A principio de esta semana, más de 3.000 soldados y marineros estadounidenses llegaron a Oriente Medio para reforzar la presencia norteamericana en el golfo Pérsico. Este último despliegue de la Quinta Flota, con base en Manama (Bahréin), tiene por objeto disuadir a Irán de apoderarse de más buques y petroleros que navegan por la región.
“Más de 3.000 marinos [...] llegaron a Oriente Medio el 6 de agosto como parte del plan anunciado previamente por el Departamento de Defensa”, declaró la Marina estadounidense en un comunicado. De hecho, este despliegue había sido anunciado en julio por el Departamento de Defensa estadounidense.
Además de enviar nuevos soldados, la Marina también ha desplegado dos buques de guerra en el mar Rojo: el USS Bataan y el USS Carter Hall. El USS Bataan es un buque de asalto anfibio capaz de transportar más de veinte aviones y helicópteros, así como lanchas de desembarco, mientras que el USS Carter Hall es un buque de desembarco capaz de transportar soldados y su equipo a tierra.
El portavoz de la Quinta Flota, Tim Hawkins, declaró el lunes a la AFP que el despliegue subraya “nuestro firme e inquebrantable compromiso con la seguridad marítima regional”. “Estas unidades añaden una importante flexibilidad y capacidades operativas mientras trabajamos junto a socios internacionales para disuadir actividades desestabilizadoras y aliviar las tensiones regionales derivadas del acoso iraní y la incautación de buques comerciales”, añadió.
En respuesta a este aumento de la presencia estadounidense en el mar Rojo, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanaani, declaró que “la presencia militar del Gobierno estadounidense en la región nunca ha creado seguridad. Sus intereses en esta región siempre les obligan a alimentar la inestabilidad y la inseguridad”.

El portavoz de la Guardia Revolucionaria iraní, Ramezan Sharif, también declaró a la agencia oficial de noticias iraní Fars que Irán “ha alcanzado una fuerza que le hace capaz de enfrentarse y responder con la misma moneda a cualquier mala acción de los estadounidenses, por ejemplo, el apresamiento de barcos”. “Los países de la región han comprendido correctamente que Irán se está convirtiendo en una gran potencia regional”, añadió el portavoz del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) en una ceremonia celebrada en la ciudad conservadora de Qom.
Según Al-Monitor, el Ministerio de Defensa iraní ha entregado a la IRGC decenas de sus primeros misiles balísticos navales de largo alcance, de fabricación “totalmente casera” y “capaces de destruir por completo” portaaviones enemigos. “La seguridad del golfo Pérsico debe ser mantenida por los Estados ribereños”, declaró el portavoz en su discurso, añadiendo que estos países “han comprendido la debilidad de Estados Unidos y la fuerza de la República Islámica en los enfrentamientos de los últimos años”.
Una rivalidad de 40 años
La rivalidad entre Irán y Estados Unidos se remonta a hace unos 40 años, pero se ha reavivado bajo el mandato del presidente estadounidense Donald Trump. Las tensiones se reanudaron a mediados de mayo de 2019, un año después de que Estados Unidos se retirara del acuerdo de Viena sobre el programa nuclear iraní. La crisis comenzó con una serie de sabotajes contra petroleros saudíes, emiratíes y noruegos en el golfo Pérsico.
Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos acusaron entonces a Irán, acusaciones apoyadas por Estados Unidos y refutadas por Irán. A partir de entonces, las tensiones se intensificaron, con más sabotajes de buques y ataques con misiles estadounidenses e iraníes. En un análisis publicado en la web francesa de noticias Les Clés du Moyen-Orient, Émile Bouvier afirma que “los diversos incidentes de seguridad que han tenido lugar en las últimas semanas en el golfo Pérsico son consecuencia de la escalada mencionada: estadounidenses e iraníes se están poniendo a prueba mutuamente”.

Desde 2019 y el aumento de las tensiones entre Estados Unidos e Irán, la navegación en las aguas estratégicas del Golfo ha sido objeto de una serie de ataques. En abril y principios de mayo de este año, Irán se apoderó de dos petroleros en una semana en aguas regionales. Estos incidentes se produjeron después de que Israel y Estados Unidos acusaran a Irán de un ataque con drones frente a Omán en noviembre de 2022 contra un petrolero operado por una empresa de propiedad israelí. El 5 de julio de 2023, Irán volvió a intentar apoderarse de dos petroleros, el TFR Moss y el Richmond Voyager, cerca del estratégico estrecho de Ormuz, pero fue frustrado por las fuerzas estadounidenses.
¿Rivalidad chino-estadounidense exportada al Golfo?
Según Elwatan, el despliegue estadounidense se produce en un momento en que la implicación de China en la región del Golfo se está intensificando. En abril de 2023, Pekín medió en un acuerdo para restablecer los lazos diplomáticos entre Arabia Saudí e Irán. Washington considera a China como la principal amenaza, ya que es el único Estado cuya economía e influencia son capaces de desafiar la posición de Estados Unidos como líder mundial.

Desde entonces, las relaciones entre Teherán y los países árabes del Golfo se han desarrollado gradualmente. El presidente de los Emiratos Árabes Unidos y el ministro de Asuntos Exteriores de Kuwait fueron invitados a visitar la República Islámica la semana pasada. En mayo, los EAU anunciaron su retirada de las Fuerzas Marítimas Combinadas, una asociación marítima de 38 países dirigida por Estados Unidos y encargada de proteger las rutas marítimas del Golfo.
En una entrevista concedida a AFP, Torbjorn Soltvedt, analista de la consultora Versk Maplecroft, declaró: “La seguridad seguirá siendo un punto de fricción en las relaciones entre Estados Unidos y el Golfo, incluso si la amenaza que suponen los ataques iraníes al transporte marítimo disminuye a corto plazo. Persistirá la percepción de que Estados Unidos no está haciendo lo suficiente para disuadir los ataques iraníes al transporte marítimo internacional. La necesidad de un nuevo enfoque es evidente”.
Coordinador de América: José Antonio Sierra.