür Ünlühisarcıklı. “El presidente Erdoğan tiene casi todo a su favor, pero ningún resultado es imposible dado el reciente dinamismo entre los partidos de la oposición”. El gobernante AKP seguirá siendo probablemente la primera fuerza política del país, sin embargo, hay otros posibles candidatos opositores con mejor valoración en los sondeos que Erdoğan. Si ninguno de ellos alcanza la mayoría en primera vuelta, habrá una segunda.

La oposición rechaza la propuesta 

Los seis partidos opositores que integran la coalición contra Erdoğan, entre los cuales se encuentra el socialdemócrata CHP, rechazan de plano el adelanto electoral. La alianza opositora no ha elegido todavía a su candidato y vería recortado su espacio de maniobra. La reciente condena de cárcel e inhabilitación contra el alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, miembro destacado del CHP, le situó en el primer puesto de las quinielas para liderar la coalición. Pero ni siquiera es el líder de su propia formación. El veterano Kemal Kılıçdaroğlu, un perfil poco carismático, encabeza a la centroizquierda en el Parlamento y parte con ventaja.

El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) también rechaza el ardid de Erdoğan. El partido prokurdo no forma parte del bloque opositor y baraja presentar a un candidato propio a las presidenciales, aunque el antiguo líder de la formación, Selahattin Demirtaş, en prisión desde 2016 tras ser condenado en un juicio sin garantías, no descarta dar su apoyo al candidato conjunto que presente la Mesa de Seis. En cualquier caso, el HDP jugará un papel determinante en los comicios. En el mejor de los escenarios podría incluso desnivelar la balanza entre bloques, lo que le otorgaría un protagonismo político inédito. 

Oposición Erdogan

Erdoğan ha promovido una persecución legal desde las instituciones contra la formación prokurda, que obtuvo en las pasadas elecciones el 12% de los votos. El oficialismo acusa a la organización de tener vínculos con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), algo que la dirección del HDP niega con insistencia. Hace unas semanas, la Justicia turca aprobó la congelación de las cuentas bancarias del partido precisamente por esta cuestión. El Gobierno busca a la desesperada su ilegalización definitiva.

El Parlamento y el Consejo Electoral de Turquía tendrán la última palabra sobre el adelanto electoral. Para convocar elecciones anticipadas se necesita una mayoría parlamentaria de tres quintos, esto es, 360 votos de los 600 diputados. La coalición de Gobierno, integrada por el AKP y el ultranacionalista MHP suma 335. Erdoğan necesitaría 25 votos más de la oposición, algo poco factible. El escenario alternativo pasaría, según los analistas, por disolver la Cámara y convocar elecciones para seguir presentándose, una maniobra es de dudosa legalidad constitucional. 

Más en Política