Erdogan se ampara en su poder para alejarse del pueblo

Por Samira Maaluf
Foto:  El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. 
 
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, está cada vez más alejado del pueblo y de sus problemas. El jefe del Estado y líder islamista se ampara en el poder para  no oír el descontento de gran parte de la población, que vive con  pesar la tragedia que significa que 18 mineros permanezcan atrapados en una mina de carbón bajo 11.000 toneladas de aguas en el sur de Turquía. El país no celebró la semana pasada el  Día de la República de Turquía, porque no estaba para fiestas. La tragedia minera de Ermenet, en la provincia de Karaman, importa más a los turcos que los delirios de grandeza imperial de Erdogan. Incluso entre muchos votantes de Erdogan en las pasadas elecciones presidenciales se palpa el descontento. Los turcos saben perfectamente que  a medida que pasan las horas, se reducen las expectativas de rescatar con vida a los mineros. “El agua sube un metro cada dos horas. El tiempo va en nuestra contra”, reconoció el ministro de Energía, Taner Yildiz. Mientras, se acumulan las críticas por la gestión de esta tragedia por parte del Gobierno, al que medios y oposición acusan de “negligencia”, porque no es la primera vez que se inunda la mina donde están atrapados los 18 mineros. Un informe de la Fundación Turca para Combatir la Erosión del Suelo, la Reforestación y la Protección de Hábitats Naturales (TEMA) alertó sobre la posibilidad de una catástrofe  en esa mina, y el Gobierno no hizo caso. Según este informe, la placa de Konya-Karapinar, en la que se encuentra la mina siniestrada, es rica en aguas subterráneas, por lo que, si se llevaban a cabo trabajos de excavación por debajo de los 300 metros, el riesgo de inundación era insostenible debido a la permeabilidad de los materiales.  El informe basa su argumentación en una tesis doctoral de un graduado del Instituto Científico de la Universidad de Çukurova. En la misma línea, se pronunció el profesor Ibrahim Atalay, experto en la geografía de la región de Karaman. En declaraciones al diario ‘Hürriyet’, el experto recalcó:  “Si se hubiesen hecho los estudios necesarios antes de la producción, este desastre se podría haber evitado”. Asimismo, la Cámara de Ingenieros de Minas de Turquía afirmó   que las condiciones que han provocado la tragedia son similares a las del accidente que ocurrió en la mina de Soma el pasado mes de mayo, en el que perdieron la vida 301 trabajadores.
 
Un miembro del partido islamista
Cabe destacar que  el dueño de esta mina pertenece al Partido Justicia y Desarrollo (AKP), la formación islamista de Erdogan. Quizá es por esto que el presidente ha tenido una reacción bastante tibia sobre la tragedia de Ermenet, o a lo mejor es porque el poder lo ha alejado completamente de la realidad y del sufrimiento de millones de turcos. Erdogan y su Gobierno no quieren asumir ninguna responsabilidad política por este asunto y trasladan toda la culpa a los dueños de las minas. Es “evidente” que algunos propietarios de minas no han podido “asumir” las nuevas regulaciones planteadas por el Gobierno, declaró Erdogan. El presidente quiso de esta forma exculpar al poder ejecutivo de cualquier tipo de responsabilidad en el accidente minero. Y mientras 18 mineros intenta sobrevivir, Erdogan estrenó el palacio presidencial más grande del mundo. Con una superficie de 300.000 metros cuadrados y tres bloques de edificios que suman 1.000 habitaciones, el nuevo palacio presidencial supera en tamaño a las residencias oficiales de cualquier otro jefe de Estado del mundo. El coste y la magnitud del edificio  provocaron las críticas de la oposición. Los socialdemócratas pidieron una investigación parlamentaria sobre la construcción del edificio. El palacio se construyó pese a una orden judicial que ordenó parar la obra tras una denuncia presentada por arquitectos e ingenieros que argumentaron que se habían vulnerado normas medioambientales.  Recep Tayyip Erdogan anuló  la recepción oficial por el Día de la República, que iba a celebrarse por primera vez en el recién construido palacio presidencial, porque consideró que hubiera sido una falta de respeto a los mineros atrapados en el pozo de Ermenet. Pero muchos turcos consideran que este gesto es insuficiente y piden al presidente que baje a la calle y escuche al pueblo. De momento, Erdogan se encuentra más a gusto en su nuevo y lujoso palacio.
 

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